Una propuesta de una forma de vida con sabor a Evangelio que consiste en amar al otro como hermano, aunque esté lejos
Inspirado por San Francisco de Asís, el Papa Francisco nos entrega hoy, domingo 4 de octubre, la encíclica Fratelli tutti, sobre la fraternidad y la amistad social. Se trata de una propuesta de una forma de vida con sabor a Evangelio que consiste en amar al otro como hermano, aunque esté lejos. Es un llamado a ser fraternidad abierta, a reconocer y amar a cada persona con un amor sin fronteras, que va al encuentro y es capaz de superar toda distancia y tentación de disputas, imposiciones y sometimientos. Fratelli tutti no es un resumen de la doctrina sobre el amor fraterno, sino una insistencia en su dimensión universal.
El COVID-19 interrumpió al Papa en su redacción. Esta pandemia dejó al descubierto nuestras falsas seguridades, evidenció nuestra incapacidad de actuar conjuntamente, nuestra fragmentación. Frente a las diversas formas de eliminar o de ignorar a otros, Fratelli tutti es una invitación a reaccionar con un nuevo sueño de fraternidad y amistad social.
Con la nueva encíclica, Francisco llama a la solidaridad, a la responsabilidad personal y comunitaria ante difíciles retos como la pandemia, que ha demostrado que el mundo está más conectado que nunca. El Santo Padre anhela que en esta época que nos toca vivir, reconociendo la dignidad de cada persona humana, podamos hacer entre todos un deseo mundial de hermandad.
El Papa la define como una “Encíclica social” que toma su título de las “Admoniciones” de san Francisco de Asís, que usó esas palabras “para dirigirse a todos los hermanos y las hermanas, y proponerles una forma de vida con sabor a Evangelio”. El santo “no hacía la guerra dialéctica imponiendo doctrinas, sino que comunicaba el amor de Dios”, escribe el Papa, y “fue un padre fecundo que despertó el sueño de una sociedad fraterna”.
A partir de una pertenencia común a la familia humana, del hecho de reconocernos como hermanos porque somos hijos de un solo Creador, todos en la misma barca y por tanto necesitados de tomar conciencia de que en un mundo globalizado e interconectado sólo podemos salvarnos juntos. Un motivo inspirador citado varias veces es el Documento sobre la Fraternidad humana firmado por Francisco y el Gran Imán de Al-Azhar en febrero de 2019.
Abierta por una breve introducción y dividida en ocho capítulos, la Encíclica recoge −como explica el propio Papa− muchas de sus reflexiones sobre la fraternidad y la amistad social, pero colocadas “en un contexto más amplio” y complementadas por “numerosos documentos y cartas” enviados a Francisco por “tantas personas y grupos de todo el mundo”.
La fraternidad debe promoverse no sólo con palabras, sino con hechos. Hechos que se concreten en la “mejor política”, aquella que no está sujeta a los intereses de las finanzas, sino al servicio del bien común, capaz de poner en el centro la dignidad de cada ser humano y asegurar el trabajo a todos, para que cada uno pueda desarrollar sus propias capacidades. Una política que, lejos de los populismos, sepa encontrar soluciones a lo que atenta contra los derechos humanos fundamentales y que esté dirigida a eliminar definitivamente el hambre y la trata.
Al mismo tiempo, el Papa Francisco subraya que un mundo más justo se logra promoviendo la paz, que no es sólo la ausencia de guerra, sino una verdadera obra “artesanal” que implica a todos. Ligadas a la verdad, la paz y la reconciliación deben ser “proactivas”, apuntando a la justicia a través del diálogo, en nombre del desarrollo recíproco. De ahí deriva la condena del Pontífice a la guerra, “negación de todos los derechos” y que ya no es concebible, ni siquiera en una hipotética forma “justa”, porque las armas nucleares, químicas y biológicas tienen enormes repercusiones en los civiles inocentes.
También es fuerte el rechazo de la pena de muerte, definida como “inadmisible” porque “siempre será un crimen matar a un hombre”, y central es la llamada al perdón, conectada al concepto de memoria y justicia: perdonar no significa olvidar, escribe el Pontífice, ni renunciar a defender los propios derechos para salvaguardar la propia dignidad, un don de Dios. Como hemos explicado, en el trasfondo de la Encíclica está la pandemia de Covid-19 que −revela Francisco− “cuando estaba redactando esta carta, irrumpió de manera inesperada”. Pero la emergencia sanitaria mundial ha servido para demostrar que “nadie se salva solo” y que ha llegado el momento de que “soñemos como una única humanidad” en la que somos “todos hermanos”.
Las sombras del mundo cerrado (Cap. 1) se expanden sobre el mundo, dejan heridos al lado del camino, que son puestos fuera, desechados. Las sombras hunden a la humanidad en confusión, soledad y vacío. Encontramos un extraño en el camino (Cap. 2), herido. Ante esta realidad hay dos actitudes: seguir de largo o detenerse; incluirlo o excluirlo definirá el tipo de persona o proyecto político, social y religioso que somos.
Dios es amor universal, y en tanto ser parte de ese amor y compartirlo estamos llamados a la fraternidad universal, que es apertura. No hay “otros” ni “ellos”, sólo hay “nosotros”. Queremos con Dios y en Dios un mundo abierto (Cap. 3) (sin muros, sin fronteras, sin excluidos, sin extraños), y para ello tenemos y queremos un corazón abierto (Cap. 4). Vivimos una amistad social, buscamos un bien moral, una ética social porque nos sabemos parte de una fraternidad universal. Somos llamados al encuentro, la solidaridad y la gratuidad.
Para un mundo abierto con el corazón abierto, hay que hacer la mejor política (Cap. 5). Política para el bien común y universal, política para y con el pueblo, es decir, popular, con caridad social que busca la dignidad humana y es ejecutada por hombres y mujeres con amor político que integran la economía a un proyecto social, cultural y popular.
Saber dialogar es el camino para abrir el mundo y construir la amistad social (Cap. 6); es la base para una mejor política. El diálogo respeta, consensua y busca la verdad; el diálogo da lugar a la cultura del encuentro, es decir, el encuentro se vuelve estilo de vida, pasión y deseo. Quien dialoga es amable, reconoce y respeta al otro.
Pero no basta con esto: tenemos que enfrentar la realidad de las heridas del desencuentro y establecer y recorrer, en su lugar, caminos de reencuentro. (Cap. 7). Hay que curar las heridas y restablecer la paz; necesitamos audacia y partir desde la verdad, partir desde el reconocimiento de la verdad histórica, compañera inseparable de la justicia y la misericordia, que es indispensable para encaminarse al perdón y la paz. Perdonar no es olvidar; el conflicto en el camino hacia la paz es inevitable, pero no por ello es aceptable la violencia. Por ello la guerra es un recurso inaceptable y la pena de muerte una práctica que erradicar.
Las distintas religiones del mundo reconocen al ser humano como creatura de Dios, en tanto criaturas en relación de fraternidad. Las religiones están llamadas al servicio de la fraternidad en el mundo (Cap. 8). Desde la apertura al Padre de todos reconocemos nuestra condición universal de hermanos. Para los cristianos, el manantial de dignidad humana y de fraternidad está en el Evangelio de Jesucristo: de ahí surgen nuestras acciones y compromisos. Este camino de fraternidad tiene para nosotros también una Madre llamada María.
Ante los heridos por las sombras de un mundo cerrado, que yacen al lado del camino, el Papa Francisco nos llama hacer nuestro y operar el deseo mundial de fraternidad, que parte de reconocer que somos Fratelli tutti, hermanas y hermanos todos.
Al contrario, la propuesta del Papa es la de asumir los problemas concretos que este mundo plantea al corazón mismo de la fe cristiana: la trascendencia del amor universal que arrastra a la promoción de una real fraternidad universal movidos por el llamado a convertirnos en hijos e hijas en el Hijo. Sin duda, la luz que permea todo el escrito es la parábola evangélica del “buen samaritano” (FT 56).
2. ‘Fratelli tutti’ propone en su título un mensaje solo a los varones, “hermanos”. Después de tanto hablar de la importancia de la mujer, ¿no podría haber tenido el Papa el gesto de dirigir su encíclica a “hermanos y hermanas”?
Fratelli tutti es una cita textual de Francisco de Asís, que el Papa inmediatamente traduce: “…para dirigirse a todos los hermanos y hermanas” para proponerles una forma de vida evangélica (FT 1).
3. En un mes, hay elecciones en Estados Unidos en una sociedad fuertemente polarizada. ¿Hay algo que quiere decir el Papa a los americanos en un claro mensaje que se percibe anti Trump?
Evidentemente el Papa quiere decir algo a los estadounidenses, como también quiere decírselo a África, a América Latina, a Europa, a Asia, a todas las Américas y al mundo entero. Pero también es claro que su interlocutor no es ningún personaje específico. Su interlocutor es una sociedad moderna deshumanizada, enferma y herida por todas las nuevas formas de barbarie “civilizada” (FT 1).
4. ¿Qué significa “encíclica social” y por qué el Papa no se dedica a escribir sobre teología o doctrina cristiana únicamente? (6)
Todo el texto no es otra cosa que teología y doctrina cristiana, pero hay que recalcar justamente “cristiana” lo cual quiere decir personal y social al mismo tiempo. Ambas dimensiones son inseparables del evangelio porque ambas dimensiones constituyen el amor y “Dios es amor”.
5. El Papa dice haber sido inspirado por el Gran Imán Ahmad Al-Tayyeb para esta encíclica, ¿desde cuándo otras religiones se implican en la redacción de documentos magisteriales de la Iglesia? ¿Es necesario? (5)
El Papa nunca habla de “inspiración”, sí de “estimulación” que no es lo mismo. Porque su inspiración es su misma experiencia de fe en un mundo roto, como también lo es para el Gran Imán. Es una encíclica católica dirigida a todo ser humano de buena voluntad.
6. Al decir “soñemos como una única humanidad”, el Papa plantea un universalismo? ¿Todos debemos ser iguales? (8)
Para un cristiano no es todos “debamos” ser iguales, todos somos iguales, porque todos somos hijos e hijas de un mismo Padre. Esta igualdad es la fuente de la irrenunciable dignidad de todo ser humano. Y las implicaciones concretas de esta común dignidad es la que expone la Encíclica.
7. El documento tiene un tono muy negativo, de crítica a todo lo nuevo, lo moderno y lo tecnológico. ¿Dónde están las propuestas concretas y qué hace la Iglesia o el Papa para trabajar en soluciones?
De ninguna manera es una crítica a todo lo nuevo, moderno y tecnológico, sino a lo que esto tiene de inhumano, de violento, de degradante y de excluyente. A excepción del primer capítulo que es de exposición de los problemas y el segundo que es catequético y exhortativo a la conversión, el resto de la encíclica es profundamente propositiva de los posibles caminos que nos pueden conducir a la fraternidad y la amistad social.
8. El documento critica la “libertad de mercado” y otras formas de economía. ¿El Papa es economista? ¿En qué datos o informes basa estas opiniones que no corresponden a una encíclica? (32)
No es una crítica “económica” a la economía neo-liberal, sino una crítica evangélica a las nefastas y criminales consecuencias de los abusos de cualquier modelo económico para la gran mayoría de la humanidad.
9. La tecnología y las nuevas herramientas son grandes aliados de los jóvenes. ¿Por qué el Papa insiste en describirlos como “movimientos digitales de odio y destrucción”? ¿No es demasiado duro? (42)
El que sean herramientas utilizadas por los jóvenes no las hace inmunes para ser utilizadas con odio y con deseos destructivos. Ninguna herramienta es inmune a esto como todos lo sabemos. Nunca se es demasiado duro en la crítica al mal uso o abuso de una herramienta que se puede usar y se usa destructivamente consciente o inconscientemente. Al contrario, la crítica alumbra situaciones concretas de ello que incentivan a su resolución. “Porque el mayor peligro no reside en las cosas, en las realidades materiales, sino en el modo como las personas las utilizan” (160).
10. Algunos planteos del Papa parecen tener un enfoque socialista y comunista. ¿Cómo piensa instalar un mundo con tierra, techo y trabajo para todos? ¿Prefiere un único gobierno totalitario? (126)
Se trata de una visión cristiana de la sociedad y la economía, siguiendo la Doctrina Social de la Iglesia. Lo que está proponiendo es la posibilidad de un nuevo modo de convivencia humana abriendo el horizonte desde la apertura de la fe cristiana.
11. ¿Por qué el Papa habla de populismo y liberalismo en un documento sobre la fraternidad? ¿Interesa saber la opinión política de un Papa? (156)
Porque ambos, populismo y liberalismo económico, se han mostrado incapaces de promover una convivencia social centrada en la inviolable dignidad de todo ser humano y que sea verdaderamente incluyente, formativa de la persona humana en tanto que tal, y eficaz en el combate a la pobreza, la injusticia y la exclusión. Desde una mirada de fe, la política es una vocación a servir la realización concreta de la “civilización del amor”.
12. ¿El papa pretende sugerir la abolición de la propiedad privada para que seamos todos “más hermanos”? (120)
No. La Doctrina Social de la Iglesia subraya la supeditación de la propiedad privada al principio del destino universal de los bienes creados y, por tanto, la fundamentalidad de la función social de la propiedad privada.
13. En la encíclica se nombra poco a Dios y a Cristo y todo se basa más en cuestiones sociales y humanitarias. ¿Dónde está el horizonte para todos los católicos y por qué la Iglesia actúa como una ONG?
La encíclica Fratelli tutti no hace otra cosa que hablar de Dios y de Cristo porque toda ella habla del amor y por Jesús de Nazaret sabemos que Dios es amor. Hablar de los “desvelos del amor” es hablar de la relación de Dios con el ser humano, es hablar de la vida histórica misma de Jesús. Y el amor tiene que ver fundamentalmente con las grandes cuestiones de nuestra convivencia con los demás, y tiene que ver con la verdadera humanidad manifestada en Cristo Jesús. Este es el único horizonte para los católicos.
14. ‘Fratelli tutti’ parece querer equiparar a todas las religiones por igual. ¿Para el Papa es más importante que seamos todos iguales más que seguir a Cristo? (271)
En ningún lugar la encíclica dice eso. Ser todos iguales, en tanto estamos creados a imagen y semejanza de Dios, y por lo tanto somos hermanos y hermanas en el Hijo, es la enseñanza de Cristo y el tema de Fratelli tutti. Las distintas religiones, “a partir de la valoración de cada persona humana como criatura llamada a ser hijo o hija de Dios, ofrecen un aporte valioso para la construcción de la fraternidad y para la defensa de la justicia en la sociedad” (271).
Fuente: diocesisdeavila.com.