El feminismo y la familia

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Escrito por Ana Mª Navarro
Publicado: 29 Junio 2021

El Feminismo puede entenderse como un movimiento  y como una actitud. Como movimiento,  es  minoritario  y  plural  y  aparece dividido en múltiples grupos, a  veces  grupúsculos,  aunque está extendido por muchos países, sobre  todo  en  América  del Norte y Europa Occidental. Como actitud, responde a una  ideología bastante generalizada en nuestros días: permisivista, hedonista, materialista, individualista o colectivista.

Tampoco se presenta como un fenómeno aislado. Es un hecho social que se origina y refuerza con otros acontecimientos de tipo político, demográfico o ideológico. En concreto, el socialismo y el marxismo, como ideologías y como concepciones de vida, han influido bastante en los Movimientos Feministas, aunque  estos  hayan derivado en ocasiones hacia el maoismo y el anarquismo. La Revolución Industrial y el Capitalismo consiguientes, que supusieron para la  familia  la  disgregación  entre  el  hogar  y  el  lugar de trabajo, y  en  concreto  determinaron  para  la  mujer  trabajadora su inserción en la clase proletaria, son quizá las  causas  históricas más relevantes de la Historia del Feminismo actual.

Como fenómeno colectivo los autores  están  de  acuerdo  en  fijar su origen en 1848, fecha en que fue promulgada la llamada "Declaración de Séneca Falls" (Estado de Nueva York), que contiene doce Decisiones referentes a la igualdad radical  entre  los sexos, el derecho de la mujer al voto y a la participación social, politica y religiosa. En la Decisión número 12 se habla de "derribar el monopolio de los púlpitos' [1]. Curiosamente, el año 1848 es también el de la publicación del Manifiesto comunista.

De algún modo el acontecimiento de Séneca Falls venía a culminar toda una serie de protestas y reclamaciones que muchos autores, masculinos y femeninos, habían manifestado en épocas anteriores a través de la  literatura  o  el  ensayo.  Estos  testimonios quedarían en el acerbo de la bibliografía feminista, como testimonios aislados pero eficaces  de la  condición  de  inferioridad a la que la Historia y la sociedad habían reducido a la mujer.

Así como el descontento procedía en un principio de la exclusión de la  mujer del mundo  de la  cultura  y  de la  actividad  social o política, junto con su reducción a un papel reproductor y asistencial (madre-esposa, "reposo del guerrero"),  con  el impacto  de la ideología socialista,  y  sobre  todo  marxista,  pasaría  a  cobrar  un  tinte  marcadamente  político,  de  lucha  y  de  reivindicación. Por eso es interesante, antes de pasar adelante, analizar las  diversas formas en que se manifiesta el Feminismo actual.

1.        El feminismo y sus formas

Es difícil presentar una síntesis coherente de  las  similitudes entre las múltiples formas que adopta el Feminismo actual. También es difícil clasificarlas en orden a sus diferencias. En parte, porque muchas de ellas no han acabado de definirse, por  inmadurez o por contradicciones internas en su planteamiento.

No obstante, podemos aventurar que hay dos tendencias bastante marcadas. Una es la liberal-radical, que pretende una conquista  de  los  derechos  de  la  mujer  al  igual  o  por  encima  de los hombres, sobre todo en el plano sexual, familiar y  laboral­social. Esta tendencia va del reformismo más moderado al maximalismo más radical, pero no suele tener connotaciones  políticas. La encontramos sobre todo en los Estados Unidos, pais de larga tradición democrática. Las feministas norteamericanas pretenden influir en  la sociedad,  no  tanto a  través del  poder,  cuanto de las organizaciones y  actividades  intermedias  o  autónomas. De hecho es en Norteamérica donde se imparten cursos en la Universidad, se elaboran tesis doctorales y se publican libros de autores y autoras intelectuales sobre el tema de la Mujer y el Feminismo. Las especialidades que más se ocupan de ello son la antropología, histórica y filosófica, y la sociología.

Coincidiendo radicalmente en las ideas básicas pero discrepando en los métodos, se encuentra la segunda tendencia, la política. Esta corriente se ha localizado mayoritariamente en los países de Europa occidental. España es probablemente el último país que se ha incorporado a esta tendencia, a partir de la instauración de la democracia en el año 1975 [2]

La tendencia del Feminismo político es por un lado la radicalidad, el extremismo en las denuncias y la agresividad en las manifestaciones, y su estrecha vinculación a los partidos de izquierda, por otro. Siguiendo la teoría de Marx de que toda organización que aún no está cuajada debe vincularse a los partidos revolucionarios, no se sabe si por táctica o por  oportunismo, se promueven muchas agrupaciones feministas que constituyen un ala del partido correspondiente. Y el problema  que esta situación les plantea -están unidas a compañeros de mentalidad "machista", que son por lo tanto sus enemigos- les hace buscar la solución, bien inventando autonomías reales o utópicas, bien mediante lo que llaman sus adeptas la "doble militancia". Hay también asociaciones independientes.

Las diferencias entre los diversos movimientos radican fundamentalmente en la edad de sus dirigentes y en su extracción socio-cultural. En general son jóvenes -el dato es interesante por cuanto supone de inexperiencia familiar o de vida- y suelen proceder de los medios obreros. Hay evidentemente algunas universitarias, y mujeres de más edad, pero éstas en franca minoría. Se publican más artículos de revistas y de divulgación que libros, ya que el tema no ha recabado aún la atención de los intelectuales, quizá por  considerarlo  pintoresco o anecdótico [3]. Por  último,  da  la  impresión de que, así  como  las  feministas  apolíticas  -que  por  cierto son tildadas de  "burguesas"  por  las  políticas-,  pretenden  cambiar las condiciones de la mujer en la sociedad desde abajo, éstas aspiran a transformar la sociedad y  la  cultura  desde  el  poder, como condición previa a la mejora  de  la  condición  de  la  mujer. Lo que ya no se sabe es  si  esa  transformación  que  pretenden  es fin y no medio. Es decir, si lo que les interesa no  es tanto  la  mujer como el poder.

Vale la pena, pues, ordenar los objetivos de ambas tendencias feministas.

2.        Objetivos del feminismo

Aunque en pocos textos figuran ordenados, se puede construir una lista de objetivos feministas, siguiendo por  una  parte un  orden cronológico, y por otra una jerarquía en las pretensiones. A nuestro parecer, pueden ser expresados del siguiente modo:

1.°     Denuncia de las injusticias y  discriminaciones  de que ha sido objeto la mujer en el pasado

En este campo se recopilan citas, datos y textos  que  demuestran la secular condición de inferioridad de la mujer, como mito (musa,  diosa)  o  esclava  (procreadora,  subordinada  al  hombre   y a los hijos, y objeto sexual).

El postulado marxista  de la lucha de clases,  vendría  a añadirse  a esta calificación, mediante  la  definición  del  hombre  opresor  y la  mujer  oprimida.  Esta  idea  se  habría  de  convertir  en  axioma o dogma desde el  que  se  interpretaría  dialécticamente  la  historia de las relaciones personales y  de las  instituciones  relacionadas con la mujer.

En el caso  de  la  mujer  trabajadora  se  dice  que  la  opresión  es doble  -"sobreexplotada"-  por  razón  de  su  sexo  y  por  razón de su trabajo, tanto en el hogar como fuera. El Capitalismo, enemigo público del proletariado, impondría a  la  mujer  un  doble yugo: relegándola al hogar, con lo que se evitaba una  serie  de costos sociales, tales como guarderías infantiles, hospitales para enfermos y ancianos, servicios colectivos de lavandería, restaurante, etc., y explotándola en la fábrica, con salarios de complemento y empleos "de tapadera", que serían los más afectados en épocas de crisis, como la actual.

Hombre opresor, sociedad patriarcal y capitalismo se habrían aliado contra la mujer, en una fabulosa conjura histórica internacional. Es así cómo la feminista adopta a priori una postura defensiva, de quien se sabe agredido.  Se  entiende  así  la  amargura de su comportamiento, su agresividad destructora, su rechazo global [4]

2.º     "Libre disposición del propio cuerpo" o libertad sexual

Para ello, legalización y difusión masiva -con propaganda a través de los medios de difusión y a cargo de la seguridad social­ de anticonceptivos. Legalización del aborto y de la esterilización, con todas las garantías sanitarias.

El derecho invocado aquí es el de "maternidad  libre"  ("mi vientre es mio y hago de él lo que quiero"). Aunque el  Feminismo condena la  pornografía  y las  violaciones,  sin  embargo  apoya y protege la homosexualidad  masculina  o  femenina,  viendo  en ella una forma de marginación social.

En este marco rechaza cualquier  planteamiento  ético  que  apele al derecho a la vida del niño o a la responsabilidad social. Las críticas a la URSS por su  cambio  de  política  familiar  están  en esta línea [5]

3.º     Igualdad con el hombre

Se formula este objetivo de modo funcional, en relación con el empleo, las leyes y la educación (que fueron los tres planos elegidos como objetivo de la igualdad de los sexos por el Año Internacional de la Mujer organizado por la ONU en 1975). A nivel esencial hay varias opiniones, desde quienes consideran que no hay diferencias naturales entre los sexos porque todo es cultura ("la mujer no nace, se  hace",  "la  mujer  es  producto  de  la  costumbre, no de la  naturaleza",  dice  S.  de  Beauvoir).  Hay  quien  no acepta más diferencias que  la  reproducción  femenina.  Otros, por último,  amplían  el  reconocimiento  de  las  diferencias  entre los sexos, pero atribuyen a la  Historia y la  cultura  la mayor  parte de ellas. Queda con ello abordado el problema antropológico de naturaleza o cultura.

El tradicional "sexo débil" se convierte en "sexo fuerte" o "primer sexo" [6] Y  en  determinados  sectores  se  alza  para  destruir  a su secular enemigo, el hombre. Una nueva dictadura de mujeres -ya  que  no   matriarcado-   pretende   sustituir   al  patriarcado   de la sociedad tradicional de occidente.

4.º Destrucción del sistema de valores de la "clase dominante" y de sus estructuras

Se entiende por  clase  dominante  a  la  "burguesía  capitalista" en denominación marxista. Las estructuras, según el mismo criterio,  son  las  instituciones,  en  concreto  la  familia,  la  Iglesia  y el "Stablisment".

Quizá el blanco de todas las iras  sea  la  familia.  Trataremos  este aspecto con más detenimiento en el punto siguiente.

5.º Reclutamiento y propaganda

Una de las preocupaciones del Feminismo es la "concienciación" de la sociedad, hombres, mujeres y niños, sobre la secular opresión de la mujer. Nótese  que éste  es el punto  importante,  no  la conquista de sus derechos. Reconocen en sus textos que hay muchos obstáculos y atribuyen a manipulación y engaño la resistencia de muchas mujeres  a  abandonar  el amor  a su  marido  y el cuidado de los hijos. En los hombres, es su situación de  privilegio la que les hace oponerse a la liberación de las mujeres tal como la propone el Feminismo.

Tan es así  que  este objetivo  llega en  ocasiones a  convertirse  en prioritario. Los medios más idóneos para conseguirlo son la educación y la propaganda, el escándalo público.

En la escuela se propugna la coeducación y la iniciación sexual de los niños por medies colectivos, y se emplea  cualquier medio, clases o edición de libros de texto, donde sean modificados los "roles" tradicionales de la mujer y el hombre y la relación de autoridad-obediencia de los padres y los hijos. Los maestros y educadores deben ser sensibilizados previamente con los de la ideología desestabilizadora. La reciente difusión del llamado "Libro rojo del Cole" entre algunos escolares  españoles  sigue  esta idea.

Tarea parecida se propugna para las mujeres. Aquí hay que convertir a las mujeres "burguesas" que tienen "mecanismos de escape" en su cultura y su dinero, lo que les permite pagar un servicio doméstico o "ir a  Londres a abortar" convenciéndolas de su papel de mujeres explotadas  por  razón  de su sexo.  Esther  Vilar descubriría un argumento sorprendente: el explotado es el varón,  no  la  mujer [7]     A  la   mujer  trabajadora,  dos  veces  explotada, se le propone todo un programa de acción: desde huelga de brazos caídos [8] hasta quema de prendas íntimas  en  manifestaciones públicas.

En síntesis, podemos constatar que  los  objetivos  que  propugna el Feminismo actual, sobre todo el radical, apuntan a una erradicación de los valores que a lo largo de los siglos han  acompañado a la mujer en el mundo: entrega, generosidad, abnegación, impulso y aliento desde la intimidad del  hogar.  Quién  sabe  si, como ha quedado dicho  más  arriba,  interesa  más  la  destrucción de esos valores que la promoción de la mujer. Quizá porque  en grado máximo los encarna  ella.  "La  corrupción  de  lo  óptimo  es lo pésimo".

3.        El feminismo y la familia

El lema que se repite hasta la saciedad en muchos textos feministas es éste "Hay  que  destruir  a  la  familia".  Algunas  veces se añade el calificativo "patriarcal", otras se omite. Nos encontramos, pues, remedando a  la  Historia,  con  un  nuevo  "Delenda est Carthago!".

¿Por qué "hay que destruir  a  la  familia"?  Porque,  siempre  en la mentalidad feminista, la familia resume y concreta todos los comportamientos y actitudes de una relación de dominio. El Estado, las leyes o la Iglesia son también reprobables  en  la  medida en que alientan y defienden esta situación.

"Hay que destruir a la familia" por lo que  tiene de  alienante  para la mujer. Y los argumentos se ordenan por conceptos:

1.º Unás tareas tediosas  y rutinarias,  atomizadas de tal  modo  que la mujer no llega a especializarse en nada.

2.º Una atadura al hogar por  la  reproducción  y el cuidado de  los hijos, que  le  impiden  realizarse  en  otra actividad,  el  trabajo o la política.

3.º Una subordinación al  marido,  del que  depende  por  razón de la autoridad marital y por razón económica.

4.º Una  perpetuación  de  las  ideologías  dominantes,  al prolongar la situación de dependencia de los hijos a la madre y de dominio sobre ellos.

5.º Por  último,  la   familia,  siguiendo   a   Engels  "es   el   último reducto de la propiedad privada". En el plano social, propugna la cohesión íntima de pocos miembros -familia nuclear- y la insolidaridad social. En el aspecto económico es un servicio gratuito que ahorra al capitalismo una serie de costos sociales, como se ha visto más arriba. A la hora  de  buscarle  sustitutivos,  se  aprecian dos posibles formas en clara correspondencia con las dos tendencias arriba descritas, la liberal-radical y la socialista.

Se trata en ambas de colectivizar la vida familiar, unas a conveniencia de los adultos o para respetar la libertad de  los  niños, otras siguiendo una rígida planificación estatal. En unos casos se propugna la promiscuidad entre padres e hijos. Germaine Greer piensa en una granja en el sur de Italia donde los niños serían atendidos por los adultos que voluntariamente se  prestasen  a ello, sin distinguir quién de ellos sería su padre o su madre [9] Y en otro:, sería la colectivización de los servicios domésticos al mismo nivel que la actividad laboral, tal como se hace  en  los  Kibbutz  israelíes. En el extremo  estaría  la  "liberación"  total  de  las  cargas  de la  maternidad  con  los  niños-probeta,  en  una   fiel  reproducción de "El mundo feliz" de Huxley.

De modo parcial, como primer paso, se promueven la independencia de la mujer respecto del hombre mediante  el trabajo, que le proporciona dinero y en ocasiones le otorga el prestigio que la familia no le da, y el divorcio, que reduce la vida conyugal a un contrato temporal. Se pide también la creación de guarderías infantiles gratuitas y... "obligatorias", lo mismo que la  inserción  de los ancianos y enfermos en los hospitales  y la  colectivización de  los demás servicios.

En suma, y  de  eso  se  trata,  todo  apunta  a  desterrar  la idea de intimidad en las relaciones personales.  Todo  es  de  todos  y nada es de nadie en particular, ni  siquiera  el  amor.  Unas  lo piden en nombre de la libertad, otras en nombre de la responsabilidad. Ambos conceptos aparecen asi disociados.

4.        Crítica y balance del feminismo

Quizá valga la pena hacer una réplica no detallada pero sí ajustada a los diversos aspectos que el Feminismo critica en la familia, tal como se describe en el apartado

1.º No tienen  por qué ser  tediosas,  rutinarias  ni atomizadas  las tareas domésticas. Lo son si se toman como fines de la vida familiar; no, cuando son medios para una convivencia  grata y educativa. En ese caso demandan una jerarquización en un orden de importancia: las personas antes que  las  cosas,  lo  importante  antes que lo urgente. Y las "tareas" (trabajos  materiales)  se  convierten en un medio para educar en una serie de hábitos  virtuosos: ni manías, ni negligencias; orden, puntualidad, delicadeza, buen gusto, etc.

Ver las "tareas" como ocasión de adquirir  una  buena  disciplina, para lograr un mayor aprovechamiento del tiempo y del esfuerzo, educa a quien las desempeña, y ennoblece las  tareas  mismas, al conferirles valor de trascendencia. "El trabajo, todo trabajo, es testimonio de la dignidad del hombre, de su dominio sobre la creación. Es ocasión de desarrollo de la propia personalidad" [10]

2.º "La  cadena  ata,  pero  también   une".  La  vinculación   de  la madre a los hijos es un hecho universalmente aceptado por la experiencia, pero es también un fenómeno derivado de la propia biología. Si es  la  madre  quien  ha  llevado  durante  nueve  meses al niño en su seno, es natural que sea ella quien tenga  más  contacto con él después de nacer, incluso más que el padre. Pero esa relación, que  efectivamente  reduce  sus  posibilidades  de  hacer  a la vez y al mismo tiempo otra cosa, es también un reto a la organización del tiempo y a la  jerarquización  de  las  tareas.  Y, sobre todo, es una vivencia que enseña mucho, más que todos los libros del mundo, sobre los sentimientos y la relación humana.

Sobre el amor. De tal modo que de ese aprendizaje  puede  derivarse una  actuación  social  -incluso  laboral,  política,  por  qué  no- que lleve a la sociedad esos valores familiares, vividos, sentidos y asumidos en la propia experiencia de una madre.

Se dice que en el ejercicio  de  una  profesión  es  preciso  aglutinar  ciencia-teoría  -Y  experiencia-práctica-.  Pero  no   se   especifica el orden. ¿Por qué no puede una madre vivir primero la experiencia, y luego adquirir los recursos técnicos y  la  sabiduría teórica  que  le  permitan  sistematizar  su   experiencia   y   transmitirla a los demás, en forma de docencia o de orientación?.

Es decir, la "realización" no va únicamente por la línea del trabajo o la política. Es esa una generalización que no resiste la crítica más simple. La "realización" está en la  línea  del  despliegue de las cualidades personales absolutamente originales y propias,  y  este  despliegue  puede darse  -y  se  da-  en la  conjunción de la actividad -la que sea- con la deliberada intención de perfeccionar esa actividad, de perfeccionarse en ella, y de  perfeccionar a otros mediante esa actividad.

3.º        La   subordinación   de  la   esposa  al   marido,   por   razón  de autoridad o por dinero, es hoy un anacronismo. Es más frecuente la situación inversa, la del "padre ausente", junto con la  tarea de reincorporarlo al hogar, motivo de quejas  y  de  descontento de muchas esposas. En cualquier caso, la autoridad real suele ser compartida, y la esposa suele administrar el dinero que gana el marido -o los dos-. Aunque aquí puede haber también problemas. Pero el que los haya es normal en toda convivencia humana, no un síntoma de fracaso. Habrá  que  verlo  también  como un reto a la superación.

4.º        Los   hijos   reclaman   la   autoridad   de   los   padres,  porque necesitan  de  su  aprobación  o   negativa   para   algo   tan   básico en su desarrollo psicológico como es su seguridad. La natural dependencia y subordinación de los hijos pequeños a sus padres es algo, no sólo inevitable, sino  saludable.  Y  así  como  los  padres son el marco de referencia de la valoración de las cosas para los  hijos pequeños, los padres aprenden  también  a  ir  adaptándose  a los cambios que sobrevienen a los hijos en  su  desarrollo  biológico, mental, afectivo y espiritual. Pero, no porque es difícil mantener el timón de la familia,  tiene  sentido  abandonar  la  autoridad, pretextando que supone un dominio sobre los hijos.

5.° Es difícil de creer que la sociedad  está  compuesta  de  células cerradas e insolidarias entre sí, como se reafirma en Leibniz. El bien, como el amor, es difusivo, y donde el amor se vive con generosidad, como por ejemplo, en las familias numerosas, se comprueba cómo, a pesar de las dificultades materiales que ello comporta, esos hijos son desenvueltos, decididos, se integran con facilidad en la escuela, tienen amigos, colaboran.

Por último, el ser humano necesita de unas relaciones personales donde pueda volcar su intimidad. Y eso se da con la mayor naturalidad en el seno de la  familia,  no  en el  foro  público  ni  en  la estación de ferrocarril. Las relaciones familiares, cuyas características son la intimidad, la reiteración, la relación directa y complementaria entre pocas personas, fijas y permanentes, y, por último, la afectividad, se ha descubierto  que son  el elemento  clave en toda educación.

Sostener la familia y favorecer el desarrollo de su intimidad -que no excluye, sino que favorece su apertura  social-  es  también la mejor inversión social que pueda hacer cualquier sistema político y económico, en legitimo provecho del bien común. Más aún, la familia, la maternidad son la razón de  ser  de  la  tarea política y social.

Al hacer un balance sobre el feminismo radical, subrayaría dos aspectos. Por un lado, es una  alternativa  totalitaria  y  reductora para la propia mujer y, por el enorme influjo  que  la  mujer  ejerce en la familia, para la sociedad. Donde además el afán propagandístico es desestabilizador y violento,  puede  arrastrar  a  una serie de víctimas al fracaso y la desesperanza. Entre esas víctimas están potencialmente los jóvenes, idealistas, fascinables  y  proclives a adoptar soluciones extremas.

Por otro lado, supone  un  reto:  plantea  la  necesidad  de  clarificar posturas entre las mujeres, los hombres,  y  esa  masa  conformista  que  siempre  es  compañero  de  viaje  de  los  que  predican la ley del mínimo esfuerzo.

Ya se ven los resultados. El tema de la mujer ha pasado a protagonizar unos cuantos estudios, y realizaciones. El de la familia, -la contestación de los jóvenes  no es ajena a este  problema- ocupa la atención de políticos, científicos, educadores y moralistas. Es tema, junto con el matrimonio, que ha sido elegido para el Sínodo de Obispos que habrá de celebrarse  próximamente. Se me ocurre también, en este punto, aportar un par de  sugerencias:

1.ª Hasta ahora los problemas -las situaciones desviadas o dolorosas- han llamado la atención de la  gente. Hay  en  ello  como una tónica apesadumbrada, de enderezamiento de las cuestiones problemáticas. Pues bien, puesto  que  disponemos  de  tantos testimonios positivos y felices, de mujeres "realizadas" en su hogar o en su trabajo, sin que necesariamente participen de los planteamientos feministas, ¿por qué no  aprender  de  ellas?  ¿por qué no darles publicidad?

Es hora ya de tomar como objeto de estudio, no los casos anormales y patológicos, sino los casos normales.

2.ª  Sin  tener  que  adoptar  la  postura   reactiva  "lo  contrario del Feminismo es lo bueno", conviene conocer la parte de verdad que hay en su denuncia (efectivamente hubo discriminación his­tórica de la mujer), pero remediarlo en el sentido más digno y humano. Podrá ser mediante  la igualdad  de  oportunidades, o  por  el reconocimiento concreto y práctico de  la  dignidad  de  la  mujer, o a través de la valoración personal  y  social  de  sus  funciones, tanto el hogar como el trabajo. Y otras medidas que las circunstancias  vayan  planteando,  de  tal  modo  que  no  se  presente el Feminismo como el único Movimiento que se ocupa de la  mu­jer, ni termine captando a  las  que  se  encuentran  solas,  sin  ayuda ni orientación.

Es necesario dar a conocer las iniciativas que ya existen para asistir a la mujer en esta  difícil época  que  le  está  tocando  vivir. Es preciso también potenciar, con un alarde de realismo e imaginación. muchas fórmulas más.

Se trata de arrebatar al Feminismo,  aun  aceptando  el  incentivo de su reto, el aparente monopolio de la "liberación de  la mujer".

Ana Mª Navarro, en dadun.unav.edu/

Notas:

1.         Amalia  MARTÍN  GAMERO,  Antología  del   Feminismo,   Alianza   Editorial, Madrid 1975, pp. 51-57.

2.         En Diciembre de 1975 aparece el Seminario Colectivo Feminista, organizando las Primeras Jornadas por la  Liberación  de  la  Mujer.  En  junio  de 1976 le seguirán las Jornadas Catalanas de la Dona.  Después,  una  prolifera­ ción de organismos y actividades. (Cfr. Magdalena VELASCO, ¿Qué hay  detrás de los Movimientos Feministas? en "Mundo Cristiano", abril 1978).

3.         Cfr. Carpeta Langaiak. Distribuido por  IPES  (Instituto  Promoción  Es­ tudios Sociales), Navarra 1980. Contiene unas cuantas  fotocopias  de  los  dis­ cursos  pronunciados  en  un  Cursillo  sobre  Feminismo   que,  con   gran  afluencia de jóvenes de  ambos  sexos,  están  teniendo  lugar  en  Pamplona  en  los  me­ ses de marzo y abril de 1980. Los títulos son significativos: Notas sobre el tema Feminismo y lucha  de  Clases  (Empar  PINEDA):  Sobre  los  conciptos  utilizados en el  Feminismo  (contradicción,  clase,  etc.)  (Gretel  AMMAUN MARTÍNEZ);  La toma de poder.  Dictadura  de  la  mujer  (Ana  EsTANY);  El  Feminismo  como opción política (s. a.).

4.         Una feminista declaraba en 1979 ante las cámaras de TVE  que  el  piropo debía ser castigado por la ley.

5.         "Marx nos ha vendido",  dice la  declaración  del  grupo  italiano  "Rivolta feminile".

6.         S. DE BEAuvom, La deuxieme sexe, Gallimard, 1949 (2 tomos); Ashley MONTAGU, Le premier sexe, Laffont, Paris 1970.

7.         Esther VILAR, El varón domado, Plaza y Janés, 1973. Cfr. J. M.ª IÑIGO,

La bomba Ester Vilar, Plaza y Janés, Barcelona 1975.

8.         Para el 8 de marzo, declarado como Día Internacional de la l'.'.Iujer trabajadora, se dictaminó una huelza de brazos caídos en  el  hogar  y  en  el  trabajo. Tanto en Norteamérica como en España tuvo muy  poco  eco  esta iniciativa.

9.         Cfr. A. STASSINOPOULOS, La mujer femenina, Grljalbo, Barcelona 1974.

10.       J. ESCRIVA DE BALAGUER, Es Cristo que pasa, Madrid 1973, n. 47.