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BERNARDE GEMMA

Oh Bernardo, joya insigne del Cielo, haz que este himno que entonamos en tu honor, redunde para nosotros en Premio gozoso de salvación.

Señalándote con la herida íntima de su Amor, el Señor te quiso de su Esposa la Iglesia, columna, escudo y lámpara.

El Espíritu Santo te hizo locuaz en la predicación de la Verdad y te mostró la miel secreta que alimenta a los Ángeles.

Y tu Madre, la Virgen a la que nadie ensalzó con más hondura y elocuencia, te colmó de la ternura de su amor.

Prelados, reyes y doctores te buscaron como árbitro y adquiriste renombre entre las gentes por amor a la soledad de tu claustro.

Al glorificarte por sentirnos llamados al Premio de tu contemplación, Te pedimos, oh Trinidad Beatísima, nos concedas benignamente gozar, con San Bernardo, de las alegrías eternas. Amén.

 


 

RERUM SUPREMO

Relumbrante de espléndida belleza Te asientas en la cima del mundo, oh Virgen Reina.

Predestinada para ser Madre de Aquel que te dio el ser, Tú eres la Obra maestra de Dios, que superas en brillo al resto de la creación.

Cuando el Señor pendía, ensangrentado, de lo alto de la Cruz, te quiso partícipe de su Pasión y, así, Madre de todos nosotros.

Adornada de tantos privilegios, mira a tus hijos entusiasmados y acoge, complacida, nuestro cántico de alabanza.

Gloria al Padre, a tu Hijo y al Espíritu Santo, que tan admirablemente te revistieron de su gracia, Amén.

 


 

O QUAM GLORÍFICA

Descendencia regia de la estirpe de David y entronizada por encima de todos los Angeles ¡qué luz tan gloriosa la tuya, oh Virgen María!

Con el honor de ser Virgen y Madre, toda pura, preparaste en tu seno sacratísimo un Sagrario para el Señor de los Cielos, donde nació Cristo, Dios hecho Hombre.

Al que adora toda la tierra, ante Quien el mundo entero dobla su rodilla, pídele, Madre, que, ahuyentando todo lo que sea tiniebla, nos otorgue el gozo de su Luz.

Concédenoslo así, oh Padre de las luces, por medio de tu Hijo que con el Espíritu Santo, reina y nos gobierna por los siglos de los siglos. Amén.

 


 

MOLE GRAVATI

Abrumados por el peso de nuestros pecados, nos acogemos a tu refugio, y ahí, oh Reina del Cielo, no desoigas nuestras preces.

Atiende a nuestro canto, Tú que eres la Puerta del Cielo, por la que se nos devuelve la esperanza que Eva, pecando robo.

Y ya que eres Reina nuestra y Madre del Rey llena de bondad y dulzura, consigue para tus siervos una vida santa y tiempo de reparar.

Cuando Tú pides, piden también Contigo el ejército de los Bienaventurados: atrae, así, para nosotros, oh María Santísima, la clemencia del Señor.

Oh Virgen, del mundo Soberana, no dejes incumplidos los deseos de los fieles, y tras esta vida —tan frágil—, condúcenos a la paz verdadera.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, que Te embellecieron de gloria, por encima del Cielo. Amén.

 


 

RELUCENS INTER PRINCIPES

Acoge nuestras súplicas y alabanzas oh Bartolomé, que brillas entre los Príncipes de la Corte egregia de Dios.

El Señor dirigió su mirada amable hacia ti, porque reconoció que en tu corazón anidaba una sinceridad grande y noble.

Al que habían vaticinado los Profetas, por Quien suspiraban los siglos se presenta, de repente, ante ti, y rebosaste de alegría.

El Señor te quiere con Él, comprometido en su seguimiento, saboreando la aspereza de la Cruz para recibir, después, el Galardón del Cielo.

Amigo y discípulo de Cristo, el Señor de la Historia, tú enciendes a los hombres con la vida del Maestro por Quien te diste del todo.

Gloria a Ti Jesús, y por los méritos de San Bartolomé, concédenos gozar de las alegrías eternas en nuestra verdadera Patria. Amén.

 


 

FULGET IN CÆLIS

Brilla en el Cielo Agustín, sacerdote venerable, estrella resplandeciente entre los Doctores, que difunde por todo el mundo el destello purísimo de la fe.

Exulta gozosa, oh Jerusalén celeste, y profiere alabanzas al Salvador que allegó admirablemente a Sí a uno de tus ciudadanos ilustres y le colmó de luz.

Como vigía que permanece siempre en vela, afianza la fe divina y la defiende con fortaleza, rebatiendo y sanando las malas costumbres con su claridad de doctrina.

Tú que como Obispo solícito de la grey de Cristo, destacas como modelo para el clero y los monjes, consigue para nosotros la mirada compasiva del Señor.

Alabanza, gloria y honor a la Trinidad Beatísima, en cuyos misterios profundizaste con amor en la tierra y de cuyo glorioso resplandor gozas ahora en el Cielo. Amén.

 


 

PRÆCESSOR ALMUS

Oh Juan precursor de la gracia, mensajero de la Verdad, lámpara de Cristo y evangelista de su luz eterna.

Que con tu voz, tu vida y tus obras compusiste un canto profético, que tu muerte santa se encargó de confirmar.

Pues de la misma manera que, al nacer, te adelantaste al que venía para el mundo y le señalaste después como Autor del Bautismo.

Así presagiaste con tu sangre, que moriría inocente para devolvernos la Vida.

Concédenos, oh Padre, seguir la senda de Juan y así podamos cosechar los dones eternos de Cristo. Amén.

 


 

O NIMIS

Oh Juan inmensamente dichoso, esclarecido de méritos, sin mancha que empañe la blancura de tu pureza, mártir insigne, poblador de los desiertos y el más grande de los Profetas:

Sé tú, ahora, tan poderoso por tus méritos, quien ablande la roca dura de nuestro corazón, allane las asperezas del camino y enderece nuestro sendero tortuoso.

Para que al venir el piadoso Creador y Redentor del mundo, se digne grabar sus huellas en lo más hondo de nuestras almas, sin sombra ya de pecado.

Mientras los Santos del Cielo Te glorifican, oh Dios Uno y Trino, nosotros peregrinos, confiamos alcanzar de tu misericordia, tu perdón y tu venia. Amén.