Serie cotidiana

NUNC SANCTE

Oh Dios Espíritu Santo, que eres uno con el Padre y el Hijo, dígnate ahora adentrarte presto en nosotros, infundido de nuevo en nuestras almas.

Que la lengua, los labios, el alma y los sentidos, resuenen con fuerza en tu alabanza, y avivándose el amor, se encienda la caridad fraterna.

Haz que por Ti sepamos del Padre, y conozcamos también al Hijo: haz que creamos siempre en Ti, que, procediendo de ambos, eres su Espíritu. Amén.

CERTUM TENENTES

Guardando el orden debido, al llegar la hora Tercia del día, pidamos con mente pura, la fe, la esperanza y la caridad.

Para que seamos morada de aquel Santo Espíritu, que a esta hora, en otro tiempo, se repartió, colmándoles, entre cada uno de los Apóstoles.

Con el proceder de aquel orden, el Creador del reino celestial, ha ordenado todas las cosas, para el Premio de nuestra vida eterna.

Gloria a Dios Padre, y a su Hijo Unigénito, con el Espíritu Paráclito, por los siglos de los siglos. Amén.

RECTOR POTENS

Rector Todopoderoso y Dios verdadero, que, moderando los sucesos, envuelves de esplendores la alborada, y el mediodía como de fuego.

Extingue las discordias apasionadas, y aparta el calor enojoso, concede a los cuerpos la salud, y tu paz auténtica a las almas.

Concédenoslo, Padre misericordioso, que con tu Hijo Unigénito y el Espíritu Paráclito, reinas por los siglos de los siglos. Amén.

DICAMUS LAUDES

Al llegar la hora de Sexta, reclamándonos a la oración, alabemos al Señor, con todo el fervor de nuestras almas.

Porque fue cabalmente en esta hora, cuando el Cordero inocente, en virtud del poder de su Cruz, de Víctima, se hizo para los fieles gloria de salvación eterna.

A cuya luz vivísima se nubla el mediodía, invitándonos a acoger sinceramente el fulgor de una gracia tan grande.

Gloria a Dios Padre, y a su Hijo Unigénito, con el Espíritu Paráclito, por los siglos de los siglos. Amén.

RERUM DEUS

Oh Dios, Fuerza vital del Universo, que permaneciendo inmóvil en Ti mismo, estableces la sucesión de los tiempos, y los intervalos de la luz diurna.

Concédenos un anochecer luminoso, en el que nuestra vida ya nunca muera, antes bien, sea la gloria eterna, el premio de una muerte santa.

Concédenoslo, Padre misericordioso, que con tu Hijo Unigénito, y el Espíritu Paráclito, reinas por los siglos de los siglos. Amén.

TERNIS HORARUM

Llegando la hora de Nona, con el beneplácito del Señor, cantemos, entonando con devoción, al Trino y Único Dios.

Guardando puro en nuestro interior el misterio santo de Dios, ensalcémosle también nosotros, imitando a los Apóstoles.

Ellos, siguiendo aquel proceder de Pedro, que fue causa de salud, consoliden nuestros pies, aún débiles, con la fuerza misma del Señor.

Gloria a Dios Padre, y a su Hijo Unigénito, con el Espíritu Paráclito, por los siglos de los siglos. Amén.