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No hay que llamar familia a todo lo que se le parece

Constituida por el matrimonio, tiene una estructura esencial, invariable e invariada en el tiempo

TheFamilyWatch.org

Pedro Almodóvar puede estar totalmente seguro de que Benedicto XVI no necesita dar un paseo fuera del Vaticano para conocer ciertos fenómenos sociales que, por otra parte, son bastante Almudi.org - Giuseppe Dalla Torremarginales si nos fijamos en el total de los habitantes de la Tierra, y más aún si nos distanciamos de ciertos ámbitos que muestran la decadencia de Occidente. El cineasta parece afirmar que el Papa no conoce más que “la variante católica de la familia” y que ignora la supuesta realidad de una variedad de experiencias familiares. De ahí la invitación a abandonar el Vaticano para tener una visión más completa del mundo, ya que “es una absoluta locura no reconocer cómo viven hoy en día millones de personas”.

«Almodóvar puede estar totalmente seguro de que el Papa no necesita dar ese paseo, porque la Iglesia está presente en una red enorme que envuelve todo el mundo, enraizada en todas la estructuras eclesiales, las asociaciones y movimientos, las obras sociales y de voluntariado y los variadísimos instrumentos de caridad, gracias a los cuales su conocimiento de lo que sucede en el mundo es sin duda muy preciso.

Lo que cabe preguntarse es qué horizonte tiene y cuáles son las fuentes de conocimiento de quienes lanzan provocaciones tan poco fundamentadas, además de señalar que no existe “la variante católica de la familia”, puesto que la familia, como sociedad constituida por el matrimonio, tiene un estructura esencial, invariable e invariada en el tiempo, como se puede observar desde el punto de vista histórico, etnológico, antropológico y jurídico.

El matrimonio cristiano no es más que la elevación a la dignidad de sacramento entre los bautizados de una realidad natural. Por supuesto, la historia enseña que, en cada caso concreto, la experiencia personal puede ajustarse más o menos al modelo, y que hay ejemplos de fracaso, humanamente muy dolorosos y que merecen toda la comprensión y el afecto, pero también hay otros de heroísmo en la fidelidad al compromiso, en la voluntad de buscar el bien del cónyuge, de los hijos o de otros miembros de la familia, incluso cuando el afecto se ha terminado o cuando deja de tener sentido la convivencia.

La historia enseña que pueden darse muestras de solidaridad humana al margen de la familia, en las que los vínculos de la sangre no cuentan porque no han sido el origen de la unión, y que pueden resultar muy útiles para ocuparse de los más pequeños y los más débiles, de los que no podrían subsistir solos. Y son muestras de solidaridad de las que –gracias a Dios– está llena la vida diaria, que humanizan la convivencia y que no siempre están debidamente apoyadas ni alentadas. Pero eso no significa que puedan sustituir a la familia, que pueda llamarse familia a lo que no lo es. […].

Volviendo a Almodóvar, la duda que surge es si cierto cine actual quiere ser realmente un reflejo de la realidad o, por el contrario, quiere incidir sobre la realidad social para modificar los valores éticos y culturales. ¿Estamos ante una descripción o una manipulación? ¿Narra las dificultades que la familia encuentra hoy para cumplir con su propia naturaleza en determinados contextos, o persigue el objetivo ideológico –aunque sea utópico– de terminar con ella?».

El autor es Presidente del Tribunal del Estado de la Ciudad del Vaticano y Rector de la Universidad LUMSA de Roma

(Artículo publicado originariamente en Avvenire)

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