Trabajaba en este artículo desde hace unos días, pero la última hora del coronavirus en España me ha empujado a terminarlo esta misma noche y publicarlo ahora. Espero que pueda servir como una pequeña reflexión y sea útil a alguien
Como sabéis algunos que estáis siguiendo los acontecimientos por redes sociales, soy una de esas miles de personas atrapadas en aislamiento en Italia por el coronavirus. Todo empezó hace ya casi tres semanas, aunque a mí me parece ya una vida, sin exagerar. Mi vida y la de mi familia se “congeló” en cierto modo el pasado 21 de febrero, y de momento ahí seguimos. Colegios y guarderías cerrados hasta el 15 de abril, por lo menos, lo que supone practicamente dos meses de niños en casa. La normalidad se fue y quién sabe cuándo volverá. La cotidianidad ahora es otra completamente distinta. Vivimos los cinco juntos en casa. Mi marido trabaja en nuestro dormitorio con un escritorio improvisado con la mesa del cambiador, y yo me encargo de los niños y de la casa. Salimos a tomar aire con ellos un par de días a la semana, y yo quizás otros dos salgo a hacer recados necesarios. Eso es todo. Nuestra vida transcurre básicamente entre las cuatro paredes de nuestra casa.
Cuando todo empezó y nos avisaron de que los niños no irían al colegio durante una semana, por algún motivo que no consigo explicar puesto que no soy experta de nada (y menos de esto), supe que la cosa sería mucho más larga de lo que decían. Se lo comenté a mi marido y a alguna amiga: estaba convencida de que nos esperaba al menos un mes de encierro por culpa del coronavirus. Y qué paradoja, me quedé corta. Lo supe e incomprensiblemente lo asumí con total calma. Dentro de mí intuí que este momento era histórico y que lo tenía que vivir como una oportunidad. Vaya locura, dirán algunos, ¡una oportunidad! Pues sí señor. Eso pensé. Es una oportunidad para mi generación, la del bienestar. Estamos acostumbrados a vidas relativamente cómodas (dentro de lo que puedo siendo madre de familia numerosa, no pierdo ocasión para garantizarme un poco de bienestar, no lo niego) y un aislamiento en familia es un reto para la comodidad de cualquiera.
Pocos días después comprendí algo aún más importante. Este aislamiento por el coronavirus iba a ser una oportunidad… para buscar la santidad. ¿Siempre he querido ser santa, no? Pues he aquí que el Cielo me lo ha servido en bandeja. Me levanto por las mañanas y sirvo, sirvo, sirvo. No es que no lo hiciera ya antes, pero ahora, lo prometo, se ha multiplicado por tres. ¡Qué suerte la mía! Y lo digo en serio. No me queda tiempo para pensar mucho en mí, lo cual es seguramente una suerte para mi conversión. Cocinar, limpiar, organizar, cambiar niños, poner lavadoras, inventar manualidades, buscar recetas niño-friendly, ordenar de acá para allá. No tengo tiempo para pensar mucho en mis cosas. Llego a la noche que no siempre tengo fuerzas para leer. No pasa nada. Repaso el día y “me salen las cuentas”: ha sido fantástico, he servido y me he entregado. ¿Qué mejor uso del tiempo habría podido hacer? Vivimos en santidad cuando realizamos nuestro trabajo con generosidad y entrega, con amor. No necesariamente sin lágrimas o sin frustraciones, pero sabiendo que Dios nos está enseñando a través de todo ello. El otro día me metí el rosario en el bolsillo y desde entonces voy por la casa con él a todas partes. Saco la secadora y saco el rosario. Preparo los purés del pequeño, saco el rosario. No siempre lo rezo, pero siempre conmigo y siempre procuro mirarlo, aunque sea de reojo. Viviendo en Su presencia y ofreciendo cuando me acuerdo. Y cuando no… Paciencia. Lo digo y lo recuerdo: ésta es una gran oportunidad que nos ha llegado del Cielo para ayudarnos a ser santos. No podemos desperdiciarla.
Además, desde el momento en el que se nos comunicó el cierre de colegios he querido que éste fuera un tiempo que sea útil y que diese fruto. Las oportunidades de este tiempo de aislamiento son tantas que no sé ni por dónde empezar. Aquí dejo algunas:
[Queda pendiente un post práctico con ideas para madres en aislamiento por coronavirus. Espero encontrar tiempo para prepararlo…]
Sara Martín, en mujeresteniamosqueser.com.
Enlace relacionado
Ante la alerta sanitaria de las últimas semanas, las autoridades de algunas ciudades piden que reduzcamos al máximo la actividad social e intentemos estar en casa. Este artículo recoge recursos para afrontar la nueva situación a nivel espiritual y humano (Fuente: opusdei.org.).