Dios nos sorprende siempre

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Escrito por José Antonio García-Prieto Segura
Publicado: 11 Junio 2025

“Rema mar adentro y echad las redes para pescar” (Lc 5, 4)

          El título de estas líneas lo he tomado del autor de “Romper el hielo”, Raimo Goyarrola. Esa frase -“Dios nos sorprende siempre”- la escribió en la dedicatoria del ejemplar que le presenté, para tener así un recuerdo personal. Podrían haber sustituido al título con que lo ha publicado porque, en el fondo, sólo la presencia y actividad de Dios -ocultas en la sombra de nuestras vidas- explican el desenlace sorprendente de muchas historias vividas por Raimo en Finlandia y recogidas en “Romper el hielo” 

         Con todo, ese título tan gráfico y metafórico es muy apropiado porque simboliza los retos que suponen en un clima gélido, con temperaturas en invierno de -15º C como media, y mínimas de –25 ó –30º C, enfrentarse no solo a semejante climatología, sino también y principalmente, establecer relaciones humanas y espirituales, llenas de afecto y cálida cercanía, en un país donde el catolicismo es enormemente minoritario: solo unos 20.000 católicos, por 3.600.000 luteranos, en una población total de unos 5.500.000  habitantes. Mons. Raimo, médico, sacerdote, y desde 2023 obispo de Helsinky, marchó a Finlandia en el año 2006, donde comenzó a vivir las apasionantes historias que ofrece en este libro.

          Como escribe en el Prólogo, no trata de ofrecernos una biografía sino más bien sus experiencias pastorales, por si animan a vivir más confiados en Dios y en su amorosa Providencia; está plenamente convencido de que el Señor es el principal y auténtico protagonista de las historias del libro, aunque permanece en la sombra, como decía antes, y más de una vez sorprende a su instrumento por el desenlace tan positivo de situaciones de suyo complejas, y de difícil salida. Son momentos reconfortantes que, como rayos luminosos o guiños del Cielo y sin ningún tipo de milagrerías, vinieran a decirle: “Sí, aquí estoy Yo”.

          El libro arranca con un “Preámbulo” que calificaría como “película de suspense” para, una vez situado al lector en las coordinadas de los sucesos que relatará, comienza ya la exposición de cada uno de ellos. Siendo muy diferentes unos de otros, componen sin embargo un estupendo mosaico, conformado por piezas muy originales, historias humanas todas ellas, iniciadas algunas a pie de calle, y vividas siempre a fondo, con el deseo de llevar la alegría y la paz de Dios a cuantas personas encuentra en su camino.  

          Todo el texto se desarrolla en capítulos breves, 52 exactamente, con títulos llamativos que algunas veces harían pensar que tenemos entre manos un libro, por así decir, “religioso”; y otros en cambio que le hacen vivir historias de alegre diversión y entretenimiento. Entre los primeros, citaría por ejemplo los siguientes: “La procesión del Corpus Christi”; “Enseñando Religión en escuelas públicas”; “Ratzinger: maestro de teología”; “Mi encuentro con tres Papas”. Por parte de los capítulos graciosos y hasta chistosos, cabría mencionar: “En el equipo de fútbol del barrio”; “El Athletic de Bilbao nos visita”; “Encuentros sorpresa con gente ebria”. Y como fruto de su actividad sacerdotal, incansable y “todo terreno” por así decir, están por ejemplo los titulados: “Capellanías universitarias”; “Capellán militar: visitando cuarteles”; “Entre los barrotes de la cárcel”; “Por las estepas de Siberia”. No haré spoiler de “Romper el hielo”, pero sí señalaré algunas características de fondo muy importantes porque, junto al clima gracioso y divertido que decía, dan consistencia y son referentes claves en el serio trabajo -hoy episcopal- de Mons. Goyarrola.

          Sabe perfectamente que su presencia en Finlandia obedece al deseo de llevar la fe católica y la alegría de la vida cristiana a todas las personas de ese país que él, bilbaíno de nacimiento, ya ha hecho suyo. Por eso, referentes firmes de su actividad que aparecen a lo largo del libro, son las necesidades espirituales y humanas -siempre mutuamente inseparables- de cuantas personas busca expresamente, o la Providencia hace que se crucen en su camino. Y así, vemos su personal cercanía para atender todo tipo de situaciones: desde ayudas a refugiados ucranianos, hasta la promoción de cuidados paliativos en los que se ha implicación a fondo, como fruto de su tesis doctoral en Medicina, sobre esta perentoria necesidad. 

          Aspecto esencial a lo largo del libro es el ecumenismo porque, especialmente en Finlandia, alcanzar la unidad de los cristianos es una meta muy viva.  Su dedicación a este objetivo la manifiesta desde encuentros a gran nivel, con miembros de la alta jerarquía de las distintas confesiones religiosas en aquel país y en otras naciones europeas, hasta la atención de personas singulares. Así, por ejemplo, refiere el caso de una joven luterana que atravesaba una crisis espiritual, y buscó su ayuda simplemente porque él era católico, lo que subraya el papel de la Iglesia católica como refugio y fuente de esperanza. 

          Tampoco faltan encuentros fortuitos en plena calle o en un medio de transporte, que le brindan una inesperada ocasión para hablar de Dios o de la Iglesia católica; sucedió así que, en cierta ocasión, requerido por el pasajero de un tranvía para que le explicara las diferencias religiosas entre católicos y luteranos, al tener que elevar su voz por una circunstancia personal de su interlocutor, pudo advertir que todos los ocupantes del convoy comenzaron a seguían con suma atención e interés las explicaciones del sacerdote.

          El conjunto del hacer humano y espiritual de Raimo, reflejado en “Romper el hielo”, me ha llevado a rememorar la actividad del apóstol Pedro cuando arroja sus redes en el mar de Galilea, obedeciendo al mandato del Señor: “Rema mar adentro y echad las redes para pescar” (Lc 5, 4). El asombro de Pedro y de quienes le acompañaban no se hizo esperar.  A XXI siglos de distancia, aquel mandato sigue en pie y Dios -en los fríos mares de Finlandia, como en cualquier lugar del mundo- sigue sorprendiendo, si cuenta con personas que vayan adelante y echen las redes, sabiendo que es el Señor quien lo quiere y pone el incremento.

          Para terminar, citaré el texto completo de la dedicatoria que mencionaba al principio, porque recoge el espíritu de san Josemaría que, entre otras cosas, le llevaba a desear que los cristianos fuésemos en medio del mundo “sembradores de paz y de alegría”. Raimo, como miembro del Opus Dei, ha seguido ese espíritu y es lo que le ha hecho vivir tantas historias y a compartirlas en su libro. La dedicatoria completa, fechada en Bilbao el 27 de marzo de este año, dice así: “Con magnanimidad y audacia Dios nos sorprende siempre. Que le llevemos a los demás, sembrando paz y alegría”.

          Ojalá que sean muchos los lectores de “Romper el hielo” y que, a través de sus páginas, nos siga llegando la voz del Señor de “remar mar adentro”; si con magnanimidad y audacia le hacemos caso, también podremos comprobar personalmente que, en efecto, Dios nos sorprende siempre.

José Antonio García-Prieto Segura en elconfidencialdigital.com.com