Tener paz antes que tener razón
Lo que usted me cuenta es una situación que ocurre con frecuencia, y en muchas ocasiones está producida por una cierta rutina que se ha metido por las rendijas de la vida. También puede ser por picos de trabajo en lo profesional. Parece que todo cuesta más. Se quiere llegar a todo y hacerlo todo perfecto.
Lo primero que le diría es que, si puede, le proponga a su marido hacer algo nuevo. Por ejemplo, irse un fin de semana a algún sitio o salir dos días seguidos a cenar fuera. Aunque sean unas cañas y unos pinchos. Necesitan estar juntos y hablar de cosas de la vida corriente. De algo que no sea todo importante. Saber desconectar del trabajo y de los hijos, aunque sea por poco tiempo.
Tenga en cuenta que, si no se tiene cuidado, la vida matrimonial puede convertirse en un «despachar» con el otro los asuntos pendientes o en «darse noticias» cuando se ven a última hora.
En realidad, no hay comunicación sino una información cotidiana sobre lo que hay que hacer diariamente para cubrir mínimos.
Es bueno hablar, poner con serenidad asuntos encima de la mesa. Decir cómo me encuentro y por qué. Hablar sin la televisión encendida. Y sin mirar el móvil. Sin enfadarse, sin culpar al otro. Con el deseo de ser comprendido y comprender.
Muchas veces en el matrimonio cuesta más decirse las cosas que en el noviazgo, porque uno percibe que va a ser inútil
Es curioso, pero muchas veces en el matrimonio cuesta más decirse las cosas, abrir el corazón, que en el noviazgo, porque uno percibe que va a ser inútil y además puede terminar en una serie de reproches mutuos. Hay que apelar a hablar escuchando lo que el otro quiere decir y hacerlo con educación.
También hay que tener en cuenta que el «deseo de tener razón» y la capacidad que tenemos de echar la culpa al otro es una de las drogas que más matrimonios destruye. No es el alcohol, ni las drogas duras. Es el deseo de sojuzgar al otro, de que haga las cosas como yo quiero. El no dar nunca el brazo a torcer, el quedar por encima.
El perdón forma parte del amor, y en un matrimonio hay que saber hasta discutir con sentido común. Por ejemplo, no sacar todo en una pelea, no echar mano del pasado y poner las mismas cosas negativas del otro continuamente encima de la mesa. Lo perdonado está olvidado y no sale más.
El perdón forma parte del amor, y en un matrimonio hay que saber discutir con sentido común, no sacar todo en una pelea
Lógicamente uno sigue acordándose de las cosas negativas del otro, lo contrario sería una demencia senil repentina. Eso no impide que haya que tener la suficiente presencia de ánimo para saber que lo perdonado no se vuelve a sacar en las discusiones. Si esto no es así, o el pasado no está perdonado o está siendo utilizado para chantajear cuando surgen desavenencias.
Además, siempre estaremos discutiendo por las mismas cosas, sacaremos del pasado aquello que nos conviene para quedar por encima. Eso genera más discusión, el matrimonio se irá deteriorando y no sabremos cómo salir del atolladero.
Saber quitarle importancia a las cosas y decir con frecuencia que no pasa nada y sonreír es una medida inteligente para solventar discusiones muchas veces ocasionadas por el cansancio que lleva consigo la vida de cada día.
Hay que saber elegir tener paz antes que tener razón. Sabiendo que eso cuesta.
José María Contreras Luzón en eldebate.com