Educar la sexualidad es la gran laguna de los padres buenos que quieren hacer las cosas bien
“Sé que lo que quiero para mis hijos es que los quieran. Quiero que nadie les haga daño. Quiero que encuentren la felicidad verdadera y el amor incondicional (…) depende de los padres que los hijos encuentren un gran amor. Depende de la educación que les demos, de los valores que seamos capaces de transmitirles (…) Este libro trata de eso. De cómo los padres podemos” (pág. 14). Con estas contundentes frases presenta Micaela Menárguez su nuevo libro Solo quiero que te quieran (Ed. Rialp, 2025, 140 págs.) que complementa su anterior obra “Solo quiero que me quieran” que ya recensioné y aconsejé en este blog.
Micaela es doctora en farmacia, madre de familia numerosa, directora del máster de bioética de la UCAM, profesora de fecundidad y planificación familiar en la Universidad San Pablo-CEU e imparte habitualmente charlas y cursos de educación sexual a adolescentes y padres. Sabe, por tanto, de lo que habla. He sido testigo de cómo sus charlas motivan a jóvenes que, a raíz de sus palabras, abren su corazón y se plantean ideales nobles. Merece la pena leer el libro que ahora recensiono; ayudará a padres y jóvenes a pensar con seriedad en el amor, la sexualidad y la felicidad y a formarse criterio al respecto.
Micaela Menárguez comienza su libro afirmando que “Educar la sexualidad es la gran laguna de los padres buenos que quieren hacer las cosas bien (…) En estos momentos de la historia, si dejamos a nuestros hijos a merced de lo que el mundo les cuente sobre el amor, la sexualidad, el preservativo … les dejamos solos en una batalla dura y violenta (…) Y lo que es peor, sin saber qué hacer para vivir la vida con un gran amor” (pág. 18). “Mi recomendación más apremiante es la formación. En este momento de la historia ningún padre puede excusarse diciendo que no sabe” (pág. 22). Solo leer estas palabras, recibir su mensaje y hacerlo propio, justifica y hace aconsejable la lectura de este libro para los padres de hoy.
En efecto, este libro tiene como línea directriz animar e impulsar en los padres la responsabilidad de ocuparse de la educación afectivo-sexual de sus hijos proporcionándoles algunos criterios muy prácticos sobre algunos de los temas más relevantes hoy en este campo, pero animándoles a la vez a buscar una formación más completa y sistemática. Así, por ejemplo, al acabar el capítulo en que trata de la pornografía, la autora escribe: “Animo a los padres y educadores a que se formen porque nos jugamos mucho. Este libro solo es una ventana a la que asomarse al mundo de la educación afectivo-sexual. Pero después, hay que recorrer todo el paisaje y abordarlo poco a poco” (pág. 37).
La autora, capítulo a capítulo, trata de las cuestiones que los niños se plantean según crecen y que -¡ojalá!- plantean a sus padres como preguntas: pornografía, enamoramiento, acostarse con el novio/novia, la anticoncepción, etc. La forma de acercarse a estos asuntos por parte de Menárguez es muy práctica y basada en su experiencia como madre, profesora y acompañante de familias; no se limita a dar consejos prácticos, sino que plantea una verdadera educación integral de la persona para lograr la madurez afectiva que define (pág. 42) como “ir a donde quieres ir, y no a donde te apetece. A veces ambas cosas coinciden y a veces no. La educación de las futuras generaciones consiste en que ellos, libremente, vayan a donde quieren, aunque a veces no les apetezca”.
Este enfoque lleva a la autora a dedicar un capítulo a exaltar la libertad. Nos dice: “La tarea más importante comom padres es enseñar a nuestros hijos a usar su propia libertad” (pág. 102). A tal efecto propone las siguientes fases que comenta una a una con detalle: “primera, hacerlos reflexivos; segunda, crear conciencia en ellos de lo que está bien y lo que está mal; luego, entender cómo funciona la motivación intrínseca; educar la fortaleza, en su doble aspecto de acometer y resistir; enseñarles que elegir es renunciar; y por último, ilusionarles con hacer cosas grandes (…), vivir la vida con un gran amor”
Otra idea muy presente en esta obra es que “para educar la sexualidad de forma eficaz tenemos que hacerlo en todas las etapas del desarrollo del niño, desde la prenatal hasta la adolescencia” (pág. 55). En las págs. 55 a 68 la autora va dando consejos a los padres sobre de qué y cómo hablar de sexualidad según las distintas edades de sus hijos, materia a la que dedica también el Anexo III del libro (pág. 131 y ss.) que lleva el siguiente título: Educación de la sexualidad por edades. Estas aportaciones de la autora pueden ayudar mucho a los padres para ordenarse en esta materia.
Benigno Blanco en religionenlibertad.com