"Velad y orad para no caer en tentación" (Mt 26, 41).
Curiosidades de la vida han hecho que, a los pocos días de publicar mi último artículo “Armas de paz en China”, una persona amiga a su vuelta de una peregrinación a Medjurgorje, me hiciera un sencillo obsequio que me ha inspirado para estas líneas un título semejante, porque solo ha bastado cambiar “China” por “Europa”. El regalo ha consistido en unas simbólicas armas de paz, para luchar contra el Goliat que todos llevamos dentro y, no menos, contra los Goliats que nos acechan por fuera. Pero veamos más despacio su inspiración y contenido.
Se trata de una pequeña estampa plastificada y rectangular, que contiene cinco piedrecitas del tamaño de un grano de arroz; a su alrededor, en los cuatro lados del rectángulo, unas palabras escritas en inglés, que traduzco para el lector: “Te entrego el arma / contra tu Goliat / He aquí tus 5 piedras / Medjugorje”.
El espabilado lector ya habrá intuido por dónde van a ir los tiros, de paz en este caso, de la parábola de Goliat con sus piedrecitas, y las consecuencias que suscitan las citadas palabras que las enmarcan. Sobre todo, si recordamos brevemente la historia de David y Goliat, y completamos la descripción del regalo, trascribiendo los nombres -que más tarde diré- adjudicados a cada piedrecita, para expresar dónde reside su propia fuerza espiritual, pues hablamos de armas para la paz y, repito, en Europa. No en vano la geografía nos dice que Medjugorje está en Bosnia-Herzegovina y este país en el Viejo Continente.
Pensando en el momento histórico que vivimos, no estará de más prescindir por completo del hecho de ser David judío, y su oponente Goliat filisteo. Más allá de estos personajes concretos y de la verdad histórica de aquel enfrentamiento, narrado en el segundo libro de Samuel, está la dimensión trascendente y religiosa que contiene. Ha sido san Agustín, entre otros muchos, quien dedica todo el Sermón 32, a exponer el significado trascendente. Así, por ejemplo, escribe: “David, un muchacho aún, se atrevió a plantar cara a Goliat, confiando no en su fortaleza, sino en el nombre de su Dios.” (Sermón, 32, 2). Y también que: “los hombres bautizados, disponen de gran fortaleza contra el diablo, significado por Goliat” (Sermón, 32, 7). Anima a todos a recibir el bautismo para que “te despojes de Goliat y te revistas de David.” (Sermón, 32, 9). Basten estos breves comentarios de san Agustín para centrar bien aquel hecho histórico en sus dimensiones religiosas, ajenas a toda interpretación política.
Volviendo, pues, al regalo recibido, queda por mostrar el significado concreto de las cinco piedrecitas que contiene, es decir, de las armas “contra tu Goliat” como se lee en la estampita. Ese número no es casual, porque fueron cinco las piedras que David tomó del torrente para enfrentarse a Goliat, aunque solo una le bastó para derrotarle. Quienes hayan ideado esa reliquia de Medjugorje consideran, y soy del mismo parecer, que en nuestro caso y como cristianos del siglo XXI, necesitamos emplear las cinco porque solo una sería insuficiente. Y ¿cuáles son las concretas energías espirituales que contiene cada piedrecita? Colocadas de arriba hacia abajo en sentido vertical dentro de la estampa, al lado de cada una, podemos leer traduciendo siempre del inglés, lo siguiente:
“1. La oración rezada de corazón: el Rosario. 2. La Eucaristía. 3. La Biblia. 4. El Ayuno. 5. La Confesión mensual.” He respetado las letras mayúsculas porque aparecen así en la designación de cada chinita. A poca experiencia que se tenga de lo que supone enfrentarse al mal siempre en acecho, dentro y fuera de nosotros, convendremos en que esas cinco armas son imprescindibles y el cristiano debe usarlas para seguir a Cristo de cerca y despojarse del perverso Goliat, como invitaba a hacer san Agustín. Pero no estará de más dedicar unos breves comentarios a la potencia y uso pacífico de cada una de esas armas.
La “oración” aparece en primerísimo lugar, porque es el mismo Señor quien personalmente nos da ejemplo; aun siendo Dios, le vemos muchas veces dirigirse a su Padre Dios, sin escatimar llamamientos para que hagamos lo mismo. Así, pedirá a los apóstoles: "velad y orad para no caer en tentación" (Mt 26, 41). Y en el capítulo 18 de san Lucas leemos: “Les decía una parábola para enseñarles que es necesario orar siempre, sin desfallecer”. Y habla seguidamente de un juez perverso que “ni temía a Dios ni le importaban los hombres”. Sin embargo, termina haciendo justicia a una pobre viuda por su ruego perseverante, que Jesús pone como modelo para nuestra oración. Hay una referencia precisa al rosario, como espléndido camino de oración que es.
La “Eucaristía”, realidad materialmente visible, pero al contener y ser todo Cristo, hoy resucitado y glorioso junto al Padre, es muchísimo más que un arma poderosa. Es el mismo Dios en Cristo quien está presente real y sustancialmente, para comunicarnos su misma Vida divina si, limpios de pecado grave, lo recibimos en la Comunión. Entre las cinco piedrecitas para el combate espiritual, ocupa sin duda el primerísimo lugar.
La “Biblia” aparece a continuación por ser “palabra de Dios”. Como escribe san Pablo, esta palabra “es viva y eficaz, como una espada de doble filo, que penetra hasta la división del alma y el espíritu (…), y descubre los sentimientos y pensamientos del corazón.” (Heb 4, 12). Poco que añadir a este elogio de la palabra divina que, meditada y llevada a la vida, es arma muy poderosa.
El “Ayuno”. Aumenta nuestra fortaleza interior necesaria para vencer en la lucha espiritual. Un ayuno que no debe reducirse a la privación de alimentos para el cuerpo; hoy es tanto y más necesario el ayuno del diluvio de noticias que ahogan, de imágenes, videos y demás material que pulula incesantemente por las redes, porque terminan atrofiando cabeza y secando el corazón para las cosas verdaderamente importantes.
La “Confesión mensual”, finalmente, como quinta arma frente al Goliat del pecado, que mancha y encadena el corazón debilitándolo para vencer en las batallas que nos divinizan. Nada más reconfortante como recibir la misericordia de Dios que, por medio de su ministro el sacerdote, nos dice: “Yo te perdono”, y nos anima a seguir peleando, seguros de salir airosos con la ayuda de la gracia divina.
No pensemos que la victoria que libró David redundó solo en provecho propio; su triunfo alcanzó también a todo el pueblo. Hoy igualmente, los combates personales contra los propios Goliats estimulan y benefician los que todos hemos de librar también frente a los Goliats que nos acechan por fuera, como señalé al principio. Estos nos asedian en forma de leyes inicuas contra la vida, con imposiciones arbitrarias e injustas, con ideologías que llevan al enfrentamiento, etc.
Decidámonos a luchar en la batalla personal con las mencionadas armas de la paz, y estaremos ya contribuyendo a ganar también los otros combates que libramos en la vida ciudadana. Debilitaremos los “Goliats” de las polarizaciones tan de moda, con los choques y hostilidades que originan, y ayudaremos a conseguir la armonía y la paz en la vida social.
José Antonio García-Prieto Segura en elconfidencialdigital.com