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Amar lo humano

Aquellos sueños de San Josemaría son hoy una realidad en todo el mundo, a pesar de calumnias y zancadillas

La Razón

Casi nadie creía en aquel curita chiflado que predicaba que había que amar al mundo apasionadamente. Pocos se atrevieron a dar la cara por él.

No hace falta ser del Opus Dei para reconocer, 35 años después de su muerte —un 26 de Almudi.org - San Josemaríajunio—, que Escrivá de Balaguer es uno de los españoles que más ha influido en mujeres y hombres de los cinco continentes. San Josemaría fue sólo un sacerdote. Sencilla y gozosamente sacerdote. Nada más.

Éstas fueron sus armas: alegría, optimismo, reciedumbre, amor a la libertad. Y éste su santo y seña: «No hay otro camino. O sabemos encontrar en nuestra vida ordinaria a Dios o no lo encontraremos nunca».

Alentó infatigablemente a soñar a cuantos se cruzaban en su camino: «Soñad, soñad y os quedaréis cortos». Aquellos sueños de San Josemaría, a mediados de los años treinta en una España en guerra, son hoy una realidad en todo el mundo, a pesar de calumnias y zancadillas.

«Que no, que no puede haber una doble vida —repetía con aragonesa tozudez—, que no podemos ser como esquizofrénicos. Que sólo hay una única vida hecha de carne y espíritu y ésa es la que tiene que ser —en el alma y en el cuerpo— santa y llena de Dios».

Nadie había hablado así, antes de él, de encontrar al Dios invisible en las cosas más visibles. En lo más material e inmediato. Nadie, de amar así lo más humano.