Si empiezo a manipular mis informes de auditoría para quedar bien con la persona a la que quiero… he echado a perder lo bueno del amor
¡Ya está Antonio dándonos la lata con argumentos filosóficos! ¡Pues no! Bueno, sí, pero la motivación es otra. Ersnt&Young ha sido multada porque un par de personas de su departamento de auditoría, por tener relaciones sentimentales con clientes suyos, y aquellas personas han sido despedidas. La razón es, cómo no, conflicto de intereses: si un directivo debe opinar sobre el desempeño de una persona con la que tiene un vínculo sentimental, la objetividad y la independencia, probablemente, se verán perjudicadas.
Pero no es esto lo que ha atraído mi atención sobre el tema, sino que un periódico ha recogido unas frases mías sobre el tema, aparecidas en un documento de trabajo que se convirtió luego en un artículo en el Journal of Business Ethics, “Love in business”. Lo que digo en ese documento, según el periodista, es que el amor es necesario en la empresa.
Bueno, claro que es necesario. Pero no me refería al enamoramiento, sino al amor como virtud,que no es sentimiento ni emoción, sino algo muy profundo, un hábito operativo capaz de cambiar nuestra vida. El enamoramiento es algo que te ocurre, como el resfriado: moralmente no es bueno ni malo. Según qué enamoramiento puede tener terribles consecuencias éticas, mucho más graves que el perder un empleo por conflicto de intereses. Pero tener amor-virtud es bueno: es necesario en cualquier comunidad humana.
Hay un amor-necesidad, que todos tenemos: el niño quiere a su madre porque la necesita. El amor es un bien, y lo queremos tener y disfrutar. Y eso no es malo: forma parte de la virtud. Y se puede convertir en otra forma de amor: el amor de benevolencia, cuando quiero el bien para otra persona. Esto admite una gran variedad de situaciones: el compañero pesado y aburrido que, con el tiempo, casi me resulta simpático; el camarada, con quien pasamos buenos ratos y compartimos muchas cosas, también difíciles; y el amor de amistad, que es recíproco, selectivo y se construye sobre un proyecto común. Y note el lector que no hablo aquí del eros, del amor que podemos llamar conyugal, en que se comparte… todo.
Pero lo más importante del amor no es que logra hacer cosas buenas para el amado, sino que transforma al que ama. Por eso es importante: cuando yo amo a mis colegas, empleados, directivos y clientes, me hago mejor persona, mejor empleado y colega y directivo. No más sentimental, sino mejor en lo más profundo de mi ser, en mi capacidad de entender, decidir y hacer, que eso son las virtudes. Claro que si entonces empiezo a manipular mis informes de auditoría para quedar bien con la persona a la que quiero… he echado a perder lo bueno del amor.
Antonio Argandoña, en blog.iese.edu.