Confundir el sentimiento con el amor es un síntoma de inmadurez que puede generar mucha inestabilidad personal
Pregunta: Tengo dos hijos y el amor que le tengo a mi marido es de una manera distinta al que les tengo a ellos. A veces pienso que no todos los amores son iguales. ¿Me podría decir algo sobre este embrollo mental?
El ser humano tiene dos clases de amores: aquellos que se pueden perder –horizontales–, y los que no, que son los verticales. Entre estos últimos se encontrarían, por ejemplo, el afecto por la ciudad donde uno ha nacido, y también el amor a los hijos.
Entre los que sí se pueden perder nos encontramos, entre otros, con el amor a la pareja, propio del matrimonio.
Estos últimos, los horizontales, son amores que no se mantienen solos. Al principio deslumbran y los sentimientos son muy fuertes –el enamoramiento, por ejemplo– pero, con el paso del tiempo, el entusiasmo se desvanece y puede estar uno más centrado en lo negativo que en lo positivo.
Si uno no lucha por mantenerlos, por quererlos, por querer quererlos, por poner la voluntad en amarlos, en definitiva, si uno no lucha por ser libre en el amor (para lo cual tendrá que emplear, además de los sentimientos, la inteligencia y la voluntad) puede llegar a creer que ha perdido ese amor, lo cual es un error.
En estos amores hay que saber que habrá épocas en que uno camine contracorriente, lo cual es normal: nadie es dueño de sus sentimientos. Cuando esto suceda, habrá que utilizar la inteligencia, para saber qué es lo que uno tiene que hacer para seguir queriendo, y la voluntad para hacer aquello que uno ha visto que debe hacer.
Confundir el sentimiento con el amor es un síntoma de inmadurez que puede generar mucha inestabilidad personal. De hecho, la está generando.
Si en el momento en que se pierde la emoción, el sentimiento positivo, uno piensa que ya no quiere, lo que realmente sucede es que no sabe qué es querer.
Confundir el sentimiento con el amor es un síntoma de inmadurez que puede generar mucha inestabilidad personal. De hecho, la está generando.
Quien piense así, nunca va a saber mantener sus amores, porque ese sentimiento no lo podrá mantener de una manera estable. Nadie puede: irá y vendrá. Es lo propio de los sentimientos, y nosotros no somos dueños de ellos.
Aunque se pierda el sentimiento, el amor no se pierde. Si eso fuera así, el ser humano no sería libre porque no podría elegir sus amores al depender éstos de algo que yo no se controla: el sentimiento.
Y esto pasa mucho en nuestra sociedad.
Los grandes educadores acerca del amor en nuestro tiempo son los programas de televisión, las revistas del corazón, el cine y, naturalmente, internet.
Su mensaje principal es que el amor es un sentimiento y sólo un sentimiento. Mientras ese sentimiento dura, uno se cree capaz de todo. Cuando ese sentimiento termina, el amor se ha acabado. Y ese es un error que está llevando al sufrimiento a una buena parte de la sociedad.
La libertad tiene mucho que ver con vivir un poco al margen de los sentimientos. Cuando vivimos de esa manera, nos damos cuenta de todo lo positivo que hay en nuestra vida, aunque a veces cueste. Nuestra visión es más equilibrada.
Es una consecuencia de la maduración personal.
La vida es así. Merece la pena vivir la vida como es. Lo que no genera ninguna motivación personal, ningún deseo de lucha por mejorar, es vivir esclavos de los sentimientos.
José María Contreras Luzón en eldebate.com