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Mi hijo

Mi hijo

Mon fils à moi
  • Público apropiado: Adultos
  • Valoración moral: Adecuada
  • Año: 2007
  • Dirección: Martial Fougeron
Dirección: Martial Fougeron
Intérpretes: Nathalie Baye, Victor Sévaux, Olivier Gourmet, Marie Kremer, Emmanuelle Riva, Michèle Moretti.
Guión: Florence Eliakim, Martial Fougeron
Música: Fabrice Dumont, Frédéric Fortuny
Fotografía: Yorgos Arvanitis
Distribuye en Cine: Altafilms
Duración: 79 min.
Género: Drama

Madre no hay más que una 

    Todo es obvio en este film francés que recibió la Concha de Oro en San Sebastián (ex-aequo con Niwemang, y el premio a la mejor actriz (Nathalie Baye). Ya el plano de arranque, con policía y ambulancia, nos anticipa un final trágico. También lo hace el rostro de Olivier Gourmet, un actor que habitualmente encarna a personajes depresivos, algo calzonazos e incapaces de tomar alguna iniciativa a la hora de actuar. 

    Es el caso en este film, sobre una familia compuesta por el matrimonio, una hija que está en la universidad, y Julien, un chaval de doce años. La madre, ama de casa, tiene una actitud posesiva con respecto al chico que alcanza grados increíbles. Hasta el punto de que le castiga con frecuencia, no le deja salir con la niña que le hace tilín ni acudir a una fiesta, e incluso llega a las manos a la hora de llamarle la atención. 

    Ante esto el padre se inhibe, se escuda en su trabajo y en que su mujer hace lo que puede para criar a los hijos. Una vez planteada la situación, Martial Fougeron da vueltas una y otra vez sobre lo mismo, de modo pesadamente reiterativo; y la única duda, que tampoco reviste mayor interés, es cuál será el tamaño de la tragedia del triste final. 

    Narrada con austeridad y concisión, la cinta de Fougeron se apoya fundamentalmente en el trabajo de los actores. Nathalie Baye, genial en su papel de madre obsesiva y neurótica, recibió la Concha de Plata a la mejor interpretación femenina. 

    Baye se emplea a fondo, hasta el punto de que el público que abarrotaba el Kursaal donostiarra arrancó en un aplauso unánime cuando su personaje recibe un bofetón del marido, y eso estando los tiempos como están. Acertada también la elección de Olivier Gourmet y de Victor Sevaux; las interpretaciones de todos ellos contribuyen a la creación de un clima asfixiante e insano, que hace aún más grimosa la relación madre-hijo. 

    Mi hijo plantea por tanto un tema interesante, el de las relaciones familiares que se entablan cuando los miembros de una familia viven en la más absoluta soledad. El asunto se trata de forma concreta, concisa, sin adornos superficiales. Pero hay algunas carencias evidentes. La mayor parte proceden de una progresión dramática escasamente trabajada, morosa y con poco recorrido. El final acentúa esa deficiencia. No merece la pena verla. (decine 21 / Filasiete / Almudí JN-ER)