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Una mujer invisible

Una mujer invisible

Una mujer invisible
  • Público apropiado: Adultos
  • Valoración moral: Desaconsejable
  • Año: 2007
  • Dirección: Gerardo Herrero
Dirección: Gerardo Herrero
Intérpretes: María Bouzas, Adolfo Fernández, Núria Gago, Tamar Novas, María Salgueiro, Carlos Blanco.
Guión: Belén Gopegui
Música: Lucio Godoy
Fotografía: Alfredo Mayo
Distribuye en Cine: Altafilms
Duración: 106 min.
Género: Drama

Jugando al ping pong 

    Luisa es una mujer que ya pasa sobradamente de los cuarenta, separada y con una hija, que trabaja en una operadora telefónica. Competente profesionalmente, le saca de quicio que sus compañeros no reconozcan su mérito, hasta el punto de que se siente “una mujer invisible”. 

    Esto lo atribuye Luisa a la edad, lo que hace que los hombres ya no se fijen en ella. Pero a modo de reto con apuesta de por medio con una amiga que trabaja en la misma empresa, va a aplicarse en la tarea de seducir a Jorge, un colega. Éste tiene en la actualidad una novia mucho más joven que él, Marina, que es teleoperadora; pero la relación no es pública, lo que resulta frustrante para Marina. 

    Gerardo Herrero parece satisfecho contando historias de urbanitas insatisfechos, a partir de textos de Belén Gopegui, como demuestran Las razones de mis amigos o El principio de Arquímedes. Aquí da vueltas a lo mismo, sin aportar demasiadas cosas nuevas. Se agradece que arriesgue en el reparto, con rostros poco conocidos como los de María Bouza y Adolfo Fernández. Y algunas ideas ingeniosas –aunque algo obvias–, como la de comparar los planes de Luisa con su afición al ping pong. 

    Pero en general el planteamiento resulta algo “infantil”, con unos “niños grandes” jugando a no se sabe qué, creyendo que ese qué no les afecta anímicamente. Que Luisa encuentre su gran inspiración en una representación de “Las amistades peligrosas” de Choderlos de Laclos, y pida consejo a la actriz que representa a la marquesa, para sus labores de “conquista", se acerca peligrosamente a lo risible. 

    Puede ser válido pintar a dos hombres que aceptan el feminismo a regañadientes, conservando de fondo gran parte de su machismo, como imagen de lo dificultoso de meter lo políticamente correcto con calzador en todos los ámbitos. O insistir en los aspectos más inhumanos del mundo laboral. Pero en general el conjunto transmite un enorme vacío, de personajes “enfermos” que ignoran el significado de palabras como “amor”, “compromiso”, “fidelidad”, “sacrificio”… Se diría que sólo hay problemas sin solución. (decine21 / Almudí AG-ER)


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