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ÆTERNE RERUM CONDITOR

Oh Dios, Creador eterno del universo, que gobiernas el Cielo, la tierra y el mar, justo Juez que premias a cada uno según sus obras.

Que, a la vez que reprobabas al Espíritu soberbio y a sus cómplices, confirmabas a los Ángeles fieles:

Llenos de confianza te rogamos que nos envíes estos Custodios y, por ellos, nos concedas benignamente los dones de tu gracia.

Que nos consuelen, enseñen, purifiquen, y enciendan, que contengan el embate de los, demonios, sin dejar de incitarnos al bien.

Oh Jesús, Gloria de los Ángeles, haznos caminar con paso seguro, bajo su custodia, hasta que lleguemos a contemplar tu Rostro.

Oh Señor de la milicia celeste, que con designio admirable, premias con el Cielo a los Ángeles y a los hombres: acepta en tu honor nuestro canto de alabanza.

 


 

ORBIS PATRATOR

Oh Dios, Autor, supremo del mundo, que con tu omnipotencia creas todos los seres y los gobiernas con tu providencia.

Dirige la mirada sobre tu pueblo suplicante y, puesto que se reconocen pecadores, concédeles, con la aurora matinal una luz nueva para sus almas.

Haz que sintamos la protección del Ángel que asignaste para nuestra custodia, que nos proteja del contagio de las culpas.

Que destierre lejos de nosotros al Maligno y sus mentiras para que nuestros crédulos corazones no queden enredados en los, hilos de tus engaños.

Que ahuyente de nuestros confines el temor al asedio del Enemigo, fomente la paz fraterna y aleje de nosotros la peste.

Gloria a Dios Padre, que custodia mediante sus Ángeles a los que han sido redimidos por el Hijo y ungidos por el Espíritu Santo. Amén.

 


 

CUSTODES HOMINUM

Bendigamos a los Ángeles, Custodios de los hombres, que el Padre celestial dio como compañeros a nuestra frágil naturaleza humana, para que no sucumbiera ante las asechanzas del Enemigo.

Pues por haber caído el Ángel traidor, justamente despojado de las prerrogativas que se le habían concedido, se afana, arrastrado por la envidia, en apartar del Cielo, a los que Dios llama a Sí.

Vuela, pues, hacia aquí, oh Custodio solícito, y aleja de esta región, que se te ha confiado, tanto las enfermedades del alma, como lo que turbe la paz de sus habitantes.

Alabemos continua y devotamente a la Santísima Trinidad, cuyo poder dirige sin cesar la triple máquina del universo y cuya gloria permanece por los siglos de los siglos. Amén.

 


 

IN CÆLESTI COLLEGIO

Francisco brilla de gloria en la asamblea del Cielo y, por insigne privilegio, porta consigo los Estigmas de Jesús.

Compartiendo la pobreza, al igual que los Doce, carga con la Cruz de Cristo, símbolo de la Alianza.

Mártir, por sus anhelos, se echa a los hombros la Cruz del Señor, que le agrega a la gloria de los Mártires en el Cielo.

Con el ayuno, Francisco lleva continuamente la Cruz, y, al fin, conquista venturosamente la palma de los Confesores.

Tras haber seguido los pasos del Señor, con su alma tan blanca como la nieve, goza ahora del premio a la castidad entre el coro de las Vírgenes.

Que el Padre el Hijo y el Espíritu Santo nos purifiquen con su luz divina por las, llagas de Francisco, y nos otorguen el premio de la Vida eterna. Amén.

 


 

TE GESTIENTEM

Oh Virgen Madre, Te cantamos llena de gozo saturada de dolores, revestida para siempre de gloria.

Salve, Madre dichosa, que rebosas de júbilo en la Encarnación, en la Visitación, en el Nacimiento, en la Presentación y en el Hallazgo de tu Hijo.

Salve, Dolorosa, Reina de los Mártires, que sufres en lo más hondo del Corazón, la atonía, la flagelación, las espinas, y la Cruz de tu Hijo.

Salve, oh Reina deslumbrante de gloria, en los triunfos de tu Hijo, en el fuego del Paráclito, en la luz y el honor del Cielo.

Venid, todos los pueblos, y tomad las rosas de estos Ministerios para tejer coronas a las excelsa Madre del Amor hermoso.

Gloria a Ti, Jesús, que has nacido de la Virgen, y también al Padre y al Espíritu Santo, por los siglos sin término. Amén.

 


 

REGIS SUPERNI

Oh Teresa, mensajera del Rey eterno, que abandonas la casa de tus padres, para que Cristo llegue a los pueblos bárbaros o para dar por Él hasta tu sangre.

Sin embargo, una muerte más dulce te aguarda, una pena más dulce te espera: morirás, traspasada por la flecha del Amor divino.

¡Oh Teresa, víctima de la caridad!, inflama nuestros corazones y libra del fuego del infierno a las almas que se te han confiado.

Oh Jesús, Esposo de las Vírgenes, que te adore el coro de los Santos y, en su canto nupcial, proclamen eternamente tu alabanza. Amén.

 


 

HÆC EST DIES

Éste es el día, en el que, como una blanca paloma, el alma de Teresa voló al sacratísimo Templo del Cielo.

Y oyó estas palabras del Esposo: «Ven hermana, desde el vértice del Carmelo a las Bodas del Cordero: ven a recibir la corona de gloria.»

Oh Jesús, Esposo de las Vírgenes, que te adore el coro de los Santos y, en su canto nupcial, proclamen tu eterna alabanza. Amén.

 


 

PLÁUSIBUS LUCA

Exultantes de gozo, celebramos tu triunfo, oh Lucas, en el que resplandece la púrpura de tu sangre derramada y la corona que adquiriste por lo insigne de tus méritos.

Bajo la inspiración del Espíritu, te entregas con amor a transmitir al mundo, las maravillas que Cristo hizo y enseñó, como Pastor supremo y compasivo.

Cuidas de consignar en bellas páginas los Hechos de los Apóstoles, junto con el horizonte apenas abierto para los cristianos, en los siglos que se avecinan.

Oh Lucas, acompañante de Pablo, que queriéndole imitar, ahondaste en los sentimientos de su corazón: haz que arda también en nuestro interior ese mismo amor a Cristo.

Sana, como médico, nuestros males, pero danos también el consuelo gozoso de la fe, para que, al fin, gocemos de Dios sin abandonar ya nunca la alabanza. Amén.

 


 

COMMUNE VOS

Un mismo himno de júbilo celebra a ambos Apóstoles y una misma gloria corona a los que recibieron idéntica vocación.

Oh Simón, que movido por un celo divino, sigues las huellas de Cristo y lo anuncias con un vigor infatigable:

Oh Judas, por la sangre, hermano del Señor, pero discípulo y más hermano suyo aún por el espíritu, que predicas al Maestro e instruyes con tu Epístola a los cristianos:

Ninguno de los dos teme dar su sangre, como eminentes testigos y víctimas de la Verdad.

Oh insignes luceros del firmamento, alcanzadnos que, permaneciendo fuertes en la integridad de la fe, discurramos por la senda angosta, hasta la Patria del Cielo.

Gloria al Padre, al Hijo y al Paráclito, por toda la eternidad, de cuyo gozo sobrenatural podamos gozar con Simón y Judas para siempre. Amén.