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ANGLORUM IAM

Oh Gregorio, Apóstol de los ingleses, que compartes ya la suerte de los Ángeles como antes de los, gentiles, acude ahora en auxilio de los fieles.

Despreciaste todas las glorias y riquezas de este mundo para seguir, pobre, a Jesús, el Príncipe de la pobreza.

Él, sumo y eterno Pontífice, te puso al frente de su Iglesia, para que la gobernaras con la misma mente y Primado de Pedro.

Él, que es la Verdad, te mostró sus insondables misterios y tú interpretaste de modo admirable el sentido místico de la Escritura.

Oh ilustre Pontífice, luz y ornamento de la Iglesia no abandones en los peligros, a quienes instruiste con tal abundancia de doctrina.

Honor y gloria al Padre ingénito, a su Hijo unigénito y al que es la Brisa de su Amor, el Espíritu Santo. Amén.

 


 

O SANCTA MUNDI

Oh Señora del mundo, Reina excelsa del Cielo, Estrella brillante del mar Virgen y Madre santa.

¡Muéstrate, comienza ya a brillar, oh dulce Hija, Renuevo del que brotará la Flor nobilísima de Cristo, Dios y Hombre!

Hoy, como cada año, la Iglesia celebra tu nacimiento, cuando resplandeciste como Fruto de la más selecta estirpe.

Por Ti, los hijos de la tierra comenzaron a serlo también del Cielo, pues ambos órdenes quedaron entre sí admirablemente reconciliados.

Gloria a Ti, oh Trinidad Beatísima, por los siglos sin término, que quisiste a Santa María, como Madre de tu Iglesia. Amén.

 


 

BEATA DEI GÉNETRIX

Oh bienaventurada Madre de Dios, y honor de nuestra raza, por quien, de siervos, fuimos hechos libres e hijos de la Luz.

Oh María, Virgen Reina, del linaje de David, más noble todavía por tu Hijo, que por tu estirpe.

Dejando lejos lo antiguo, trasplántanos a este germen nuevo, donde, por Ti, se confiere a los hombres un sacerdocio regio.

Desata con tus preces el nudo de nuestras culpas y por medio de tus méritos, condúcenos hasta el Premio del Cielo.

Para Dios, Uno y Trino, toda la gloria, oh Virgen nobilísima, que quiso enriquecerte con el tesoro de sus gracias. Amen

 


 

LAUDE TE CIVES

Nuestro canto se une al de los Santos del Cielo, que te coronan de alabanzas, oh Juan, insigne maestro y Obispo generoso.

La vena exuberante de tu amor arroja palabras, que al salir, tan vehementes, por tu boca de oro, hieren al pecado y mueven a compunción.

A imitación de Pablo, te hiciste todo para todos y ahora brillas como ejemplo ilustre por tus virtudes, esclarecido de mérito a los ojos de tu grey.

Por más que intentaban doblegarte las iras del poder civil, nada te arredraba, y al fin, alcanzas, como un martirio interior la palma brillante del exilio.

Haz, oh Juan, que, con la ayuda de tus preces, nos encaminemos presurosos a la Morada de Dios, y allí, contigo, resuenen armoniosas nuestras voces, proclamando el himno de nuestro amor. Amén.

 


 

VEXILLA REGIS

Avanzan los estandartes del Rey mientras brilla el misterio de la Cruz: ese patíbulo donde el Creador de la carne padece en la suya propia.

Al ser herido, además, por el hierro cruel de una lanza, manó Sangre y Agua, para lavar nuestras culpas,

Oh árbol resplandeciente y hermoso, engalanado con púrpura del Rey, sólo tú fuiste elegido para que tu noble tronco entrara en contacto con Miembros tan santos,

Qué Cruz tan dichosa, aquélla de cuyos brazos, como en una balanza, estuvo colgado el Precio del mundo, que arrebatara al infierno su presa.

¡Salve! Altar, ¡Salve!, Víctima, gloriosa en la Pasión, donde la Vida sufrió la muerte y con su muerte nos devolvió la Vida.

¡Salve!, Oh Cruz, esperanza única: en este tiempo de Pasión, aumenta en los justos la gracia y borra las culpas de los pecadores.

Oh Trinidad, Fuente de salvación: que Te celebren todas nuestras almas: y a quienes has salvado por el misterio de la Cruz, ampáranos por los siglos sin término, Amén.

 


 

SALVE CRUX

Salve, Cruz Santa, gloria del mundo, esperanza cierta, fuente de la auténtica alegría, señal de salvación, amparo en los peligros, que nos trasmites la Vida.

Oh Cruz adorable, Cruz vivífica, honra del género humano. Leño que nos hizo siervos, Leño que nos hizo libres: en tu honor cantamos este himno de alabanza.

Gloria a Dios Padre y al Espíritu Santo en la Cruz del Hijo: que la exaltación de la Cruz siendo el gozo de los Ángeles y Santos, honre y engalane también al mundo entero. Amén.

 


 

SIGNUM CRUCIS

Resplandece sobre el mundo el signo admirable de la Cruz, del que pende, Inocente, el Redentor del género humano.

No hay cedro del Líbano que le iguale en nobleza, árbol que, trayéndonos el Premio de la Vida, nada sabe de frutos nocivos.

Invocando la señal de la Santa Cruz, guárdanos, oh Cristo, Rey clementísimo, a lo largo de todos los momentos de nuestra vida.

Para que, con armonía de voces y piadoso corazón, podamos siempre cantar las alabanzas que mereces.

Gloria al Padre, al Espíritu Paráclito y a Ti también, Jesús, que nos concedes gozar para siempre de la Victoria de la Cruz. Amén.

 


 

STABAT MATER

Estaba la Madre dolorosa de pie, llorando junto a la Cruz, mientras el Hijo pendía.

Una espada traspasó su alma, que gemía, contristada y dolorida.

¡Qué desconsolada y triste estaba aquella Madre bendita del Hijo Unigénito de Dios!

Esta Madre piadosa se apenaba y afligía, contemplando la pena de su Hijo divino.

¿Qué hombre no lloraría si viera a la Madre de Cristo en tamaño suplicio?

¿Quién no se entristecería al poner los ojos en aquella Madre clemente que sufre a la par de su Hijo?

Vio a Jesús torturado y azotado, a causa de los pecados de su pueblo.

Presenció la muerte sin consuelo de su Hijo querido, cuando entregó el espíritu.

Cuando llegue la hola de partir de este mundo, haz, oh Jesús, que, por medio de tu Madre, consiga yo la palma de la victoria. Amén.

 


 

EIA MATER

Oh Madre, Fuente de amor, haz que yo sienta toda la fuerza de tu dolor para que llore Contigo.

Que arda mi corazón de amor a Cristo, mi Dios, y así Le pueda consolar.

Haz que se graben profundamente en mi corazón, oh Madre Santa, las Llagas del Crucificado.

Comparte Conmigo las penas de tu Hijo llagado que tanto se dignó padecer por mí.

Que mientras viva, llore y me conduela de veras Contigo por Cristo crucificado.

Deseo acompañarte, estar de pie junto a la Cruz, y unirme a Ti en el llanto.

Y cuando el cuerpo muera, haz que mi alma reciba la gloria del Paraíso. Amén.

 


 

VIRGO VÍRGINUM

Oh gloriosa Virgen de las vírgenes, no Te muestres rigurosa y permíteme unirme a tu llanto.

Haz que lleve conmigo la muerte de Cristo y, participando de su Pasión, recuerde siempre sus heridas.

Que se impriman en mí sus Llagas, embriagándome de su Cruz y de su Sangre.

Que en el día del Juicio, experimente, oh Virgen tu auxilio, para no verme atormentado por las llamas.

Dame la defensa de la Cruz para que, resguardado por la muerte de Cristo, me reconforte la gracia.

Y cuando el cuerpo muera, haz que mi alma reciba la gloria del Paraíso. Amén.