El pequeño linchamiento diario de la murmuración

Homilía del Papa Francisco en Santa Marta

https://youtu.be/HV1EBrT04nc

Monición de entrada

En este tiempo, en el que se comienza a tener disposiciones para salir por la cuarentena, recemos al Señor para que dé a su pueblo, a todos, la gracia de la prudencia y de la obediencia a las disposiciones, para que no vuelva la pandemia.

Homilía

En la primera Lectura de estos días hemos escuchado el martirio de Esteban: sucedió como algo sencillo. Los doctores de la Ley no toleraban la claridad de la doctrina, y, recién proclamada, fueron a pedir a alguno que dijese haber oído a alguien decir que Esteban blasfemaba contra Dios, contra la Ley (cfr. Hch 6,11-14). Y después de esto, le cayeron encima y lo lapidaron: así, simplemente (cfr. Hch 7,57-58). Es un modo de actuar que no es la primera vez: también con Jesús hicieron lo mismo (cfr. Mt 26, 60-62). El pueblo que estaba allí intentó convencer de que era un blasfemo y gritaron: «¡Crucifícalo!» (Mc 15,13). Es una bestialidad. Una bestialidad, partir de los falsos testimonios para llegar a “hacer justicia”. Ese es el esquema. También en la Biblia hay casos de ese tipo: a Susana le hicieron lo mismo (cfr. Dn 13,1-64), a Nabot le hicieron lo mismo (cfr. 1Re 21,1-16), luego Amán intentó hacer lo mismo con el pueblo de Dios (cfr. Est 3,1-14). Noticias falsas, calumnias que encienden al pueblo y reclaman justicia. Es un linchamiento, un auténtico linchamiento.

Y así, lo llevan al juez para que le dé forma legal: pero ya había sido juzgado; el juez debe ser muy, muy valiente para ir contra un juicio “tan popular”, hecho aposta, preparado. Es el caso de Pilatos: Pilatos vio claramente que Jesús era inocente, pero ve al pueblo y se lava las manos (cfr. Mt 27,24-26). Es un modo de hacer jurisprudencia. También hoy vemos esto: también hoy se hace, en algunos países, cuando se quiere dar un golpe de Estado o “eliminar” a algún político para que no vaya a las elecciones, se hace esto: noticias falsas, calumnias, luego se confía a un juez de esos a los que les gusta crear jurisprudencia con este positivismo “de situación” que está de moda, y después condena. Es un linchamiento social. Y así le hicieron a Esteban, así fue el juicio de Esteban: llevan a juzgar a uno ya juzgado por el pueblo engañado.

Esto sucede también con los mártires de hoy: los jueces no tienen posibilidad de hacer justicia porque ya han sido juzgados. Pensemos en Asia Bibi, por ejemplo, a la que hemos visto: diez años en la cárcel porque fue juzgada por una calumnia y un pueblo que quería su muerte. Ante esa avalancha de noticias falsas que crean opinión, muchas veces no se puede hacer nada: ¡no se puede hacer nada!

Sobre esto, yo pienso mucho en la Shoah. La Shoah es un caso de ese tipo: se creó la opinión contra un pueblo y luego era normal: “Sí, sí: hay que matarlos, hay que matarlos”. Un modo de proceder para “eliminar” a la gente que molesta, que estorba.

Todos sabemos que eso no es bueno, pero lo que no sabemos es que hay un pequeño linchamiento diario que intenta condenar a la gente, crear una mala fama a la gente, descartarla, condenarla: el pequeño linchamiento diario de la murmuración que crea una opinión; muchas veces uno oye críticas de alguien y dice: “!No, esa persona es una persona justa!” –“No, no: se dice que…”, y con ese “se dice que” se crea una opinión para acabar con una persona. La verdad es otra: la verdad es el testimonio de lo verdadero, de las cosas que una persona cree; la verdad es clara, transparente. La verdad no tolera las presiones. Miremos a Esteban, mártir: primer mártir después de Jesús. Primer mártir. Pensemos en los apóstoles: todos dieron testimonio. Y pensemos en tantos mártires, también en el que celebramos hoy, San Pedro Chanel: fue la murmuración la que hizo creer que iba contra el rey…; se crea una fama, y lo matan. Y pensemos en nosotros, en nuestra lengua: tantas veces, con nuestros comentarios, empezamos un linchamiento así. Y en nuestras instituciones cristianas hemos visto tantos linchamientos diarios que han nacido de la murmuración.

Que el Señor nos ayude a ser justos en nuestros juicios, a no empezar o seguir esa condena masiva que provoca la murmuración.

Comunión espiritual

A tus pies, Jesús mío, me postro y te ofrezco el arrepentimiento de mi corazón contrito que se abaja en su nada y en tu santa presencia. Te adoro en el Sacramento de tu amor, la inefable Eucaristía. Deseo recibirte en la pobre morada que te ofrece mi corazón. En espera de la felicidad de la comunión sacramental, quiero poseerte en espíritu. Ven a mí, Jesús mío, que yo voy a ti. Que tu amor inflame todo mi ser, en la vida y en la muerte. Creo en ti, espero en ti, te amo.