MARTYR DEI

Oh Mártir de Dios, que siguiendo al Hijo Unigénito del Padre, has triunfado derrotando a los enemigos, y gozas ahora, como vencedor (vencedora), de los bienes del Cielo.

Purifica nuestras culpas, con el poder de tu plegaria, apártanos del contagio del mal y ahuyenta de nosotros el hastío de la vida.

Una vez despojado (despojada) del pesado yugo de tu cuerpo santo, líbranos también a nosotros de las ataduras del mundo, mediante el amor del Hijo de Dios.

Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo, que te ciñeron con la corona eterna en el Palacio del Cielo. Amén.

 


O CASTITATIS SÍGNIFER

Oh Cristo, Modelo de castidad y Fortaleza de los mártires, acoge benignamente nuestras súplicas y concédenos el Galardón de esas virtudes.

Nuestra alabanza se eleva hoy hacia esta Virgen magnánima que, dichosa por doble motivo consigue una y otra palma.

El brazo airado de su verdugo, viendo que confesaba la fe con tanta tenacidad, se ensañó con ella hasta que, al fin, entregó en tus manos su espíritu.

Y al darnos ejemplo de cómo se vencen las tentaciones del mundo, tanto las heridas de la crueldad como las de la vanidad, aprendimos a guardar íntegra la fe.

Amparados en su intercesión, Te pedimos, Señor que perdones todas nuestras deudas y, mientras retiras lo que nos castiga a pecar, haznos más dóciles a la gracia.

Gloria a Ti, Jesús que has nacido de la Virgen, y también al Padre y al Espíritu Santo, por los siglos sin término. Amén.

 


DEUS TUORUM MÍLITUM

Oh Dios, Herencia, Corona y Recompensa de tus soldados, quebranta las cadenas de las culpas de quienes proclamamos la gloria de este (esta) Mártir.

Él (Ella) atestiguó con sus labios la fe que guardaba en su corazón y siguió a Cristo, hasta encontrarle cuando dio, por Él, su propia sangre.

Siempre tuvo por efímeros los placeres del mundo y los halagos vanos, y de este modo, alcanzó el Reino de los Cielos.

Corrió intrépido (intrépida) al suplicio y lo soportó con entereza hasta que, habiendo derramando su sangre por el Señor pasó a disfrutar de los Bienes eternos.

Por eso acudimos a Ti, oh Jesús clementísimo, para suplicarte que perdones las culpas de tus siervos, en el día del triunfo de este (esta) Mártir.

Y así, participando de su mismo Premio en comunión con todos los Bienaventurados, seamos felices también para siempre en nuestra Patria definitiva.

Alabemos y glorifiquemos sin cesar, al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, por lo siglos sin término. Amén.

 


VIRGINIS PROLES

Oh Hijo de María y Creador de tu Madre, a Quien Ella concibió y dio a luz, sin perder la gloria de su virginidad mientras nosotros celebramos el triunfo de esta Mártir, Tú no quieras desoír nuestras súplicas.

Porque esta Santa, doblemente bienaventurada, sobreponiéndose a la claridad de su condición femenina, logró que su cuerpo triunfara sobre la ferocidad del enemigo,

Y sin temer a la muerte, ni a los variados tormentos que la acompañaron, mereció, una vez derramada su sangre, subir a lo más alto del Cielo.

Amparados en su intercesión, concédenos, Señor, el perdón de nuestras culpas y así, con limpieza de corazón, tras haber detestado nuestros pecados, hagamos resonar en tu honor el himno perenne de tu gloria. Amén.

 


VIR CELSE

Oh varón egregio, modelo luminoso de las virtudes, acoge este himno, que, mientras procura alabarte como mereces, pregona las maravillas de Dios.

Cristo, sumo y eterno Pontífice, reconcilió a los hombres con Dios, y nos devolvió la paz, a través de una nueva Alianza.

Él te hizo, en su bondad ministro de la misericordia para que glorificaras al Padre y dieses la Vida a los fieles.

(Para un Papa:)

Con el poder de las Llaves regías el rebaño de Pedro y velabas de la grey con tu palabra y tu ejemplo sobrenaturales.

(Para un Obispo:)

Enriquecido por la virtud y la consagración del Espíritu, condujiste, como buen pastor, a tu grey hacia los pastos ubérrimos de la Vida.

(Para un Presbítero:)
En la cima de la dignidad sacerdotal tu palabra y tu ejemplo te constituyeron en maestro, sacerdote y víctima.

Desde tu morada del Cielo, acuérdate de la Iglesia santa para que todas las ovejas alcancen la Pascua de Cristo.

Glorifiquemos a la Trinidad beatísima que corona tu Sacerdocio con los gozos merecidos por tu servicio fiel. Amén.

 


SACRATA NOBIS

Este día nos trae, como cada año, el gozo santo en el que ensalzamos a los que fueron Pastores de su rebaño.

No admitieron la holganza en la custodia de su grey y para ella procuraron el alimento más saludable.

Ahuyentaron de los confines tanto a lobos como a ladrones y proporcionaron pasto abundante a las ovejas, sin abandonarlas jamás.

Oh custodios santos del aprisco, ahora que disfrutáis de un gozo tan hondo, presentaros ante el tribunal del Juez, implorando para nosotros la gracia.

Gloria a Cristo, Pontífice eterno, y gloria también al Padre y al Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.

 


CHRISTE PASTORUM CAPUT

Oh Cristo, Cabeza y Príncipe de los Pastores: los fieles, gozosos de celebrar la fiesta de este Santo, entonan con fervor el canto de gloria que Tú mereces.

(Para un Papa:)

Él fue elegido, por designio tuyo, como Pontífice supremo, a fin de pastorear a las ovejas que habías confiado a Pedro, de modo que el mundo entero llegase a ser su rebaño sagrado.

(Para un Obispo:)

Tu Espíritu ungió su alma con la plenitud del Crisma sagrado y, robusteciéndole para el combate, le puso al frente para regir al Pueblo santo de Dios.

(Para un Presbítero:)

Eligiéndole ministro tuyo, partícipe de tu Sacerdocio, quisiste que estuviese al frente de tu Pueblo, como pastor, y le sirviera con fidelidad.

Guía y modelo para la grey, luz para el ciego, consuelo para el indigente, paternal y benévolo, se hizo todo para todos.

Oh Cristo, que coronas en el Cielo los méritos de tus Santos, haz que, ajustando nuestra vida a sus enseñanzas, gocemos, al final, del mismo Premio.

Celebremos al Padre omnipontente y, con el mismo honor incesante, a Ti, Salvador nuestro, Rey clementísimo; que el mundo entero resuene con la gloria del Espíritu Santo. Amén.

 


DUM SACERDOTUM

Cuando los fieles celebran con culto solemne la fiesta de sus pastores, esas mismas alabanzas redundan en tu honor, oh Cristo sumo y eterno Sacerdote.

Mediante el don de tu gracia, estos pastores pudieron enseñar a los fieles de tu grey, los senderos de la Luz, guiarles en su conducta santa y apacentarles en los pastos de la Vida.

Ninguna adversidad fue capaz de apartarlos de su firmeza en la fe, pues nunca dejó de animarles la esperanza inconmovible en el Premio futuro.

Por eso, las penalidades de esta vida tan frágil, una vez superadas, les condujeron a las sedes de su Patria definitiva, donde gozan, con los Bienaventurados, de una paz, que ya es inquebrantable.

Oh Cristo, Dios eterno y Señor de los que dominan: resuene para Ti un himno de honor, de gloria y de alabanza, y que todos los seres de la creación la proclamen, desde un principio, ahora y por todas las edades. Amén.

 


ÍNCLITUS RECTOR

Este insigne Confesor, padre prudente e ilustre consejero, cuyo triunfo insigne celebramos, reina, ahora, jubiloso, con Cristo.

(Para un Papa:)

Desde la Cátedra excelsa de Pedro, rige y enseña a una grey innumerable y recibe del Señor la potestad de las Llaves con las que abre las puertas del Reino de los Cielos.

(Para un Obispo:)

Se entregó a su oficio sagrado de ser para los fieles maestro, sacerdote y guía y, como pastor lleno de sabiduría, les distribuyó los dones celestiales.

(Para un Presbítero:)

Él fue guía y maestro, que sin, ocultar el ejemplo de su vida santa procuró agradar siempre a Dios, con toda pureza de intención.

Pidámosle ahora, con fervor, que se digne conseguirnos el perdón de nuestros pecados para que, por su intercesión, podamos alcanzar las cimas más altas del Cielo.

Sólo para Dios todo el honor, el poder y la gloria eterna en las alturas, que dirige y gobierna el mundo entero con sus leyes. Amén.