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Serie semanal

Semanas I y III

 

DEUS CREATOR

Oh Dios, Creador del mundo y Rector del Cielo, que al día revistes de luz, y de quietud a la noche.

Para que así, por el descanso, el cuerpo vuelva al trabajo, se reanime el alma cansada, y los afligidos alivien su pesar.

Agradecidos por el día que acaba, Te pedimos, cuando ya comienza la noche, que nos ampares a nosotros, pecadores, mientras entonamos este himno de alabanza.

Que Te ensalce lo más hondo de nuestra alma y Te aclame con voz sonora, que Te queramos con un amor limpio, y Te adoremos con sencillo corazón.

De modo que, cuando la profunda oscuridad de la noche cubra por completo el día, nuestra fe ya no conozca el ocaso, y la noche resplandezca de confianza.

Se lo pedimos al Padre, al Hijo y al Espíritu que de ambos procede, que la Trinidad omnipotente custodie a cuantos la invocan. Amén.

PRIMO DIÉRUM

En el primer día de la semana, imagen de aquél en el que el mundo apareció ya creado o de aquél otro en el que su Creador, vencida la muerte, nos libró, Resucitado.

Alcémonos diligentes, rechazando la pereza, para buscar en la noche a quien es Santo Profeta.

Que escuche nuestras preces, nos tienda su Mano poderosa, y, expiados aquí nuestros pecados, nos alcance la Patria de los Cielos.

Y a todos los que en este tiempo sagrado le celebramos durante la quietud de la noche, se digne concedemos sus dones bienaventurados.

Gloria a Dios Padre, y a su Hijo Unigénito, con el Espíritu Paráclito por los siglos sin término. Amén.

DIES ÆTÁSQUE

Más santo que todos los restantes, resplandece el día octavo, consagrado a Ti, Jesús, primicia de los resucitados.

Resucita hoy primero nuestras almas, para que nuestros cuerpos resurjan también contigo, libres de la segunda muerte.

Oh Cristo, Vida y Resurrección nuestra, que seamos llevados pronto, a nuestro encuentro mutuo en las nubes, para vivir ya siempre, vencedores Contigo en el Cielo.

Y al mirar tu Rostro, luz y belleza verdaderas, conociéndote como Tú eres, seamos transformados a imagen de tu gloria.

Consuma tu Reino, oh Trinidad santa, con quienes entregados al Padre, y colmados de tu don septiforme, sólo en Ti encuentran su dicha más plena. Amén.

ÆTERNE RERUM

Creador eterno del Universo, que rigiendo el día y la noche, señalas a los tiempos su tiempo, con el fin de aliviar el cansancio.

Suena ya el canto temprano del gallo, centinela fiel de la noche: ya despierta la luz para los caminantes, distinguiendo entre sí cada vigilia.

Despertado por él, un astro matutino despeja la niebla del cielo; por él, la cuadrilla de vagabundos abandona la calle donde obran el mal.

Por él, el marino recobra sus fuerzas, y el mar suaviza sus olas; con este canto, incluso Pedro, Piedra de la Iglesia, repara, llorando, su culpa.

Míranos, Señor, vacilantes, y que tu mirar nos conforte: pues a tu vista se evitan los pecados, y se borran con lágrimas las culpas.

Brille, Señor, tu Luz sobre nosotros, para que se desvanezca nuestro sueño interior, y, conforme a lo que Te prometimos, resuenen ya, para Ti, nuestras voces de alabanza.

Gloria a Cristo, Rey clementísimo, a Ti y también al Padre, con el Espíritu Paráclito, por los siglos sin término. Amén.

LUCIS CREATOR

Oh Autor admirable de la luz que, vistiendo los días de claridad, dispusiste el orden del mundo con las primicias de una luz nueva.

Tú, que al sucederse de la mañana y la tarde ordenaste llamar día, escucha, al insinuarse ya las sombras, nuestras preces mezcladas de llanto.

Que el alma gravada por las culpas no sea privada del don de la vida, pues no puede encaramarse a lo divino si no se desvincula de sus faltas.

Que llegue a lo más alto del Cielo y arrebate el Premio de la Vida: por haber evitado cuanto era malo, y purificado lo manchado de vileza.

Concédenoslo, Padre misericordioso, que con tu Hijo Unigénito y el Espíritu Paráclito, reinas por los siglos de los siglos. Amén.

SOMNO REFECTIS

Confortados por el descanso nocturno, nos alzamos, despreciando la pereza; Te suplicamos, Dios Padre, que atiendas a quienes Te confesamos con himnos.

Al dedicarte el primer canto de nuestros labios, el primer afecto de nuestra alma, pretendemos que Tú seas, Señor, el principio de todo nuestro obrar diario.

Que la luz derrita las tinieblas, cedan las sombras al sol, y la culpa, que trajo la noche, se disipe con el regalo de la aurora.

Dígnate purificarnos de todas nuestras ofensas, y así nuestra voz pueda ensalzarte con el decoro que mereces.

Concédenoslo, Padre misericordioso, que, con tu Hijo Unigénito y el Espíritu Paráclito, reinas por los siglos de los siglos. Amén.

ÆTERNA LUX

A Ti, oh Dios, Luz perenne, en la Unidad trinitaria, indigentes, Te alabamos, suplicantes, acudimos.

Creemos en el Padre omnipotente, y en su Hijo Unigénito, creemos en el Vínculo de Amor que los une, el Espíritu Paráclito.

Oh Verdad y Amor inefables, oh Fin y Felicidad completa, ayúdanos a creer y esperar, haznos amar y conseguir lo que esperamos.

Que siendo Alfa y Omega, Principio del Universo creado, sólo en Ti reside nuestro consuelo, Esperanza certísima de tus fieles.

Tú solo haces todo y solo Tú lo rehaces, no hay otra Luz para los hombres, Tú eres el Premio que esperamos.

Se lo pedimos al Padre, al Hijo y al Espíritu que de ambos procede: que la Trinidad omnipotente, custodie a cuantos la invocan, Amén.

SPLENDOR PATERNÆ

Resplandor de la gloria del Padre, y Destello de su Luz, Luz de Luz y Fuente de toda luz, Día que iluminas el día.

Oh Sol verdadero, enciende en tus siervos, el brillo de tu esplendor eterno, e infunde en nuestros sentidos, la luz vivísima del Espíritu Santo.

Invoquemos también al Padre, al Padre de la Gloria perenne, al Padre de la gracia omnipotente, que aleje el peligro de la culpa.

Que informe nuestros actos decididos, quiebre el dardo del Maligno, nos secunde en la adversidad, y con su gracia nos asista.

Que gobierne y dirija nuestras almas, guardando el cuerpo puro y dócil; que, preservándola del engañoso veneno, avive con ímpetu nuestra fe.

Siendo Cristo nuestro Alimento, y nuestra bebida la fe, libemos con gozo la sobria efusión del Espíritu.

Y en el transcurrir feliz de este día, sea el pudor la alborada, el mediodía la fe y nuestra alma, en fin, ignore cualquier ocaso.

Y mientras la aurora prosigue su curso, que emerja Aquél que es todo Aurora, todo el Hijo en el Padre, y en el Hijo, el Padre todo. Amén.

IMMENSE CÆLI

Oh Supremo Creador del firmamento, que, para definir lo que estaba confuso, separaste el torbellino de las aguas, estableciendo por límite el cielo.

Fijaste un lugar para los astros, y unas orillas también para los ríos, a fin de que el agua suavizase al fuego, y la tierra no quedara estéril.

Ahora, Señor, Te pedimos, que infundas el don de la gracia, para que el viejo error del pecado no nos trastorne, con la ruina de un nuevo engaño.

Que la fe nos preste su luz, y, entonces, al fulgor de este lucero, se disipen las apariencias vanas, y ningún error la encoja,

Concédenoslo, Padre misericordioso, que, con tu Hijo Unigénito y el Espíritu Paráclito, reinas por los siglos de los siglos, Amén,

CONSORS PATERNI

Oh Cristo, Esplendor igual al Padre, que eres la misma Luz de la Luz y el día; dígnate atender las súplicas de quienes rompemos la noche para aclamarte.

Despeja las sombras del alma, pon en fuga a la horda de los demonios, y, para no caer en la desidia, aparta de nosotros la somnolencia.

Y así, Señor, permitas, que nos aproveche a nosotros, los creyentes, aquello que, entre cantos e himnos de alabanza, Te imploramos.

Gloria a Cristo, Rey clementísimo, a Ti y también al Padre con el Espíritu Paráclito, por los siglos sin término. Amén.

O SACROSANCTA

Oh Trinidad beatísima, que todo lo creas y ordenas: el día para trabajar, y la noche para el reposo.

Te celebramos por la mañana y por la tarde, tanto de noche como de día; guárdanos para siempre junto a Ti y en tu gloria.

Dirige la mirada sobre tus siervos mientras Te adoramos con devoción, implorando que nuestros deseos y súplicas merezcan conjuntarse con la liturgia celeste.

Concédenoslo, Padre misericordioso, que con tu Hijo Unigénito y el Espíritu Paráclito, reinas por los siglos de los siglos. Amén.

PERGRATA MUNDO

Ya revela benignamente la aurora los primeros rayos de sol y, al teñir al mundo de color, todo comienza a brillar.

Oh Cristo, Sol divino, que brillas desde toda la eternidad, y eres la Vida de tus fieles, a Ti acudimos entre himnos, ansiosos de poderte contemplar algún día.

Tú eres la Ciencia del Padre, la Palabra mediante la cual la creación reluce de modo tan prodigioso, que arrebata nuestra mirada.

A los que hiciste hijos de la Luz, haznos proceder de tal manera que, con las costumbres y hasta con la vida, dejemos traslucir la gracia del Padre.

Concédenos que nuestras palabras sean siempre sinceras, de modo que nos atraiga gozar del sabor exquisito de la verdad.

Gloria a Cristo, Rey clementísimo, a Ti y también al Padre, con el Espíritu Paráclito, por los siglos sin término. Amén.

TELLURIS INGENS

Oh Supremo Hacedor del orbe que, al hendir el tumulto de las aguas, hiciste que se alzara el suelo de la tierra, asentándolo de modo inconmovible.

Desde entonces, la tierra produce semillas apropiadas, flores hermosas la visten de gala, en frutos se vuelve fecunda, su pasto se hace placentero.

Restaña, Señor, con el rocío de tu gracia, las heridas de nuestra alma enferma, para que, sofocando los malos deseos, deplore sus pecados con lágrimas.

Se vuelva dócil a tus mociones, desdeñe lo malo, y al gozar por llenarse de bien, trascienda el lance de la muerte.

Concédenoslo, Padre misericordioso, que con tu Hijo Unigénito, y el Espíritu Paráclito reinas por los siglos. Amén.

RERUM CREATOR

Escúchanos, Rector de nuestros pasos, Hacedor admirable de los seres: y a nosotros, sumidos en letargo, líbranos del ocio nocivo.

Te pedimos, oh Cristo, que perdones los pecados, de quienes nos alzamos, haciendo un alto en la noche, para confesar tu gloria con himnos.

Siguiendo ahora el ejemplo de Pablo levantamos nuestras almas y nuestras manos, como nos recomendó el Profeta David, durante estas horas nocturnas.

Ves el mal que hicimos; confesamos lo oculto nuestro, derramamos oraciones gimiendo, perdónanos porque pecamos.

Gloria a Cristo, Rey clementísimo, a Ti y también al Padre, con el Espíritu Paráclito, por los siglos sin término. Amén.

SCIENTIARUM DOMINO

Alabemos al Señor de la Ciencia, que ve nuestros corazones, y, mediante su gracia, los alienta y reconforta.

Oh Pastor compasivo, que, buscando a la oveja perdida, jamás descuidas las restantes: recógenos en los pastos bienaventurados para unirnos a la grey de tus elegidos.

Y así, la temible sentencia no nos destinará junto a los cabritos censurados, antes bien, por ser Tú el Juez, nos contaremos entre las ovejas de la eterna Pradera.

Para Ti, nuestro Redentor, que reinas sobre toda la creación, la gloria, el honor, la fuerza y la victoria, por los siglos de los siglos. Amén.

NOX ET TENÉBRAE

Noche, tinieblas, nubes, lo confuso del mundo y turbio: se abre la luz, el día clarea, viene Cristo; apartaos.

Se rasga la oscuridad de la tierra, herida por los rayos de sol, y, ante el espléndido astro, los seres comienzan a revestirse de color.

También nuestro corazón oscuro, sabedor de sus culpas, en llenándolo Dios, se le abre el día y se ennoblece.

Sólo a Ti, oh Cristo, Te confesamos, con ánimo sencillo y limpio, y, postrados en tu presencia, gimiendo y cantando, aprendemos a suplicarte.

Ten en cuenta nuestro sentir y contempla nuestra vida entera: no es poco en ella lo teñido de falso, que necesita expiarse con tu luz.

Gloria a Cristo, Rey clementísimo, a Ti y también al Padre, con el Espíritu Paráclito, por los siglos sin término. Amén.

CÆLI DEUS

Oh Dios altísimo del Cielo que, para aumentar su belleza, adornaste el centro del firmamento con un vivísimo resplandor de fuego,

Y además, al crear en el cuarto día ese disco solar, que nos deslumbra, fijaste las trayectorias errantes de los astros, subordinadas a la órbita lunar.

Así, al establecer un límite de separación, no sólo las noches y los días, sino también el inicio de los meses, comenzaron a distinguirse con una señal cierta:

Ilumina, pues, Señor, nuestros corazones, despeja de miserias nuestras almas, desata el nudo de nuestras culpas y derriba la mole de nuestros pecados.

Concédenoslo, Padre misericordioso, que con tu Hijo Unigénito, y el Espíritu Paráclito, reinas por los siglos de los siglos. Amén.

NOX ATRA

Mientras la noche cerrada ha ido cubriendo el colorido de cuanto hay sobre la tierra, nosotros, al confesar tu nombre, Te pedimos, justo Juez de nuestras almas.

Que borres nuestros errores, limpies nuestras miserias y nos infundas la gracia que aleje todo pecado.

Pues aunque se aturda el corazón cuando la culpa lo aqueja, ansía, no obstante, despejar su vileza y correr tras de Ti, su Redentor.

Desvanece, Señor, las tinieblas, sobre todo las nuestras interiores, para que el alma alcance el gozo de verse en la luz de la bienaventuranza.

Gloria a Cristo, Rey clementísimo, a Ti y también al Padre, con el Espíritu Paráclito por los siglos sin término. Amén.

CHRISTE PRECÁMUR

Te imploramos, oh Cristo, que prestes oído a tus siervos suplicantes para que la malicia del mundo no encadene nuestra fe.

Que los pensamientos no sean impíos, huyamos de la envidia, y, sin devolver las heridas, venzamos con el bien el mal.

Haz que nuestro corazón se desprenda de la ira, el engaño y la soberbia, que aleje cuanto pueda la avaricia, raíz de toda maldad.

Que el amor verdadero guarde el vínculo de la paz, y, entre la fe y la inocencia, arraigue la castidad.

Gloria a Cristo, Rey clementísimo, a Ti y también al Padre, con el Espíritu Paráclito, por los siglos sin término. Amén.

SOL ECCE SURGIT

Ved cómo surge ya candente el sol: es la hora del lamento, del rubor del arrepentirse: nadie puede resueltamente pecar, teniendo ya la luz como testigo.

Huya al fin aquella ceguera que, por largo tiempo, con mal pie y avieso engaño, nos arrastró al descarrío.

Que esta luz nos traiga la serenidad y a ella nos devuelva puros; que nuestro hablar evite la mentira y nuestros pensamientos no sean sombríos.

Que el día entero discurra entre la veracidad en las palabras y la pureza en los sentidos, y así la maldad no contamine al cuerpo.

Pues continuamente cada día, desde el alba hasta la noche, en la atalaya del Cielo, Dios contempla nuestra vida.

Gloria a Dios Padre, y a su Hijo Unigénito, con el Espíritu Paráclito, por los siglos sin término. Amén.

MAGNÆ DEUS

Oh Dios Todopoderoso, que del conjunto de las aguas, parte remites al mar, y parte elevas al cielo,

Sumerges a los peces en las aguas y reservas el cielo para las aves, para que, aun procediendo de un mismo origen, ocupen las regiones más diversas.

Impide, Señor, a tus siervos, purificados por el flujo de tu Sangre, caer en el engaño del pecado, y sufrir el quebranto de la muerte.

Y así, a nadie depriman sus culpas, ninguno se engría por la soberbia: que el alma abatida no desfallezca, y la que está levantada no caiga.

Concédenoslo, Padre misericordioso, que con tu Hijo Unigénito, y el Espíritu Paráclito, reinas por los siglos de los siglos. Amén.

TU TRINITATIS

Oh Dios Uno y Trino, que riges al mundo con poder, escucha los himnos de alabanza con los que, al despertar, Te alabamos.

Habiendo surgido del lecho, durante el sereno tiempo de esta noche, venimos a implorarte el remedio, capaz de sanar nuestras heridas.

Y si por los engaños nocturnos del Demonio en algo Te ofendimos, dígnate rescindirlo desde el Cielo con la virtud de tu brazo glorioso.

Llenos de confianza Te suplicamos que nos enciendas con el raudal de tu luz, bajo la cual evitaremos tropezar en el transcurso de los días.

Concédenoslo, Padre misericordioso, que con tu Hijo Unigénito y el Espíritu Paráclito, reinas por los siglos de los siglos. Amén.

ADESTO CHRISTE

Sé propicio, Cristo, a nuestras almas que redimiste con amor sublime: y haz que una honda contrición inspire nuestras preces.

A Ti, Jesús, compasivo, se dirige, llena de fe, nuestra plegaria, para que Te dignes perdonar el mal con el que, obrando, Te ofendimos.

Dondequiera que nos encontremos, haznos sentir tu protección paterna, por la Señal de la Santa Cruz que ungiste con tus sagrados Miembros.

Gloria a Cristo, Rey clementísimo, a Ti y también al Padre, con el Espíritu Paráclito, por los siglos sin término. Amén.

ÆTERNA CÆLI

Eterna gloria del Cielo, Esperanza santa de los mortales, Hijo único del Padre, y también de la Madre castísima.

Puestos bajo tu amparo quienes nos levantamos, haz que también nuestro corazón se alce sobrio, ansioso de celebrarte con la acción de gracias que mereces.

Resplandece el día recién nacido y anticipa ya su claridad matinal; que, al caer la penumbra nocturna, tu luz nos alumbre y envuelva.

Y, al conservarla así en nuestros ojos, aleje la noche del mundo, manteniendo limpio nuestro corazón, hasta el final de los tiempos.

Que arraigue hondo en el entendimiento la fe que hace tiempo pedimos, que se goce la esperanza que la sigue, y entonces, sobre la cima de ambas, se encumbre la caridad.

Gloria a Cristo, Rey clementísimo, a Ti y también al Padre, con el Espíritu Paráclito, por los siglos sin término. Amén.

PLASMATOR HÓMINIS

Oh Dios, que modelaste al hombre y, disponiendo de la creación entera, ordenaste que también la tierra produjese los reptiles y las fieras.

Incluso los irracionales más grandes, animados al conjuro de tu mandato, los quisiste sometidos al hombre, e idóneos para que a su modo le sirvieran.

Destierra, Señor, cuanto de inmundo se haya podido infiltrar en las costumbres de tus siervos.

Danos el premio de la alegría, el regalo de la gracia, y, al romper el lazo de las discordias, estrecha los vínculos de la paz.

Gloria a Cristo, Rey clementísimo, y gloria también al Padre, con el Espíritu Paráclito, por los siglos sin término. Amén.

SUMMÆ DEUS

Oh Dios de infinita clemencia, Autor de la máquina del mundo, Trino en tu majestuosidad divina, y Uno en el afianzar lo creado.

Junto a nuestras lágrimas escucha benigno nuestro canto devoto y despejado así el corazón de sus manchas, alcancemos en plenitud el poseerte.

Quema, Señor, nuestro interior con el fuego de tu Amor, para que tus visitaciones nos encuentren siempre ceñidos y prontos.

De modo que los que ahora rompemos cantando estas horas de la noche, seamos espléndidamente enriquecidos con los dones de la Patria dichosa.

Concédenoslo, Padre misericordioso, que con tu Hijo Unigénito y el Espíritu Paráclito, reinas por los siglos de los siglos. Amén.

AUCTOR PERENNIS

Autor de la gloria eterna, que al asistir con indulgencias a tus fieles, les concedes el Espíritu de tu don septiforme,

Expulsa del cuerpo las enfermedades, aleja de nuestras almas el escándalo, corta las alas al pecado y pon en fuga la congoja que atenaza los corazones.

Haz a nuestras almas serenas, bendice nuestro trabajo honesto, atiende nuestras plegarias y danos, como premio, la Vida eterna.

Con el transcurso de estas siete jornadas, se completa el ciclo de la semana, pero llegará un último octavo día, en el que todos seremos juzgados.

Entonces, oh Jesús, Redentor nuestro, no nos acuses, enojado, sino que, contados entre las ovejas, merezcamos ser situados a tu derecha.

Y así, acogiendo nuestras súplicas compasivo de tu grey, harás que glorifiquemos por toda la eternidad, a la Trinidad beatísima. Amén.

AURORA IAM

Ya comienzan los primeros tanteos de la aurora en el cielo y, con el insinuarse del día sobre los campos, afloran los primeros rayos de luz: que todo lo innoble y ruin desaparezca.

Caigan ya las sombras de la noche, y al derruirse las culpas del alma, se esfuma también todo aquello de ingrato, que trajo la noche con sus tinieblas.

Y mientras entonamos para Ti, Señor, las notas de este canto, Te pedimos que se derrame para nosotros, en luz, aquel último amanecer en el que esperamos con humilde confianza.

Gloria a Dios Padre y a su Hijo Unigénito, con el Espíritu Paráclito, por los siglos de los siglos. Amén.