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Solemnidades del Señor

INMENSA ET UNA

Oh Trinidad inmensa y única, cuyo poder crea y dirige todas las épocas y preexiste antes de todos los siglos.

Infinitamente dichosa en tu mismo gozo, sin que de nada tengas menester; Tú, pura, simple y providente, abarcas el Cielo y la tierra.

Oh Padre, Fuente de todas las gracias, oh Hijo, Esplendor de la gloria del Padre, oh Espíritu Santo, Amor eterno de ambos.

Oh Trinidad beatísima, de Ti mana, como de su origen supremo, todo aquello que contiene ser y belleza.

A quienes regalas la corona de la adopción filial, haznos templos tan resplandecientes que seamos objeto continuo de tu complacencia.

Oh Luz vivísima, concédenos que, en unión con tus Ángeles en el Cielo, te cantemos eternamente con la alabanza del amor agradecido. Amén.

TE PATREM

A Ti, Señor, Dios Único, a Ti, Padre omnipotente, a Ti, su Verbo engendrado, y al Espíritu Santo, Te aclaman todas las criaturas que pueblan el admirable jardín del Paraíso.

Nadie es capaz de comprender, oh Trinidad Beatísima, las maravillas inefables de tu vida divina y, sin embargo, tu Rostro colma de tal modo a los Bienaventurados, que no cesan de celebrarte con sus voces de júbilo.

Ellos Te cantan por haber consolidado la mole del universo, por regir con tu Luz eterna la entera creación y porque enciendes los corazones de los tuyos con brasas sublimes de Amor.

Nosotros, ahora, unidos con la mente a la asamblea numerosa de los Cielos, juntamos nuestras voces con el coro de Aquellos, entre los cuales anhelamos gozar, algún día, de tu paz definitiva. Amén.

TRINITAS SUMMO

Oh Trinidad Santa, que brillando desde la altura de tu trono, mantienes lo más profundo de nuestros corazones con amor vehemente, sea permanente nuestro cántico de alabanza a Ti.

Oh Padre, Creador del universo, Fuerza vivificante, concede, a quienes Te dignas hacer partícipes de tu misma vida divina, merecer siempre los dones que trae consigo la fe.

Oh Hijo, Espejo y Candor de la Luz eterna, a los que nos llamas y nos haces también tus hermanos, concédenos estar injertados en Ti, nuestra Vid, como verdes sarmientos.

Oh Espíritu Santo, Amor Fuego y Piedad, que con tu luz poderosa y suave, gobiernas todo lo creado, Te pedimos que renueves nuestro espíritu y avives lo íntimo de nuestros corazones.

Oh Trinidad amabilísima, dulce Huésped del alma, fúndenos Contigo en un abrazo amoroso y perpetuo, hasta que podamos entonar himnos incesantes y gozar de Ti. Amén.

PANGE LINGUA

Canta, oh lengua, el misterio del Cuerpo glorioso y de la Sangre preciosa, que el Rey de las naciones, fruto de un vientre generoso, derramó como rescate del mundo.

Nos fue dado, nos nació, de una Virgen sin mancilla y, habiendo vivido en el mundo, una vez esparcida la semilla de su palabra, clausuró la etapa de su vida mortal con una institución admirable.

Así la noche de la Suprema Cena, recostado a la mesa con los Apóstoles, observadas las normas legales sobre los alimentos, se da a Sí mismo, con sus propias manos, como Alimento para los Doce.

Con su palabra, el Verbo, hecho Carne, convierte el pan en su Cuerpo y el vino en su propia Sangre: aunque fallen los sentidos, es suficiente la fe para cconfirmar a un corazón puro.

Adoremos, pues, humildemente, tan augusto Sacramento, y las ceremonias de la antigua Alianza cedan su puesto al nuevo rito; supla ahora la fe la incapacidad de los sentidos.

Sean la alabanza y el júbilo, junto con la salvación, el honor el poder y la bendición, para el Padre y el Hijo; sea la misma alabanza para el Espíritu que procede de ambos. Amén.

SACRIS SOLLÉMNIIS

Que se junten todos los gozos en esta Solemnidad, y resuenen en alabanza los corazones; desaparezca lo viejo, renuévense todas las cosas, sentimientos, palabras y obras.

Porque hoy celebramos la noche de la Última Cena, durante la cual creemos que Cristo, según prescribía la Ley a los antiguos Padres, ofreció a los Apóstoles el cordero y los ázimos.

A los débiles les dio el alimento de su Cuerpo y a los tristes la bebida de su Sangre, diciendo: «Tomad este cáliz que os entrego y bebed todos de él».

Instituyó, así, este Sacrificio, cuyo ministerio quiso confiar sólo a los Presbíteros, a quienes incumbe tomarlo para sí y administrarlo a otros.

El Pan de los Ángeles se hace Pan de los hombres; el Pan celestial cancela las figuras. ¡Oh misterio admirable, que el siervo pobre y humilde coma a su Señor!

A Ti, Dios Uno y Trino, Te pedimos que, del mismo modo que te tributamos culto, no dejes de visitarnos, y guíanos por tus sendas, por las que nos encaminamos hacia esa Luz en la que habitas. Amén.

VERBUM SUPERNUM… NEC PATRIS

El Verbo soberano, que vino al mundo sin dejar la diestra del Padre, al llegar al atardecer de su vida, se propone consumar su obra.

Y cuando un discípulo iba a entregarle a sus enemigos, para la muerte, Él mismo se adelanta a entregarse a sus Apóstoles, como Alimento de Vida.

Bajo las dos especies, les ofreció su Cuerpo y su Sangre, para alimentar al hombre, compuesto, también, de cuerpo y alma.

Al nacer, se nos dio como Amigo, en la Cena, como Alimento, al morir, como Rescate, y, al reinar, como Premio.

¡Salve, oh Víctima saludable!, Tú, que abres las puertas del Cielo, préstanos tu fortaleza y tu auxilio, cuando los enemigos estrechan su cerco.

Para el Señor Uno y Trino que nos concede una vida sin fin, en la Patria, sea la gloria eterna. Amén.

AUCTOR BEÁTE

Oh feliz Cristo, Creador del Universo y Redentor del mundo, Resplandor de la Luz del Padre, Dios verdadero.

Suavemente movido por tu amor a tomar un Cuerpo mortal, para devolvernos, como nuevo Adán, lo que nos había sustraído el primero.

Este mismo Amor, por el que creaste la Tierra, el mar y las estrellas, fue el que, compadeciéndose del pecado de nuestros primeros padres, quebró las cadenas de nuestra prisión.

Ojalá nunca se aparte de tu Corazón, ese brío inefable de tu amor; que de él todos los pueblos extraigan la gracia del perdón.

Pues, si tu Corazón quiso sufrir la herida causada por la lanza que lo traspasó, fue para limpiar nuestras manchas con la Sangre y el Agua, que de él manaron

Para Ti, Señor, que desde tu corazón dispensas la gracia, en unión con el Padre y el Espíritu Santo, toda la gloria por los siglos sin término. Amén.

COR ARCA LEGEM

Oh sagrado Corazón, Arca que guarda la Ley, no la de la antigua esclavitud, sino la de la gracia, del perdón y de la misericordia.

Oh Corazón sacratísimo, Santuario inmaculado de la nueva Alianza, Templo más santo que aquel antiguo, Velo más útil que aquel otro que fue rasgado.

Tu Caridad Te quiso herido con una lanzada abierta, a fin de que nosotros adorásemos las Llagas de tu Amor invisible.

Cristo Sacerdote, padeciendo suplicios cruentos y místicos, ha ofrecido uno y otro sacrificios, bajo este símbolo de Amor.

¿Quién no devolverá amor al que así nos ama?, ¿Quién no amará a Cristo sin descanso y, por medio de la Caridad, no buscará allegarse continuamente a Él?

Para Ti, Señor, que desde tu Corazón dispensas la gracia, en unión con el Padre y el Espíritu Santo, toda la gloria por los siglos sin término. Amén.

IESU AUCTOR CLEMÉNTIÆ

Oh Jesús, de Quien procede toda clemencia, esperanza de nuestro gozo completo, Fuente de dulzura y de gracia, delicia verdadera del corazón:

Oh Jesús, esperanza de los penitentes, ¡qué benigno resultas para los que Te invocan!, ¡qué bueno para los que Te buscan!, pero ¡qué serás para los que Te encuentran!

Oh Jesús, tu Amor es suave bálsamo para nuestra alma, que, sin saciar, la llena, mientras ella, con el deseo, Te anhela.

Oh amadísimo Jesús, Esperanza del alma que por Ti suspira, Te buscan las lágrimas piadosas, te busca el grito profundo de la mente.

Quédate, Señor, con nosotros, quédate con un nuevo resplandor, disipa las tinieblas de la noche, y llena el mundo de dulzura.

Tú, Jesús, generosidad infinita, alegría inefable de nuestro corazón, bondad sin límites apriétanos con los lazos de tu amor.

Oh Jesús, Flor de una Madre Virgen, dulzura de nuestro amor, para Ti la alabanza sin fin en el reino de la gloria. Amén.