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QUEM TERRA

Las entrañas de Maria llevan al que gobierna la triple máquina del universo a Quien veneran, adoran y pregonan la tierra, el mar y las estrellas.

El seno de una Doncella llena de la gracia del Cielo porta al que sirven sin cesar el sol, la luna y todas las criaturas.

Oh Madre, tan dichosa por tus dones: en tu regazo, como en una arca, se encerró el Creador supremo del Universo, que sostiene al mundo con sus hermanos.

Felicísima por el Mensaje del Cielo, habiendo concebido del Espíritu Santo, de tu vientre nació el Deseado de las naciones.

Gloria a Ti, Jesús, que has nacido de la Virgen y que también al Padre y al Espíritu Santo, por los siglos sin término. Amén.

 

O VIRGO MATER

Oh Virgen Madre, dichosa Hija de tu Hijo, la más humilde y la más sublime entre todas las criaturas.

Término fijo del eterno proyecto divino, Tú eres la hermosura y la gloria suprema de nuestra naturaleza.

A la que has ennoblecido tanto, que su excelso Creador en ella, por medio de ti, comenzó a ser de manera admirable.

El Amor prendió en tu seno virginal, a cuyo calor germinan en la tierra flores del Cielo.

Gloria al Padre, a tu Hijo y al Espíritu Santo, que tan admirablemente Te revistieron de su gracia. Amén.

 

O GLORIOSA DOMINA

Oh gloriosa Señora, encumbrada sobre las estrellas, que nutres, con la leche de tu pecho, a Quien Te dio benignamente la existencia.

Lo que la desdichada Eva nos robó, Tú nos lo devuelves en tu Fruto santísimo y allanas amablemente a los afligidos la senda para gue entren en el Cielo.

Tú eres la Puerta del Rey excelso, el Umbral de su espléndida Luz; celebrad, pues, los pueblos redimidos, a la Vida que nos llega por medio de la Virgen.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, que tan admirablemente Te revistieron de su gracia. Amén.

 

QUÆ CARITATIS

Oh Virgen, que, siendo para los Santos Estrella resplandeciente de caridad, eres, también para los mortales, Manantial vivo y fecundo de esperanza.

Tanto puedes, oh excelsa Señora, ante el Corazón sacratísimo de tu Hijo, que quien te pide con confianza alcanza seguro.

Tu benignidad no sólo socorre al que Te implora, sino que a menudo Te anticipas, de buen grado, al deseo de los que Te suplican.

En Ti concurren la misericordia y la magnificencia, en Ti se compendia toda la bondad repartida entre las criaturas.

Gloria al Padre, y a tu Hijo y al Espíritu Santo, que tan admirablemente Te revistieron de su gracia. Amén.

 

MARIA QUÆ MORTALIUM

Oh María, que acoges con amor las súplicas de los mortales, henos aquí, para implorar que nunca nos falte tu amparo.

Asístenos, si nos esclaviza el yugo hórrido del pecado y no tardes en librarnos de las ataduras que enredan nuestro corazón a las culpas.

Ayúdanos, si nos seduce la imagen engañosa del mundo, para que nuestra alma no abandone, olvidada del Cielo, el sendero de la salvación.

Tiende tu mano hacia nosotros, si una suerte adversa amenaza nuestro cuerpo; concédenos unos tiempos tranquilos, hasta que, al fin, amanezca la eternidad.

Sé refugio para tus hijos en el momento de la muerte, de modo que, con tu auxilio, logremos conseguir el Premio eterno.

Gloria al Padre, a tu Hijo y al Espíritu Santo, que tan admirablemente te revistieron de su gracia. Amén.

 

AVE MARIS STELLA

Salve, Estrella del mar, santa Madre de Dios y siempre Virgen, dichosa Puerta del Cielo.

Tú que recibiste el saludo de Gabriel, afiánzanos en la paz, cambiando el nombre de Eva.

Desata las cadenas a los reos, procura a los ciegos la luz, y, alejando nuestros males, consíguenos todos los bienes.

Muéstrate Madre nuestra y, así, acoja por Ti nuestras súplicas Aquel que, queriendo nacer para nosotros, se dignó hacerse tuyo.

Oh Virgen incomparable, dulce como ninguna, libres ya de las culpas, haznos humildes y castos.

Concédenos una vida limpia, y prepáranos un camino seguro, de modo que, viendo a Jesús, sea ya perenne nuestro gozo.

Alabemos a Dios Padre, glorifiquemos a Cristo Rey y bendigamos al Espíritu Santo: un mismo honor para los Tres. Amén.