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Padre nuestro

Padre nuestro

Padre nuestro
  • Público apropiado: Adultos con reparos
  • Valoración moral: Desaconsejable
  • Año: 2008
  • Dirección: Christopher Zalla
Dirección: Christopher Zalla
Intérpretes: Jesús Ochoa, Armando Hernández, Jorge Adrián Espíndola, Paola Mendoza, Eugenio Derbez, Israel Hernández.
Guión: Christopher Zalla
Música: Brian Cullman
Fotografía: Igor Martinovic
Distribuye en Cine: Golem
Duración: 110 min.
Género: Drama

Buscando amor 

    Película estadounidense, la mayor parte de su trama transcurre en Nueva York. Sin embargo, el idioma dominante es el español, pues trata de inmigrantes mexicanos, llegados a la Gran Manzana en busca de una vida mejor. Aunque el sueño americano puede transformarse rápidamente en pesadilla. El planteamiento del film de Christopher Zalla es sin duda original. 

    Pedro y Juan coinciden en el camión que les introduce clandestinamente en Estados Unidos. El primero cree haber encontrado a un amigo en el segundo, y le cuenta que se dirige a Nueva York en busca de su padre, a quien nunca ha visto. Su madre acaba de morir, y le lleva una carta de presentación, que espera facilite el ansiado encuentro. Pero Juan resulta ser un “vivo”, que aprovecha una cabezadita de Pedro para robarle el equipaje y la carta, de modo que le suplanta presentándose como el hijo nunca visto. 

    Estamos ante una película muy dura, con algunos elementos algo convencionales y un negro fatalismo de fondo, muy marcado en el tramposo desenlace, el azar utilizado para que la cosa acabe mal y suscitar en el espectador un poquito de mala conciencia que le haga reaccionar. Lo cual no quita para que sea una película inteligente, y bien realizada. 

    Los tres actores principales, Jesús Ochoa, Armando Hernández, Jorge Adrián Espíndola –padre, hijo falso, hijo auténtico– están muy bien, y el juego del delincuente que descubre el valor de tener a alguien a quien llamar “papᔠ–que tiene su correlación con el padre, reacio inicialmente a acoger al hijo inesperado–, junto a la aproximación de estilos de vida de Pedro y Juan –el primero sufre en Nueva York, y desde su ingenuidad inicial realiza un descenso a los infiernos en compañía de una yonqui prostituta, mientras el otro saborea la recién descubierta afectividad–, configuran una sólida estructura dramática, que justifican su premio en Sundance. 

    Por la dureza del drama tal como trata la marginalidad, la frecuencia con que se acude al recurso de vender el cuerpo –sin apenas imágenes explícitas-, y el trasfondo inmoral del ambiente que recrea, es un film desaconsejable. (decine21 / Almudí)