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Sigo como Dios
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Sigo como Dios

Evan Almighty
  • Público apropiado: Jóvenes
  • Valoración moral: Adecuada
  • Año: 2007
  • Dirección: Tom Shadyac
Dirección: Tom Shadyac
Intérpretes: Steve Carell, Morgan Freeman, Lauren Graham, Johnny Simmons, Graham Phillips, Jimmy Bennett, John Goodman.
Guión: Steve Oedekerk
Música: John Debney
Fotografía: Ian Baker
Distribuye en Cine: Universal
Duración: 118 min.
Género: Comedia

El diluvio que viene 

    Secuela de Como Dios, una divertida comedia protagonizada en su día por Jim Carrey, que no quiso repetir en esta ocasión, cediendo el testigo a Steve Carell. Éste interpretaba en aquella un papel secundario, el presentador televisivo Evan Baxter, aquí ascendido a protagonista de la función. 

    Evan deja su trabajo en la pequeña pantalla cuando le entran inquietudes políticas, se presenta a las elecciones al Congreso, y puesto que resulta elegido, se muda con su mujer y sus tres hijos a una urbanización cercana a Washington, a donde llega con ganas de cambiar el mundo. Sus sueños filantrópicos chocan frontalmente con los planes del ambicioso congresista Long, que le enreda para que apoye una ley injusta y antiecológica, de la que piensa sacar una buena tajada. 

    Aunque Evan tiene un poco dejada de lado la religión, por pura desidia, un día se anima a rezar para pedir ayuda divina. Poco después, recibe la inesperada visita del mismo Dios, que le pide que construya un arca, como hiciera en tiempos bíblicos Noé, para recoger una pareja de cada especie animal, con el fin de que sobrevivan a un nuevo Diluvio Universal. La vecindad le toma por loco, y su familia no sabe si apoyarle o no. 

    Quizás es de rigor señalar el defecto que tiene esta película desde el punto de vista estrictamente financiero, en lo relativo al planteamiento de producción. Sigo como Dios ha costado la friolera de 175 millones de dólares, convirtiéndose en la comedia más cara de la historia, un disparate de inversión porque no se puede gastar un presupuesto similar al de Misión imposible III, en un film de corto alcance, al servicio de Steve Carell, cada vez más en alza pero que no tiene ni de lejos el tirón de Tom Cruise. Y aunque el film fue número uno en la taquilla americana, no llegó a recaudar lo que se esperaba.

Por contra, desde el punto de vista cinematográfico y creativo, todo es bastante distinto. El principal acierto de los guionistas es que no pretenden copiar al milímetro la primera parte, como hacen casi todas las secuelas, sino que se aventuran a seguir otros derroteros. Repite como director Tom Shadyac, que vuelve a acercarse al tono del cine de Frank Capra, una opción apropiada teniendo en cuenta que el argumento es una comedia celestial cercana a ¡Qué bello es vivir!, con elementos que parecen sacados de Caballero sin espada. Al igual que Capra, Shadyac no duda en introducir moralejas valiosas, en torno a la unidad familiar, al valor del servicio a los demás, y sobre todo a la aceptación de los designios divinos. 

    Shadyac acumula gags efectivos, no recurre nunca al humor grueso, tan de moda últimamente, y sus referencias al Génesis de la Biblia y a la religión son tan positivas como divertidas. Además, el amplísimo presupuesto se nota en los eficaces efectos especiales y en una secuencia final catastrofista que sin alcanzar la espectacularidad de El día de mañana, está bien realizada. 

    Steve Carell demostró que podía contenerse en la estupenda Pequeña Miss Sunshine, y en esta ocasión vuelve a la comedia histriónica, con una interpretación divertida que recuerda más a su trabajo en la serie The Office. Además, está muy bien secundado por Lauren Graham, la actriz de Las chicas Gilmore, que encarna a su mujer, y sobre todo por Morgan Freeman, la mejor elección que podían haber hecho para encarnar a Dios, y que aprovecha que tiene las mejores frases del guión. (decine21 / Almudí JD-AC)