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Un buen año

Un buen año

  • Público apropiado: Adultos
  • Valoración moral: Con inconvenientes
  • Año: 2007
  • Dirección: Ridley Scott
EE.UU. Dirección: Ridley Scott Guión: Marc Klein Fotografía: P. Le Sourd Montaje: Dody Dorn Música: Marc Streitenfeld Intérpretes: Russell Crowe, Albert Finney, Marion Cotillar, Tom Hollander Distribuidora: Fox Duración: 118 minutos Público Adecuado: La única forma de no contar el final de la última película de sir Ridley Scott es no decir nada, ni una palabra, ni siquiera del principio, porque desde el minuto uno Russell Crowe pone cara de: "Sí, soy un broker desalmado, pero no te preocupes, confiado espectador, que dentro de poco me iré a la Provenza y, rodeado de viñedos, mi vida dará un giro". Luego hay una historia de familia y una pseudo-historia romántica… como marcan los cánones y sin salirse nunca de lo absolutamente previsible. De la simplicidad del argumento -que a veces raya la insulsez- se puede acusar a Peter Mayle, un publicista amigo de Scott que un día plantó los bártulos para disfrutar de la buena vida y contarlo en sus novelas mitad cuentos-mitad catálogo de turismo. El guionista de Serendipity, Marc Klein, fue el encargado de trasladar la novela de Mayle a la pantalla. Seguro que el chico hizo lo que pudo, pero no consiguió levantar del estereotipo más patente a unos personajes que podrían haberse sacado de unos dibujos animados -de los malos-. Esto sin entrar en los personajes femeninos, a los que Scott les reserva unos auténticos papelones de comparsas, en clave de prima americana sexy y corta o de rebelde e independiente francesa que tarda media cena en rendirse a los encantos de Crowe. Por cierto, si no fuera porque Ridley Scott fue el causante de su Oscar (por Gladiador), Rusell Crowe debería denunciarlo: no se le puede exigir al cada vez más fornido actor rodar escenas como la caída del trampolín, ni mucho menos pasarse embutido en una desfavorecedora bata la mitad de la película. En definitiva, que en medio de tanto viñedo fotografiado, tanto recurso de dudosa explicación (¿lo del Smart dando vueltas en la rotonda vendría en un programa de ordenador?) y tanto diálogo plano, cuesta mucho descubrir al gran director que fue Ridley Scott, aunque esto no es nuevo teniendo en cuenta algunos de sus últimos títulos. Poniéndonos en lo mejor, quizás sólo sea una larga, muy larga, mala cosecha. En fin, comedia pasable que se deja ver. (Filasiete / Almudí)