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Una chica cortada en dos

Una chica cortada en dos

La fille coupée en deux
  • Público apropiado: Adultos
  • Valoración moral: Desaconsejable
  • Año: 2008
  • Dirección: Claude Chabrol
Dirección: Claude Chabrol
Intérpretes: Ludivine Sagnier, Benoît Magimel, François Berléand, Mathilda May, Caroline Sihol, Marie Bunel, Thomas Chabrol, Valeria Cavalli, Jean-Marie Winling, Etienne Chicot.
Guión: Claude Chabrol, Cécile Maistre
Música: Matthieu Chabrol
Fotografía: Eduardo Serra
Distribuye en Cine: Wanda
Duración: 115 min.
Género: Drama, Thriller

Entre dos hombres 

    La razón de que la chica a la que alude el título esté 'cortada en dos' es que se divide entre dos amores. Gabrielle Deneige (cuyo apellido 'de nieve' parece una metáfora relativa a que se trata de una joven inocente y pura) trabaja como mujer del tiempo en una cadena televisiva de Lyon. 

    Se ha enamorado de ella locamente Paul Gaudens, joven caprichoso y desequilibrado, heredero de una importante industria farmacéutica, pero sin ocupación aparente, pues no se encarga personalmente de dirigir sus propios negocios. Gaudens no puede aceptar que Gabrielle le rechace, por lo que su actitud es agresiva, próxima al acoso sexual. 

    Por su parte, Gabrielle en principio sólo piensa en Charles Saint-Denis, un famoso escritor que le deslumbra con su brillantez, y que se convertirá en su amante ocasional, a pesar de que se trata de un hombre casado. Claude Chabrol, uno de los decanos del cine francés, dirige a buen ritmo. Recogió merecidos elogios por Borrachera de Poder, sobre una juez que investigaba un asunto de corrupción. 

    En su siguiente trabajo, regresa a la especialidad de la casa, pues se trata de una disección de la decadencia moral de la sociedad occidental, en forma de thriller dramático, que se desarrolla en un entorno de provincias, como ocurre en otras de sus películas -En el corazón de la mentira, Gracias por el chocolate, La flor del mal-. 

    Como en aquellas, también tiene en esta ocasión una importante presencia una familia burguesa que oculta algún secreto escabroso del pasado y que le sirve al director para criticar a esta clase social que en realidad es la suya propia, obsesionada por mantener las apariencias. 

    Esta vez también describe otras dos familias muy diferentes, la del escritor, que vive sólo con su esposa en una felicidad superficial, pero que en realidad es infiel, y la de la chica del tiempo, hija de madre soltera. Curiosamente, éstas últimas, la madre y la hija, parecen las más alegres. 

    Esta vez, el cineasta parisino confiere un carácter alegórico a esta historia que parece un microcosmos sobre la moderna sociedad, con una joven cándida arrastrada a la inmoralidad por su relación con dos personajes muy representativos de la Europa actual, el maduro hecho a sí mismo elegante, que esconde todo tipo de depravaciones, y el joven más pasional y directo, que ha nacido con la vida resuelta, pero enajenado y sin muchos horizontes vitales. 

    Aprovecha la ocasión Chabrol a un nivel más secundario para elogiar la vida en un sitio apartado, lejos del bullicio de la gran ciudad, y para arremeter contra los artistas, el mundo de la cultura y los medios de comunicación, que conoce muy bien. La secuencia del entrevistador televisivo que tras una mediocre entrevista le pregunta al escritor si aspira a ganar un premio que en realidad ya le dieron, parece inspirada en la propia vida de Chabrol. 

    Sin ser tan brillante como las obras mayores del autor de La ceremonia, ni como su anterior film, Chabrol imprime un enorme nivel a su trabajo. Con una gran economía de medios, describe a sus personajes con tantos matices que son únicos -el escritor que recurre constantemente a la cita de frases célebres para desconcertar a sus conocidos, el joven envidioso a pesar de que lo tiene todo, la chica bienintencionada y responsable, capaz de caer en lo más bajo por amor, etc.-. 

    Parte de un guión sólido, que dosifica de forma modélica los detalles de la historia, coescrito por él mismo con Cécile Maistre, que hasta ahora solía trabajar con él como primera ayudante. Al parecer, el relato se inspira en un suceso acontecido en el siglo XIX, y que recogió Richard Fleischer en el film El trapecio rojo, de 1955. 

    Su puesta en escena es deslumbrante, con hallazgos de maestro, como la confesión de la madre de Paul, encuadrada de tal forma que parece estar escondiéndose de la cámara, como si le avergonzara lo que está contando. 

    Como siempre, Chabrol saca lo mejor de unos actores selectos, aunque esta vez no está presente como es habitual en su cine Isabelle Huppert (que hubiera sido la perfecta madre de Paul, pero probablemente no le ofreció el papel porque es muy secundario). 

    Sí que aparece otro de sus habituales, Benoît Magimel (Paul) que sale airoso del papel más difícil y François Berléand, un peso pesado, que en Borrachera de poder era el empresario encarcelado. También le saca partido a Ludivine Sagnier, que está haciendo carrera desde que llamó la atención de la crítica en Swimming Pool. 

    Los importantes reparos éticos: adulterio, amor libre, degradación moral en las relaciones superficiales y cuatro pasajes a suprimir y uno a valorar, la hacen desaconsejable.(Decine21 / Almudí JD-AC)