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Villa tranquila

Villa tranquila

Villa tranquila
  • Público apropiado: Jóvenes
  • Valoración moral: Adecuada
  • Año: 2007
  • Dirección: Jesús Mora
Dirección: Jesús Mora
Intérpretes: Pablo Rivero, Raúl Medina, María Barros, Gabriela Burgos, Melina Giambastiani, Marcelo Dansey.
Guión: Pablo Fendrik
Música: Seydu
Fotografía: Federico Ribes
Distribuye en Cine: Zeta Films
Duración: 82 min.
Género: Drama

En busca de papá 

    Ión Bengoa es un joven madrileño que viaja a Argentina en busca de su padre. Éste lo abandonó cuando era muy pequeño, y desde entonces no sabe nada de él. Sólo tiene una carta, que le indica el lugar exacto donde se encuentra, por lo que inicia un largo viaje que le lleva hasta Villa Tranquila, cerca de Buenos Aires. 

    Allí la vida es todo menos tranquila, pues la zona está sembrada de chabolas y sus habitantes viven en los límites de la pobreza. Como se puede esperar de un sitio así, la violencia está presente en el día a día. La presencia de Ión en el lugar es el “macguffin” de la película, pues su experiencia allí sirve de excusa para mostrar al poblado y sus gentes, los auténticos protagonistas de la cinta. 

    En Villa Tranquila Ión conoce a Raúl, Melina, Marcelo, María, etc. Todos, salvo Melina, son auténticos habitantes de la Villa, por tanto no profesionales, y sus personajes responden a sus propios nombres de pila. En este reparto, la nota discordante es Pablo Rivero, quien encarna a Ión. 

    Sin establecer comparaciones imposibles, sí es preciso decir que mientras los actores debutantes dan la talla, el trabajo de Rivero resulta flojo. A pesar de que se entienda que su personaje se encuentra en un ambiente extraño y desconocido, el actor está inexpresivo y carente de emoción. Algo que se puede extrapolar al conjunto de la cinta. 

    El ritmo es lento, lo cual ayuda a conocer de manera muy interesante y completa el “urbanismo” del poblado, pero resulta algo cansado para el espectador. Estas imágenes del lugar dan buena cuenta de cómo debe ser la vida allí, y sin embargo, no consiguen emocionar al espectador, no le implican. 

    El director, Jesús Mora, conoció Villa Tranquila de la mano de Marcelo, que acabó haciendo uno de los personajes de la cinta. Cuando decidió hacer una película allí, llegó a un acuerdo con sus gentes: “yo les enseñaba un oficio, el mío, el del cine y ellos, a cambio me mostraba cómo son, sus vidas”, explica el director. 

    Durante un año Mora se reunió con los futuros actores en un taller de interpretación; sin embargo, las labores de los habitantes de la Villa fueron más allá y algunos también colaboraron en las necesidades técnicas del rodaje. (decine21 / Almudí JD-AG)