Si atendemos a su etimología, la palabra “beata” simplemente significa “feliz”. Feliz ella y felices nosotros, que recibimos a Guadalupe en el momento en que más la necesitábamos, porque esta hora de la vida de la Iglesia es la hora de la gente de a pie
Algo está cambiando… cuando una mujer normal y corriente, formada como tantas otras del mundo actual, doctora en química, investigadora y profesora, emprendedora en proyectos de servicio social (para lo que se hace emigrante al otro lado del mundo), es proclamada beata por la Iglesia Católica. Pensemos primero en la palabra beata, como lo expresa el profesor y filósofo de la Universidad de los Andes, Joaquín Gª Huidobro:
Si atendemos a su etimología, la palabra “beata” simplemente significa “feliz”. Feliz ella y felices nosotros, que recibimos a Guadalupe en el momento en que más la necesitábamos, porque esta hora de la vida de la Iglesia es la hora de la gente de a pie.
Guadalupe era laica, es decir, cristiana de a pie, no era monja, ni religiosa. El papa Francisco la ha puesto como ejemplo de “santidad de la normalidad”, lo que él llama “santos de la puerta de al lado”. Es la primera mujer del Opus Dei que la Iglesia sube a los altares (su fiesta litúrgica se celebrará a partir de ahora cada 18 de mayo, también cumpleaños de san Juan Pablo II). Fue pionera como estudiante e investigadora en ciencias, algo que todavía hoy es necesario promover (mujeres y STEM, aquí tenéis un ejemplo de nuestros días). Cuando vivió en África por el trabajo de su padre, que era militar, ya tuvo que insistir para que le dejaran ir al colegio. Gracias, ya de vuelta en Madrid, pudo ir a la universidad. En su clase de la Facultad de Químicas eran cinco mujeres. También fue pionera en el CEICID(Centro Internacional de Ciencias Domésticas), que puso en marcha junto a otras personas, para desarrollar otro aspecto muy actual de la sociedad de hoy: la profesionalización del cuidado.
Como emprendedora, se trasladó a México, donde ayudó a levantar (entre otros proyectos) la institución Montefalco, partiendo de unas ruinas que nadie quería. Hoy centro de enseñanza y capacitación profesional y humana de niñas y jóvenes, con gran influencia en su entorno. Como formadora, también en España, Guadalupe desarrolló su sueño de dotar a la mujer de su época de un más profundo sentido de la libertad personal, capacitándola para elegir lo que quería ser en la vida: esposa y madre, pero también profesional si así lo deseaba.
Este domingo, durante el rezo del Regina Coeli, el papa Francisco pidió un aplauso por su beatificación y puso de relieve que “su testimonio es un ejemplo para las mujeres cristianas comprometidas en actividades sociales y en la investigación científica”.
La ceremonia de beatificación, de la que podéis leer más aquí, o ver resumida en el vídeo del final de este post, reunió en el Palacio de Vistalegre de Madrid a más de 11.000 personas de 60 países. Estuvo presidida por el prefecto de la Congregación para la causa de los Santos, cardenal Becciu, y concelebrada por los cardenales Carlos Osoro y Ricardo Blázquez, y el prelado del Opus Dei, Fernando Ocáriz, así como por 200 sacerdotes. También estaba presente el cardenal Robert Sarah. Fueron momentos de gran emoción y alegría. La “normalidad” de la nueva beata nos hacía sentir a todos más cerca de la meta. Así fue también en la tertulia con el Prelado del Opus Dei por la tarde en el mismo lugar. Como no se cansaba de repetir la nueva beata Guadalupe, también en los muchos momentos de su vida en que tuvo que enfrentarse a graves dificultades familiares, personales, profesionales, de salud…”y tan contenta”!
Estos son algunos de los testimonios y comentarios de esa tarde en “la sala de estar más grande del mundo”:
Anjelica, de Nigeria, presente en la celebración, recuerda el interés de Guadalupe por el desarrollo social. Aplaude la iniciativa de Harambee de financiar cien becas para científicas africanas en los próximos diez años con motivo de la beatificación… Y se pregunta: ¿Cómo podemos vivir las personas con recursos teniendo muy presente a los que no tienen? La clave es vivir sobriamente, tengas lo que tengas.
Teresa Navarro, 20 años, Viene de San Sebastián. Joven y brillante. Estudia un grado de gastronomía en el Basque Culinary Center, porque hace ya unos años decidió que iba a dedicar su vida a servir a los demás como numeraria auxiliar y como masterchef para la gente de su familia. Pisa fuerte con el argumento de su vida sobre los tópicos que miran con recelo los trabajos del hogar, precisamente en un mar de sentimientos que vienen, sentimientos que van, corrientes que pegan y corrientes que arrastran. A ella le arrastra la vida coherente y feliz de Guadalupe.
Teresa Robles, junto a su marido, Íñigo. 21 años casados. Siete hijos. Dos de ellos con discapacidad y el último, Josemaría, con síndrome de Down y una leucemia. Duele, pero Teresa y su marido son un ejemplo de que aceptar la realidad y sobreponerse a las dificultades lógicas siembra frutos positivos que nunca se imaginaron. Josemaría es el protagonista de una cuenta de Instagram (@ponundownentuvida), con más de 25.000 seguidores. Esa red arrastra muchos peces: historias de gente que veían el Down desde abajo, y que, gracias a este pequeño influencer han empezado a mirarlo en modo up. Arriba.
Guadalupe Ortiz de Landázuri entendió bien que “su proyecto” no era tal: cada uno de los que encontró en los diferentes lugares donde vivió y trabajó, pasaron a ser sus proyectos. Tenía el espíritu que define la misión del IESE: toda misión de liderazgo debe ser de servicio… El pasado día 13, en el Campus Barcelona, recordamos a la nueva beata en la conmemoración que hacemos cada año de la vida de mi colega y amiga la profesora Maruja Moragas, que nos dejó hace 6 años. Dos mujeres que inspiran, con tanto en común, como nos explicó la profesora Esther Jiménez: liderazgo personal, valentía, confianza, capacidad de entender, de escuchar y de adaptarse, serenidad, fortaleza, resiliencia, humildad, generosidad y capacidad de perdonar, alegría y buen humor y, en la base de todo, intensa vida de piedad.