La fe es historia de pecado y de gracia

Homilía de la Misa en Santa Marta

La fe es historia de pecado y de gracia

La historia y el servicio son dos rasgos de la identidad del cristiano.

En primer lugar, la historia. San Pablo, San Pedro y los primeros discípulos no anuncian un Jesús sin historia: anuncian a Jesús en la historia del pueblo, de un pueblo que Dios hizo caminar desde hacía siglos para llegar a la madurez, a la plenitud de los tiempos (Gal 4,4). Dios entra en la historia y camina con su pueblo. El cristiano es hombre y mujer de historia, porque no se pertenece a sí mismo, sino que está dentro de un pueblo, de un pueblo que camina. No se puede pensar en un egoísmo cristiano; ¡no, eso no va! El cristiano no es un hombre o una mujer espiritual de laboratorio; es un hombre, es una mujer espiritual dentro de un pueblo, que tiene una larga historia y continúa caminando hasta que el Señor vuelva.

Es una historia de gracia, pero también una historia de pecado. ¡Cuántos pecadores, cuántos crímenes! También hoy, en la primera lectura de la misa (cfr Hch, 13,22), Pablo menciona al Rey David, santo, pero antes de ser santo fue un gran pecador. ¡Un gran pecador! Nuestra historia debe contar con santos y pecadores. Y mi historia personal, la de cada uno, debe contar con nuestro pecado —el propio pecado— y con la gracia del Señor que estás con nosotros, acompañándonos en el pecado para perdonar, y acompañándonos en la gracia. No hay identidad cristiana sin historia.

El segundo rasgo de la identidad cristiana es el servicio. Jesús, en el Evangelio de hoy (cfr. Jn 13,16), lava los pies a los discípulos, invitándolos a hacer como él: ¡servir! La identidad cristiana es el servicio, no el egoísmo. Pero, ¡todos somos egoístas! ¿Ah, sí? Es un pecado, es una costumbre de la que debemos deshacernos. ¡Pedir perdón, y que el Señor nos convierta! Estamos llamados al servicio. Ser cristiano no es una apariencia ni una conducta social, no es maquillar un poco el alma, para que parezca un poco más bonita. Ser cristiano es hacer lo que hizo Jesús: servir.

Hoy nos vendrá bien preguntarnos: en mi corazón, ¿qué es lo que hago: me hago servir de los demás, me sirvo de los otros, de la comunidad, de la parroquia, de mi familia, de mis amigos; o sirvo, estoy al servicio de ellos?