Docilidad al Espíritu Santo

Homilía del papa Francisco en Santa Marta

Bienaventurados los que caminan en la Ley del Señor. La Ley no es solo para estudiarla, sino para “caminarla”. La Ley es para la vida, para ayudar a hacer el Reino, hacer la vida. Hoy el Señor nos dice que también el Reino está en camino.

¿Qué es el Reino de Dios? A lo mejor consideramos que el Reino de Dios es una estructura muy bien hecha, con todo ordenado, organigramas bien hechos…, y lo que no entre ahí, no está en el Reino de Dios. ¡No! Con el Reino de Dios pasa lo mismo que puede pasar con la Ley: el fijismo, la rigidez… La Ley es para caminarla, el Reino de Dios está en camino. No está quieto. Es más, el Reino de Dios se hace todos los días.

Jesús habla en sus parábolas de cosas de la vida diaria: la levadura —que no se queda en levadura, porque al final se mezcla con la harina—, está en camino y hace el pan. Y la semilla, que tampoco se queda en semilla, porque muere y da vida al árbol. Levadura y semilla están en camino para hacer otra cosa, y para hacerlo mueren. No es cuestión de pequeñez —¿es poca cosa o gran cosa?—, es un problema de camino, y en el camino sucede la transformación.

Uno que ve la Ley y no camina, tiene una postura fija, una actitud de rigidez. ¿Cuál es la actitud que el Señor nos pide para que el Reino de Dios crezca y sea pan para todos y también casa para todos? ¡La docilidad! El Reino de Dios crece con la docilidad a la fuerza del Espíritu Santo. La harina deja de ser harina y se convierte en pan, porque es dócil a la fuerza de la levadura; y la levadura se deja mezclar con la harina… No sé, la harina no tiene sentimientos, pero dejarse mezclar se puede pensar como un sufrimiento, ¿no? Y luego se deja cocinar, ¿verdad? Pues también el Reino crece así, y al final es comida para todos. La harina es dócil a la levadura y crece; pues el Reino de Dios es así: el hombre y la mujer dóciles al Espíritu Santo crecen y son don para todos. También la semilla es dócil para ser fecunda, y pierde su entidad de semilla y se convierte en otra cosa, mucho más grande: se trasforma. Así es el Reino de Dios: en camino: en camino hacia la esperanza, en camino hacia la plenitud.

El Reino de Dios se hace todos los días con la docilidad al Espíritu Santo, que es el que une nuestra pequeña levadura o la pequeña semilla con su fuerza, y los transforma para hacer crecer. En cambio, si no caminamos, nos volvemos rígidos y la rigidez nos hace huérfanos, sin Padre. El rígido solo tiene dueños, no un padre. El Reino de Dios es como una madre que crece y fecunda, se da a sí misma para que los hijos tengamos comida y casa, según el ejemplo del Señor. Hoy es un día para pedir la gracia de la docilidad al Espíritu Santo. Muchas veces somos dóciles a nuestros caprichos, a nuestros juicios: Yo hago lo que me da la gana. Así no crece el Reino, ni crecemos nosotros. Será la docilidad al Espíritu Santo la que nos hará crecer y transformar, como la levadura y la semilla. Que el Señor nos dé a todos esta gracia de la docilidad.