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Benedicto XVI sigue sorprendiendo

ZENIT.org (Entrevista de Jesús Colina)

Todavía quedan muchos aspectos que descubrir para la opinión pública en general del pensamiento de Benedicto XVI, como explica en esta entrevista concedida a ZENIT Ramiro Pellitero, sacerdote y médico, profesor en la Facultad de Teología y el Instituto Superior de Ciencias Religiosas, y capellán de la Clínica de la Universidad de Navarra.

Almudi.org - Ramiro PelliteroCoincidiendo con la celebración del quinto aniversario del pontífice, acaba de publicar un libro que se titula Al hilo de un pontificado. El gran ‘sí’ de Dios ( Eunsa, 2010).

Entre las preguntas que quisieran hacer nuestros lectores, quizá hay una primera que se relaciona con el título del libro: Benedicto XVI ha repetido a lo largo de su pontificado que el cristianismo no son "noes", sobre todo de carácter ético, sino un gran "sí". Pero esto sigue sin ser entendido. ¿Por qué?

Pienso que esto viene de bastante atrás y tiene diversas causas. Apunto dos que me parecen importantes. De un lado, a la hora de explicar la fe cristiana en los últimos siglos, un cierto moralismo —que Benedicto XVI ha señalado en más de una ocasión— ponía el deber por delante de la verdad. Pero cuando se ama a Dios y los demás, nuestros deberes no son un peso ni una negación, sino una liberación y una plena realización de la propia personalidad.

Al mismo tiempo, parece que en las noticias y en los medios hay una presión “interesada” en silenciar ese gran “sí” que es el Evangelio a todo lo bueno, lo bello y lo noble: al amor humano, al verdadero progreso, a la vida en todas sus etapas, a la razón y a las experiencias más valiosas de la humanidad. Esto se silencia, mientras se ponen en primer lugar, “cargando la mano”, sólo las negaciones que se deducen de ese gran “sí”.

Ciertamente, el sí al verdadero progreso no puede dejar de ser un “no” a lo que esclaviza a las personas, las destruye o al menos las perjudica: no al egoísmo de las injustas desigualdades sociales, a las amenazas a la vida, a la falta de libertad religiosa, etc. ¿Quién o quiénes pueden tener ese interés en manipular lo que dice el Evangelio callando el sí y dejando oír solamente el no, de manera que se dé una impresión triste y retrógrada del cristianismo? Esta pregunta se la devuelvo especialmente a los que trabajan al servicio de la opinión pública.

¿Cuáles son los aspectos del pensamiento de Benedicto XVI que todavía no ha descubierto la opinión pública?

Pienso que es necesaria una mayor atención, por parte de la opinión pública, hacia los núcleos mismos de este pontificado: la validez de la razón y al mismo tiempo su necesidad de abrirse a la trascendencia; la “revolución” del amor y el aprendizaje de una esperanza que nos compromete a todos, sobre todo en favor de los más pobres y débiles.

Entre los cristianos, el Papa promueve un redescubrimiento de la Eucaristía y de la Palabra de Dios, como fuentes de una vida plena de sentido en el día a día. Quien da por supuesto que estos puntos pertenecen a lo “ya oído” o “ya vivido”, de modo que ya no merecen atención, se equivoca. Todos y cada uno —y en el caso de los cristianos también como Iglesia— estamos siendo interpelados por Benedicto XVI para “caer en la cuenta” de nuestra responsabilidad.

Es curioso que uno de los capítulos de su libro hable de "Evangelización y comunicación", cuando en los últimos dos años el Papa ha tenido que afrontar serias crisis de comunicación. ¿Qué significa la comunicación para Benedicto XVI?

Entiendo que para Benedicto XVI, como intelectual de su tiempo y ahora Pastor supremo de la Iglesia, la comunicación es un valor muy importante. Pero es necesario ante todo tener claro el mensaje que se ha de comunicar. En este caso se trata nada menos que del Evangelio, con toda su riqueza, fuerza y capacidad trasformadora del hombre y de la historia. Quizá el Papa valore los elementos de la comunicación en un orden y proporción distinto si se compara a cómo lo hacen algunos profesionales de la comunicación.

Pienso que para Él lo más importante es la verdad y el bien, antes que otros valores legítimos, pero secundarios, como la mera actualidad, la utilidad o la dialéctica. Estos aspectos pueden resultar a primera vista más atractivos, en cuanto que generan más “noticia”; pero deberían ponerse al servicio de las personas, al servicio de la verdad y el bien, la justicia y la paz. Con esto no se niega —como el mismo Papa ha reconocido— que pueda mejorarse la gestión con los medios.

Tomando pie de la respuesta a la pregunta anterior, Joseph Ratzinger ha sido, efectivamente un prestigioso teólogo. ¿Ha dejado de serlo ahora como Papa, para convertirse en un Pastor?

No me parece que haya dejado de ser ni manifestarse como teólogo, aunque ahora se ve más claramente lo que considera finalidad de la teología: el conocimiento y más aún, la participación en el amor de Dios que transforma el mundo. Esto comporta la apertura del humanismo a la trascendencia, la ampliación de la racionalidad más allá de lo empírico (a las dimensiones de la verdad y el bien), la verdadera sabiduría que lleva a la civilización del amor.

En otras palabras, la teología plantea y abre el sentido de la realidad para la vida de las personas. En esa medida, proporciona un marco de referencia para la pedagogía de la fe y el apostolado cristiano. Como el Papa mismo dijo ante la Comisión teológica internacional en diciembre de 2009, el verdadero teólogo es el que, haciéndose pequeño ante Dios, permite que Él le toque en el corazón y en la existencia, para ponerse al servicio del Evangelio. Tal es, en efecto, el horizonte de la teología que hoy —y siempre— puede iluminar la cultura contemporánea; y que, en el caso del Papa, está totalmente al servicio de su ministerio pastoral.

¿A quién se dirige su libro y cuál sería el mensaje principal?

El texto se dirige a un público amplio, con espíritu joven y talante abierto; con cierto gusto por la lectura, pero sobre todo con capacidad de asombrarse y rebelarse ante una existencia monótona o aburguesada, cambiándola por una vida plenamente vivida, si se permite la redundancia. Sin duda son los jóvenes —de todas las edades— los que tienen mejor disposición para captar y realizar este proyecto. El libro invita a prestar una mayor atención al Papa. Sus gestos y palabras nos confirman a los cristianos en la perenne actualidad del Evangelio. Nos convocan a todos para cambiar tantas cosas que deben ser cambiadas, como consecuencia del amor a Dios y al prójimo. Un amor que necesariamente pasa por la Cruz, y que, también necesariamente, lleva a la alegría.

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