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Human, but not a person

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Escrito por Nuria Chinchilla
Publicado: 10 Diciembre 2018

¿Cómo es posible esta combinación en una frase, referida a un ser humano? ¿Se puede ser humano, pero no persona?

Aunque parezca absurdo, es una idea que ya ha sido inoculada −como un virus maligno y profundamente contagioso− en nuestras mentes. Sin habernos dado cuenta, hay muchas personas mayores en nuestras familias que, con la idea de hacernos un favor, hablan de irse voluntariamente a una residencia, y dejar su sitio en la familia, cuando dejan de ser autónomos.

Esta idea proviene en parte de La ley de los Grandes Simios (leer más) que, aunque no fue aprobada por el gobierno, introdujo hace 10 años en el Congreso el argumento de que los seres humanos forman parte de los homínidos, junto a especies como chimpancés, gorilas, etc. De ahí lo de “human, but not person”. Esta categorización del ser humano abre la puerta a la eutanasia, porque estos seres pueden ser eliminados en caso de enfermedad u otras necesidades. La idea de facilitarles el paso a la muerte con ayuda (suicidio asistido) o directamente, se va abriendo camino con una serie de pasos que la sociedad va dando sin apenas notarlo: “ser autónomo es vital y es la raíz de nuestra dignidad”; “hacemos un favor a los otros miembros de la familia si nos quitamos de en medio para no causarles trabajo extra”; “no hay que ser egoísta”, etc.

Pensemos: ¿cuándo ha empezado la autonomía a ser sinónimo de dignidad? ¿Acaso no son dignos de vivir los bebés, los seres más dependientes que hay? ¿Cuál es la diferencia entre un bebé dependiente y un adulto enfermo de alzheimer, un adulto con síndrome de Down, o una persona parapléjica como resultado de un accidente, todos ellos dependientes también, en diferentes grados?

Y por otro lado: ¿Qué mensaje doy a mis hijos y nietos si me “autorretiro” a una residencia “para hacerles un favor”, o incluso como “obra de caridad”? Pues sencillamente les estoy diciendo que se preparen, que a ellos también les harán lo mismo sus hijos y nietos… ¿Cómo podemos enseñar a nuestros hijos y nietos el verdadero amor? ¿O solo enseñamos a amar lo perfecto, lo bonito, lo que no tiene defectos? ¿Verdad que sería absurdo? Porque todos tenemos defectos, problemas y dependencias, en mayor o menor medida.

Hay que enseñar a nuestros hijos y nietos el amor desinteresado, esencialmente gratuito, sin esperar nada a cambio. Nunca como una inversión… No vale cuidar a nuestros mayores y dependientes de otras edades para que, llegado el momento, nos cuiden a nosotros también. Eso es egoísmo interesado.

La eutanasia llama a la eutanasia: En Holanda se ha pasado de 1815 casos en 2003 a 6585 en 2017. En este último año el 10% de las eutanasias se han practicado a personas que no tenían ninguna enfermedad terminal, como podemos leer en este artículo. No es de extrañar que muchas personas mayores se resistan a quedarse ingresados en hospitales holandeses…

Los interesados en que se aplique en todo el mundo, como solución a los problemas de escasez de recursos, de pensiones, etc., saben que vender la muerte directamente es difícil. Por eso, practican estrategias de marketing que pasan inadvertidas pero que van configurando y “educando” nuestra mentalidad para que demos pasos en la dirección que les interesa.

Ya lo hizo Anthony Trollope en el siglo pasado con su novela El plazo fijado, donde la población de un lugar imaginario aprueba por mayoría una ley que establece la eutanasia obligatoria para todos los ciudadanos de más de 66 años. Al llegar a esa edad, deberán ser llevados a una institución situada en la ciudad de Necrópolis en la que reciben buenos cuidados mientras se preparan para morir, lo que tiene que suceder no más tarde de un año. Mientras tanto, reciben charlas pro-eutanásicas para ir viendo con buenos ojos lo que nadie quiere aceptar.

Y como muestra, un botón: os dejo aquí este vídeo que, bajo capa de parodia, va inoculando el virus eutanásico.

Nuria Chinchilla, en blog.iese.edu.

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