Almudi.org
  • Inicio
  • Libros
  • Películas
    • Estrenos de CINE
    • Estrenos de DVD - Streaming
    • Series de TV
  • Recursos
    • Oración y predicación
    • La voz del Papa
    • Infantil
    • Documentos y libros
    • Opus Dei
    • Virtudes
    • Kid's Corner
  • Liturgia
    • Misal Romano
    • Liturgia Horarum
    • Otros Misales Romanos
    • Liturgia de las Horas
    • Calendario Liturgico
    • Homilías de Santa Marta
  • Noticias
  • Almudi
    • Quiénes somos
    • Enlaces
    • Voluntariado
    • Diálogos de Teología
    • Biblioteca Almudí
  • Contacto
    • Consultas
    • Colabora
    • Suscripciones
    • Contactar
  • Buscador
  • Noticias
  • Nació el Redentor

Nació el Redentor

  • Imprimir
  • PDF
Escrito por Rafael María de Balbín
Publicado: 25 Diciembre 2019

“Para dar al mundo la paz; paz y ventura, ventura y paz”. Con letras sencillas y melodías alegres, el pueblo cristiano expresa su júbilo por la venida de Jesucristo a la tierra, como Redentor del hombre

Pese a todas nuestras deficiencias, pecados y errores hay en nuestros corazones nostalgias de infinito. Y quizás alguna vez nos hemos dirigido al Redentor, rechazando falsas soluciones, con las palabras de Simón Pedro: “Señor, ¿a quién iríamos? Tú tienes palabras de vida eterna” (Juan 6, 68).

En el primer capítulo del Génesis, al término de cada etapa de la creación, expresa el escritor sagrado: “Y vio Dios que era bueno”. Vivimos en un mundo que Dios hizo bueno, pero que por el pecado vino a menos. Tenemos tantas veces anhelos buenos y realidades malas: necesitamos ser liberados, salvados, redimidos; “la creación entera hasta ahora gime y siente dolores de parto; (...) está esperando la manifestación de los hijos de Dios” (Romanos 8, 19.22). Merced a la Encarnación del Hijo de Dios podemos conocer y lograr nuestras mejores posibilidades, y sin Él pasarían ocultas e inaccesibles.

“En realidad el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado. Porque Adán, el primer hombre, era figura del que había de venir (Ibidem 5, 14), es decir, Cristo nuestro Señor. Cristo, el nuevo Adán, en la misma revelación del Padre y de su amor, manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la sublimidad de su vocación” (Conc. Vaticano II. Const. Gaudium et spes, n. 22).

En vísperas del comienzo del tercer milenio de la nueva era, la era cristiana, el Papa San Juan Pablo II nos invitaba a dirigir nuestras miradas a Jesucristo, “Verbo del Padre, hecho hombre por obra del Espíritu Santo. Es necesario destacar el carácter claramente cristológico del Jubileo, que celebrará la Encarnación y la venida al mundo del Hijo de Dios, misterio de salvación para todo el género humano” (Carta Apost. Tertio Millennio adveniente, n. 40).

Dirigir nuestras miradas a Jesucristo es acercarnos al misterio insondable de la vida y los designios divinos. “Él, que es imagen de Dios invisible (Colosenses 1, 15), es también el hombre perfecto, que ha devuelto a la descendencia de Adán la semejanza divina, deformada por el primer pecado. En Él la naturaleza humana asumida, no absorbida, ha sido elevada también en nosotros a dignidad sin igual. El Hijo de Dios, con su encarnación, se ha unido en cierto modo con todo hombre. Trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, amó con corazón de hombre. Nacido de la Virgen María, se hizo verdaderamente uno de los nuestros, semejante en todo a nosotros, excepto en el pecado” (Conc. Vaticano II. Const. Gaudium et spes, n. 22).

Tenemos, pues, sobrados motivos, para alegrarnos por el nacimiento del Redentor del hombre. Nos alegramos cada año en la Navidad, y celebramos con júbilo un nuevo aniversario de ese acontecimiento. “Pastor o mago, nadie puede alcanzar a Dios aquí abajo sino arrodillándose ante el pesebre de Belén y adorando a Dios escondido en la debilidad de un niño” (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 563). Quiera Dios que nuestro acercamiento personal a la figura de Jesucristo nos permita conocerle mejor, tratarle con mayor amistad, quererle y seguirle con mayor eficacia.

Rafael María de Balbín

  • Anterior
  • Siguiente

Colabora con Almudi

Quiero ayudar
ARTÍCULOS
  • Cristo hombre perfecto. Naturaleza y gracia en la Persona Divina de Cristo
    Ignacio Andereggen
  • Revolución de la ternura: un nuevo paradigma eclesial en el pontificado de Francisco
    Amparo Alvarado Palacios
  • La confesión sacramental, un camino de libertad y de amor a Dios
    Redaccion opusdei.org
  • El hombre como relación a Dios según Kierkegaard
    Juan F. Sellés
  • El juicio final en la teología de santo Tomás de Aquino
    Leo Elders
  • La «cooperación orgánica» del sacerdocio común y del sacerdocio ministerial en las Prelaturas personales
    José R. Villar
  • Eucaristía y sacerdocio
    Fernando Ocáriz
  • La Pedagogía del Amor y la Ternura: Una Práctica Humana del Docente de Educación Primaria
    César Enrique López Arrillaga
  • Mons. Álvaro del Portillo y el Concilio Vaticano
    Card. Julián Herranz
  • Una nueva primavera para la Iglesia
    Benedictus.XVI
  • El mensaje y legado social de san Josemaría a 50 años de su paso por América
    Mariano Fazio
  • El pecado: Negación consciente, libre y responsable al o(O)tro una interpretación desde la filosofía de Byung-Chul Han
    Juan Pablo Espinosa Arce
  • El culto a la Virgen, santa María
    Gaspar Calvo Moralejo
  • Ecumenismo y paz
    José Carlos Martín de la Hoz
  • Verdad y libertad I
    Eudaldo Forment
MÁS ARTÍCULOS

Copyright © Almudí 2014
Asociación Almudí, Pza. Mariano Benlliure 5, entresuelo, 46002, Valencia. España

  • Aviso legal
  • Política de privacidad