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7 cajas
Destacada

7 cajas

7 cajas
  • Público apropiado: Jóvenes-adultos
  • Valoración moral: Adecuada
  • Año: 2013
  • Dirección: Juan Carlos Maneglia y Tana Schembori
Contenidos: Imágenes (algunas V)

Dirección y guion: Juan Carlos Maneglia y Tana Schembori. País: Paraguay. Año: 2012. Duración: 100 min. Género: Thriller. Interpretación: Celso Franco (Víctor), Lali Gonzalez (Liz), Nico García (Luis), Mario Toñanez (sargento Osorio), Nelly Davalos (Tamara), Roberto Cardozo (Gus). Producción: Maneglia Schémbori. Música: Fran Villalba. Fotografía: Richard Careaga. Montaje: Juan Carlos Maneglia y Juan Sebastián Zelada. Dirección artística: Carlo Spatuzza. Distribuidora: Vértigo Films. Estreno en España: 1 Mayo 2013.

Reseña:

   Esta película paraguaya de Juan Carlos Maneglia y Tana Schémbori (“Cándida”) llega a nuestras carteleras tras su paso con éxito por los festivales de Toronto y San Sebastián, donde ganó el Premio Cine en Construcción y el de la Juventud. Además, fue candidata al Goya 2012 a la mejor película extranjera de habla hispana. Se trata de un thriller con aderezos cómicos que protagoniza Víctor (Celso Franco), un carretillero adolescente que trabaja como recadero en el Mercado 4 de Asunción. Un día recibe un encargo bien pagado: llevar a otro puesto del mercado una carretilla con siete cajas que parecen contener algo sumamente valioso. A través de las historias cruzadas de otros personajes del mercado que vamos conociendo —su amiga Liz (Lali González), la dependienta de una tienda de móviles, las cocineras de un restaurante chino...— se va desvelando la verdadera naturaleza del encargo, que esconde un insospechado secreto.

   Hablada en castellano y guaraní, la película está rodada casi íntegramente en el propio Mercado 4 de Asunción, un auténtico laberinto humano de caos, trapicheos y profesionales de la supervivencia. El tono combina el crudo realismo social, de estilo mexicano, con un tono amable, que encarnan los personajes más inocentes, más humanos. Pero también el cóctel incluye escenas de acción, otras surrealistas —casi cómicas—, momentos románticos, e incluso secuencias de violencia con aderezos gore, al estilo del cine coreano. Sorprendentemente, el resultado funciona, engancha al espectador y ofrece una película notable. El retrato antropológico es de mínimos, con un Víctor que sólo sueña con salir en la tele, el policía que sólo aspira a hacerse con un móvil, o Liz que daría todo por un beso de Víctor. Pero el conjunto es amable, y se agradece la religiosidad católica natural de los personajes y su sentido espontáneo de la solidaridad. (Cope J. O.)