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American Dreamz: salto a la fama

American Dreamz: salto a la fama

  • Valoración moral: Adecuada
  • Año: 2006
  • Dirección: Paul Weitz
CONTENIDOS: D Dirección: Paul Weitz Guión: Paul Weitz Fotografía: Robert Elswit Montaje: Myron Kerstein Música: Stephen Trask Intérpretes: Hugh Grant, Dennis Quaid, Mandy Moore, Marcia Gay Harden, Chris Klein, Jennifer Coolidge, Willen Dafoe, Judy Greer, John Cho, Seth Meyers, Sam Golzari Distribuidora: UIP Martin Tweed (Hugh Grant, muy cómodo en papeles de canalla sin escrúpulos) es el productor y presentador de American Dreamz, el reality show de más éxito en la TV norteamericana, un concurso al estilo American Idol / Operación Triunfo. Tweed se juega la audiencia de cada temporada en el casting de concursantes, y por eso aúlla a sus colaboradores: "Quiero humanos. Humano significa defectuoso. Defectuoso significa chalado. ¡¡Traedme chalados!!". Este año la gran final de American Dreamz contará con un invitado de excepción, el presidente de Estados Unidos (un divertido Dennis Quaid, que hace un remedo tronchante del actual inquilino de la Casa Blanca), que quiere recuperar índices de popularidad y acude por consejo de su jefe de gabinete (Willem Dafoe). El director de In good company demuestra que ha madurado como director especializado en comedia social de tinte satírico. La gamberrada descerebrada formato American pie (1999) queda bastante lejos. En esta película Weitz vuelve a contar con un gran reparto que sabe dirigir con oficio. La realización es muy suelta, con un gran trabajo fotográfico de Robert Elswit (Buenas noches y buena suerte). La construcción de los personajes es muy ingeniosa, con unos estupendos Mandy Moore (habrá que seguir a esta chica de 22 años) y Sam Golzari. El desenlace logra ser muy original, cosa bastante meritoria, precisamente porque estaba cantado. La apertura es muy poderosa, eficacísima. Weitz (Nueva York, 1966) asesta un tremendo varapalo al extendidísimo afán de fama express, a las patologías del lado oscuro del sueño americano, a los complejos de la clase media y a la nefasta influencia sobre los jóvenes que se deriva del consumo inmoderado de TV. Lo hace con amenidad, gracia y soltura, de manera contundente pero elegante, sin esos excesos de histrionismo populachero que tantos mediocres directores y guionistas se conceden como si fueran imprescindibles, cuando lo único que manifiestan es falta de imaginación. (Filasiete /Almudí)