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El lobo de Wall Street

El lobo de Wall Street

The Wolf of Wall Street
  • Público apropiado: Adultos con reparos
  • Valoración moral: Desaconsejable
  • Año: 2014
  • Dirección: Director: Martin Scorsese
Contenidos: 

Imágenes (varias V, muchas X+), Diálogos (muchos D),  Ideas (desenfreno hedonista, erotismo, corrupción, prostitución, drogadicción F+)


Dirección: Martin Scorsese. País: USA. Año: 2013. Duración: 180 min. Género: Biopic, comedia dramática. Interpretación: Leonardo DiCaprio (Jordan Belfort), Jonah Hill (Donnie Azoff), Matthew McConaughey (Mark Hanna), Kyle Chandler (Patrick Denham), Jean Dujardin (Jean-Jacques Saurel), Margot Robbie (Naomi), Jon Favreau (Manny Riskin). Guion: Terence Winter; basado en el libro de Jordan Belfort. Producción: Martin Scorsese, Leonardo DiCaprio, Riza Aziz, Joey McFarland y Emma Koskoff. Música: Howard Shore. Fotografía: Rodrigo Prieto. Montaje: Thelma Schoonmaker Powell. Diseño de producción: Bob Shaw. Vestuario: Sandy Powell. Distribuidora: Universal Pictures International Spain. Estreno en España: 17 Enero 2014.

Reseña:

   Dos años después de triunfar con “La invención de Hugo” —su fascinante aportación al 3D estereoscópico y su única película para todos los públicos—, el veterano cineasta neoyorquino Martin Scorsese retorna en “El lobo de Wall Street” a su agresivo y desencantado territorio habitual, por el que ha deambulado en películas como “Malas calles”, “Taxi Driver”, “Toro salvaje”, “El color del dinero”, “Uno de los nuestros”, “El cabo del miedo”, “Casino”, “Gangs of New York”, “El aviador”, “Infiltrados”, “Shutter Island”… Esta vez lo hace con un tono de comedia negrísima y desmelenada a partir de “The Wolf of Wall Street” y “Catching the Wolf of Wall Street”, los dos libros de memorias del también neoyorquino Jordan Belfort, un corredor de Bolsa judío que se hizo multimillonario a través de prácticas fraudulentas. Tras ganar diversos premios de la crítica estadounidense y el Globo de Oro al mejor actor de comedia o musical (Leonardo DiCaprio), la película opta a cuatro Premios BAFTA —mejor director, actor, guion adaptado y montaje— y a cinco Oscar: mejor película, director, actor, actor de reparto (Jonah Hill) y guion adaptado.

   El guion de Terence Winter (“Los Soprano”, “Boardwalk Empire”) cede la narración al propio Jordan Belfort (Leonardo DiCaprio), que relata su vida en primera persona, desde sus inicios como modesto broker de LF Rothschild, cuando todavía estaba felizmente casado con una sencilla peluquera. Sus decisivos encuentros con Mark Hanna (Matthew McConaughey) y Donnie Azoff (Jonah Hill) alientan su codicia, que le lleva a fundar en Long Island la firma Stratton Oakmonts, a través de la que estafó a miles de pequeños y grandes inversores con la venta fraudulenta de acciones de diversas empresas. De este modo, Belfort se convierte en multimillonario de la noche a la mañana, y cae en una vorágine de despilfarro, drogas de todo tipo, prostitución y excéntricos desmelenes, que contagia a sus socios y empleados. Pero su relación con el turbio banquero suizo Jean Jacques Saurel (Jean Dujardin) dará alas al agente especial Patrick Denham (Kyle Chandler), un incorruptible oficial del FBI que le investiga desde hace tiempo.

   Scorsese no da tregua al espectador en ningún momento, y despliega una planificación fragmentada y frenética, entre operística y publicitaria, algo tarantiniana, muy bien sostenida por la sensacional banda sonora de Howard Shore —completada por una generosa selección de canciones—, la estridente fotografía de Rodrigo Prieto y, sobre todo, el antológico montaje de Thelma Schoonmaker. A pesar de tal borrachera audiovisual, Scorsese logra que la trama se siga con claridad y que brillen con luz propia las interpretaciones de todo el reparto, sobre todo la de Leonardo DiCaprio, que confirma su amplitud de registros y gestos en esta su quinta colaboración con el cineasta neoyorquino.

   Sin embargo, el conjunto dejará un regusto decepcionante en todo aquel que exija a las películas algo más que simple excelencia formal. Por un lado, el metraje del filme —¡¡¡tres horas!!!— es a todas luces excesivo, pues Scorsese se regodea en la degradación moral de los personajes a través de superfiestas y bacanales que acaban resultando reiterativas y enfáticas. Además, resuelve esas escenas con un tratamiento del sexo enormemente zafio, explícito y morboso, hasta el punto de que enturbia el enfoque ético de la película, supuestamente crítico con el desenfreno hedonista de Belfort y sus compinches, y con el capitalismo salvaje e insolidario que practican. Finalmente, resulta molesto que se obvie el sufrimiento de las víctimas de Belfort, y se echa en falta un poco más de oxígeno y normalidad en la trama. Ciertamente, tienen vigor las contadas apariciones del honesto y mordaz Agente Denham —muy bien interpretado por Kyle Chandler—; pero resultan insuficientes frente a los agotadores excesos de los personajes principales, tan extremados que debilitan la credibilidad de la trama y llevan a los actores al borde del histrionismo y, a veces, más allá. En fin, que “El lobo de Wall Street” goza de un cuerpo apabullante, brillantísimo, memorable, pero animado por un alma pequeñita, pequeñita, de escasa humanidad. (Cope J. J. M.)(Decine21 / Almudí JD) LEER MÁS