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El retrato de Dorian Gray

El retrato de Dorian Gray

Dorian Gray
  • Público apropiado: Adultos
  • Valoración moral: Con inconvenientes
  • Año: 2010

Contenidos: Imágenes (varias V), Imágenes (varias S, X), Ideas (corrupción moral F)


Año de producción: 2009

País: Reino Unido

Dirección: Oliver Parker

Intérpretes: Colin Firth, Ben Barnes, Rachel Hurd-Wood, Rebecca Hall, Emilia Fox, Ben Chaplin, Fiona Shaw, Caroline Goodall

Argumento: Oscar Wilde (novela)

Guión: Toby Finlay

Música: Charlie Mole

Fotografía: Roger Pratt

Distribuye en Cine: Aurum

Duración: 114 min.

Género: Drama, Terror


Degradación moral

Oliver Parker adapta por tercera vez una obra de Oscar Wilde, con poca fortuna.


          La película es la última adaptación llevada a la gran pantalla de la novela El Retrato de Dorian Gray, escrita por Oscar Wilde. Dorian Gray es un atractivo aristócrata que regresa a su Londres natal tras pasar la adolescencia aislado en el campo. Abrumado por la vida nocturna londinense, Dorian se sumerge en ella de la mano de Lord Henry Wottom, quien le muestra los lugares más recónditos y peculiares de la capital inglesa.


          Dorian pronto comienza a obsesionarse con alcanzar la eterna juventud. Un retrato suyo pintado por Basil Hallward se convertirá en un recordatorio palpable de sus graves faltas con el paso del tiempo. A diferencia del resto de los mortales, el apuesto Dorian permanece impasible al sucederse los años, mientras que es el retrato el que envejece y asume su degradación física y moral.

 

          Parker ha filmado una película correcta sobre la degradación moral, tema central del libro, con una ambientación barata pero sumamente eficaz de la Inglaterra victoriana. Cuenta con brillantes interpretaciones. Al protagonista, Ben Barnes, que realiza cierto esfuerzo interpretativo, se le puede reprochar que su Dorian es un tanto insulso.

 

          Tampoco el tono fantaterrorífico y oscuro se corresponde del todo con la novela, que también incluía mucho humor, sobre todo al principio, en los ingeniosos epigramas del autor. Y la suma elegancia de Oscar Wilde al narrarnos la degeneración moral del protagonista, ha quedado sustituida por secuencias explícitas.  Estos constituyen una parafernalia innecesaria, concesión que convierte algunos pasajes en algo parecido a una mala película de terror (Almudí JD / Decine21) LEER MÁS

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