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En la casa

En la casa

Dans la maison
  • Público apropiado: Adultos
  • Valoración moral: Con inconvenientes
  • Año: 2013

Contenidos: Imágenes (varias X)

Dirección: François Ozon. País: Francia. Año: 2012. Duración: 105 min. Género: Drama, comedia, thriller. Interpretación: Fabrice Luchini (Germain), Ernst Umhauer (Claude), Kristin Scott Thomas (Jeanne), Emmanuelle Seigner (Esther), Denis Ménochet (Rapha padre), Bastien Ughetto (Rapha hijo), Jean-François Balmer (director), Yolande Moreau (gemelas), Catherine Davenier (Anouk). Guion: François Ozon; adaptación libre de la obra de teatro “El chico de la última fila”, de Juan Mayorga. Producción: Eric Altmeyer y Nicolas Altmeyer. Música: Philippe Rombi. Fotografía: Jérôme Alméras. Montaje: Laure Gardette. Diseño de producción: Arnaud De Moleron. Vestuario: Pascaline Chavanne. Distribuidora: Golem. Estreno en Francia: 10 Octubre 2012. Estreno en España: 9 Noviembre 2012.

Reseña:

Fascinación literaria

    El francés François Ozon tiene talento narrativo, y con En la casa logra captar la atención prácticamente desde la primera escena, el profesor de literatura Germain reincorporándose al instituto tras las vacaciones y mostrando desde su pedestal un indudable escepticismo ante la idea de implantar, como experiencia piloto, el uso del uniforme y el maridaje en las aulas de alumnos de distintas clases sociales. Todo el reparto es fantástico, pero Fabrice Luchini logra impregnar a su personaje de la amargura de quien se siente incomprendido, ese sentirse invisible a pesar de su clarividencia, y de tener pocas personas con las que poder establecer cierta complicidad.

   Ozon adapta En la casa libremente “El chico de la última fila”, una obra de teatro del español Juan Mayorga, y sobre lo aparentemente banal construye una intriga fascinante donde evita algunos caminos trillados, ofreciendo a cambio ciertas sorpresas, ello en una atmósfera siempre atravesada por una mirada cínica.

   Hay ciertos excesos en la narración de En la casa, pero siempre existe la coartada de que tales excesos serían no de Ozon, sino del precoz escritor Claude y su talento todavía no desarrollado, y que incluso podría ser puro espejismo, quedarse en otro Germain. El problema, si se quiere, es que todo en la película es puro juego, dos personajes complementarios, como se ve en la escena del banco, en que juegan a imaginar historias en las ventanas que tienen enfrente, asumiendo los papeles de dos mujeres que discuten, hablando uno y replicando el otro. Queda en cualquier caso la idea de que la literatura nos enseña a vernos tal y como somos Decine21 / Almudí JD. LEER MÁS

   En esta ocasión, Ozon centra su crítica mirada en las heridas que provocan las rupturas familiares —como la de los padres de Claude— o los planteamientos egoístas del matrimonio, como el de Germain. Esta interrelación de carencias y nostalgias afectivas —la ausencia de la madre y la carencia de hijos— impregna la película de una certera visión crítica de la materializada e insolidaria sociedad actual. Aunque, a la vez, como Ozon no apuesta decididamente por la superación de esas situaciones lamentables y juega en todo momento entre la realidad y la ficción —nunca se sabe hasta qué punto es verdad todo lo que relata Claude en sus redacciones—, la película deja un sabor agridulce en el espectador. En este sentido, pesa sobre todo la ausencia de modelos positivos concretos y la excesiva interpelación de Ozon a la morbosidad del espectador —a veces, grosera—, se supone que para criticar la obsesión actual por los “reality shows”, como el que el propio director desarrolla en su película (Cope JJM)