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Hacia rutas salvajes
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Hacia rutas salvajes

Into the Wild
  • Valoración moral: Con inconvenientes
  • Año: 2008
  • Dirección: Sean Penn
Contenidos Imágenes (SX 55:36-59:52; 1:35:19-1:35:28; 1:36:39-1:37:05; 1:48:12-:1:48:31)

Reseña:

Dirección: Sean Penn
Intérpretes: Emile Hirsch, Marcia Gay Harden, William Hurt, Jena Malone, Brian Dierker, Catherine Keener, Vince Vaughn, Kristen Stewart, Hal Holbrook.
Guión: Sean Penn
Música: Michael Brook, Kaki King, Eddie Vedder
Fotografía: Eric Gautier
Distribuye en Cine: Universal
Duración: 140 min.
Género: Aventuras, Biográfico

Odisea hacia la verdad 

    Extraordinario y poderoso film del carismático actor y director Sean Penn, que recrea una impactante historia real. El guión escrito por el propio Penn está basado en el libro de John Krakauer, y supone la tercera película de Penn como director, tras Cruzando la oscuridad y El juramento. El archipremiado actor elige en este caso una aventura de superación, búsqueda, perdón y redención, para realizar una obra magna, de mucha mayor entidad que sus anteriores filmes. 

    Penn se aleja asimismo de sus películas más fatalistas, porque, aunque no abandona del todo el territorio de la tragedia y su particular visión desgarrada de la existencia, recarga el film de toneladas de esperanza en el ser humano. El resultado es un film difícil de olvidar, emotivo, triste y alegre, tan bello como implacable. 

    Pero aún contando con tan excelente material, seguramente el resultado habría sido inferior sin la ayuda de los actores, desde la adolescente Kristen Stewart hasta Catherine Keener o la colosal actuación del veterano Hal Holbrook, pasando claro está por el joven protagonista Emile Hirsch (Los amos de Dogtown), un actor con un futuro muy, pero que muy halagüeño. Y si el reparto es bueno, la dirección de actores por parte de Sean Penn se antoja absolutamente perfecta. 

    Cuando contaba veintidós años Christopher McCandless se graduó en la Emory University y, en contra de cualquier previsión de futuro, decidió hacer algo inaudito. Dejó de lado su carrera de derecho, donó todo su dinero ahorrado (24 mil dólares) a la organización Oxfam, y emprendió un camino en solitario hacia las inmediaciones del monte McKinley, en Alaska, con el objetivo, lleno de idealismo, de encontrar el sentido y la verdad de la existencia. Durante los dos años que duró su experiencia recorrió variadísimos lugares y conoció a multitud de personas. 

    Estamos ante un viaje espiritual, ante la particular odisea interior de un joven desesperado, desubicado interiormente, que ha perdido el norte de su existencia. Con la radicalidad del empuje juvenil decide romper con todo al no poder convivir por más tiempo con la mentira que reina a su alrededor: el engaño de sus padres y la relación con ellos, el afán de bienes materiales, las necesidades impuestas por la sociedad, etc. 

    Chris es un magnífico estudiante, que, como el mismo dice creer, "tiene la cabeza en su sitio", y es un ávido lector de una serie de autores íntegros, radicales y valientes, escritores cuyas obras memoriza y que son sus verdaderos padres espirituales: Lev Tolstoi, Henry David Thoreau, Jack London o Boris Pasternak, entre ellos. Y un buen día Chris desaparece. Necesita nacer de nuevo, y para eso tiene que dejar atrás el pasado, incluso su nombre verdadero. 

    Ni cartas, ni teléfono, ni dinero. Sólo lo puesto. Abandona Atlanta y emprende una vida errante hacia el oeste y luego el norte de Norteamérica, en un periplo en el que recorre miles de kilómetros durante dos años. "Antes que amor, dinero o fama, dadme la verdad", repetirá con Thoreau. 

    El film, fantásticamente estructurado, sitúa la acción en tres tiempos y lugares distintos: la primera, la del último punto de destino de Chris en Alaska, en Fairbanks, en donde vive como un héroe de novela de Jack London, de lo poco que caza con su rifle y de la contemplación de la naturaleza; la segunda, la de las diversas etapas de su trayecto (Dakota del sur, Colorado, California, Oregón, etc.), lo cual supone un hondo y fructífero itinerario espiritual gracias a las personas con las que coincide, con las que convive, a las que ayuda. 

    Y en tercer lugar, Penn inserta momentos de incertidumbre y dolor de la familia ignota, padre y madre que lloran a su hijo desaparecido, y de la voz en off de la hermana, cómplice en el fondo del camino emprendido por su hermano. Quizá puedan achacarse algunos pequeños defectos al conjunto, como el de que todas las personas que encuentra Chris sean tan buenas, tan dispuestas a ayudarle, tan, digamos, sabias, o de que sus padres estén escasamente dibujados, pero son detalles que se pierden ante la grandiosidad del resto. 

    Penn dirige con mano sabia y pulso narrativo notable, y la fotografía y la música ayudan a recrearse en los maravillosos paisajes de Estados Unidos. Hay muchos momentos de serena belleza, de contemplación, de autenticidad, en esta historia que remite a clásicos que van desde "La odisea" de Homero, hasta "En la carretera" de Kerouac. 

    Sin embargo, menos importancia tiene el trayecto geográfico que el camino espiritual, porque, como en el "Walden" de Thoreau, Chris busca la verdad, la verdad desnuda, desprovista de artificios. Es como un asceta en busca de la Verdad, con mayúsculas. Por eso las conversaciones que tiene con la gente que encuentra a su paso -memorable la maravillosa relación con el anciano Ron- resultan tan claves para su iluminación interior. 
    
    De todas formas, esos "pilares" del camino no impiden que, como el protagonista de Las aventuras de Jeremiah Johnson, Chris se sienta empujado obsesivamente hacia las montañas, hacia rutas salvajes, hacia el lugar ideal para encontrarse a sí mismo y entrar en la sabiduría anhelada: "La batalla culminante para matar lo falso y concluir la revolución espiritual".  (Decine21/ Almudí SC-JD)