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Katmandú, un espejo en el cielo

Katmandú, un espejo en el cielo

Katmandú, un espejo en el cielo
  • Público apropiado: Jóvenes
  • Valoración moral: Con inconvenientes
  • Año: 2012
  • Dirección: Icíar Bollaín

Contenidos: Imágenes (algunas X), Ideas (aborto, F)

Reseña:

Año de producción: 2012
País: España
Dirección: Icíar Bollaín
Intérpretes: Verónica Echegui, Sumyata Battarai, Norbu Tsering Gurung
Guión: Icíar Bollaín, Paul Laverty
Música: Pascal Gaigne
Fotografía: Antonio Riestra
Distribuye en Cine: Altafilms
Duración: 104 min.
Género: Biográfico, Drama

Memorias de Nepal
Icíar Bollaín presenta su segunda superproducción, atractiva visualmente pero poco convincente en cuanto al guión.

   A principios de los años 90, Laia, una joven maestra catalana, se traslada a Katmandú, la capital de Nepal, como voluntaria en una escuela local. Pronto descubrirá una pobreza extrema y un panorama educativo desolador que además deja fuera a los más necesitados. Tras contraer, a su pesar, un matrimonio de conveniencia para legalizar su situación, Laia se embarca en un ambicioso y personal proyecto pedagógico en los barrios de chabolas de Katmandú. En seguida se enfrenta a la evidencia de que no puede hacerlo sola. Pero también se encuentra con un hermosos regalo que no esperaba: enamorarse del desconocido con el que se ha casado. De la mano de su amiga y joven maestra Sharmila, Laia emprende un viaje que la llevará hasta el fondo de la sociedad nepalí y también hasta el fondo de sí misma.

   Icíar Bollaín, directora y guionista, se basa en hechos reales, aunque al parecer tomándose algunas libertades, e intenta contarnos la historia de una mujer buscándose a sí misma. Un poco a lo Come, reza, ama con Julia Roberts o siguiendo la estela de La ciudad de la alegría. Pero no convence. A su film le falta emoción, motivación, pasión, guión. Las buenas intenciones no bastan, Bollaín parece tan despistada como su protagonista. Todo es demasiado leve y trivial. Bollaín no sabe desarrollar las subtramas que presenta.  Además, el aborto se empotra en el relato, no una sino dos veces, con una chus­ca versión del feminismo. La mano de La­verty se nota y el tono mitinero perjudica una historia en la que ya era difícil la em­patía con un personaje que va de más a me­nos. (Decine21 / Almudí JD). LEER MÁS