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La antena
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La antena

La antena
  • Público apropiado: Jóvenes
  • Valoración moral: Adecuada
  • Año: 2008
  • Dirección: Esteban Sapir
Dirección: Esteban Sapir
Intérpretes: Rafael Ferro, Julieta Cardinali, Alejandro Urdapilleta, Sol Moreno, Valeria Bertuccelli, Ricardo Merkin, Raúl Hochman, Florencia Raggi.
Guión: Esteban Sapir
Música: Leo Sujatovich
Fotografía: Cristian Cottet
Distribuye en Cine: Sherlock
Duración: 88 min.
Género: Drama, Fantástico

Ciudad muda 

    Original, audaz y arriesgado film argentino que supone el segundo largometraje como director de Esteban Sapir, quien antes ha trabajado como responsable de fotografía en películas como La vida según Muriel o Río escondido. Aquí vierte toda su sabiduría visual para componer un producto formalmente espectacular, lleno de símbolos e imágenes embriagadoras, donde llama la atención lo cuidados que están cada uno de los planos, plásticamente impresionantes. 

    Pero la osadía va aún más allá, pues se trata de una película prácticamente muda (la voz es sustituida por rótulos) y, por si esto fuera poco, en blanco y negro. Para que semejante producto no se le vaya de las manos Sapir desarrolla un guión entretenido, aunque sinuoso y algo dilatado, que se sigue como una fábula metafórica sobre la libertad, la comunicación y las injusticias del totalitarismo. 

    En una ciudad innombrada todos los habitantes han perdido la voz. Alguien se la ha quitado. Sólo existe una única "voz" en forma de sofisticada mujer sin rostro, y el Sr. TV, que domina la ciudad gracias a la televisión, pretende hacerse con ella. El trato es que "la voz" le dará sus servicios, a cambio de que le facilite unos ojos para su hijo ciego. Pero con sus siniestros planes, el señor Sr. TV persigue algo más que una mujer: necesita esa "voz", la única que queda en la ciudad, para someter a todos los ciudadanos. 

    Estamos ante una película distinta, una propuesta que no dejará indiferente a nadie. Es exigente para el espectador, debido al radical planteamiento formal y también al aire de cuento fantástico, pero su temática es muy sugerente. Las referencias a la opresión totalitaria al estilo gran hermano de 1984 o a esa estética algo kafkiana y llena de grisura de películas como Brazil, resultan por momentos fascinantes. 

    Los símbolos son diversísimos, aunque resaltan especialmente las afinidades que el imperio creado por el Sr. TV tiene con el nazismo, las cuales quedan apuntaladas con la esvástica y la estrella de David enfrentada en ambos bandos, con las Luger que llevan los matones o, en fin, con el aspecto exterior de los protagonistas. 

    Las influencias visuales de Sapir también son reconocibles en el expresionismo alemán, especialmente en el diseño de la ciudad y en los experimentos con la mujer sin rostro, que remiten sin lugar a dudas a Metrópolis de Fritz Lang. 

    Pero hay también un uso muy rico de otros muchos elementos cinematográficos, como la similitud de algunas escenas con la estética de dibujos animados (maravillosos los planos de los tiroteos de las siluetas con las ametralladoras) o la puesta en escena próxima al cine negro, con su ambientación cercana a principios del siglo XX, la mujer rubio platino, los clubs de música y la trama intrincada y violenta. 

    También es cierto que la película sufre algunas caídas de ritmo y que la llegada del desenlace se demora demasiado. E igualmente pueden achacársele algunas reiteraciones gestuales o mímicas que pueden hacerse pesadas, por lo redundantes. Pero sobre todo hay imágenes llamativamente bellas, hipnóticas, como cuando Sapir usa la cámara lenta (la niña saltando, por ejemplo), los reiterados planos de las lágrimas en las mejillas de los personajes o ese soberbio encuadre en el que la mujer sin rostro dibuja la expresión que le falta en el vaho de la ventana. 

    Por lo demás, en un film de este tipo, es obligado destacar la omnipresencia de la música, que aquí está compuesta con maestría por Leo Sujatovich. Es ejemplar cómo se ha logrado la adecuación melódica de las notas con la sucesión de imágenes, especialmente en la escena del combate de boxeo, probablemente en homenaje al cine mudo de Chaplin y su Luces de la ciudad. (Decine21 / Almudí JD-AG)