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La brújula dorada

La brújula dorada

The Golden Compass
Dirección: Chris Weitz
Intérpretes: Dakota Blue Richards, Nicole Kidman, Daniel Craig, Ben Walker, Eva Green, Jim Carter, Sam Elliott, Christopher Lee.
Guión: Chris Weitz
Música: Alexandre Desplat
Fotografía: Henry Braham
Distribuye en Cine: Tri Pictures
Duración: 110 min.
Género: Aventuras, Fantástico

Perdiendo el norte 

    Adaptación del primer libro de la célebre saga fantástica creada por Philip Pullman, escrita y dirigida por Chris Weitz, artífice de películas como American Pie, en el capítulo de producción para su hermano Paul, pero también de otros títulos de interés como Un niño grande. 

    Aquí pinta un mundo alrededor de una niña, Lyra Belacqua, que estudia en un internado, y que, como el resto de personas, está unida a un daemon, una especie de mascota, que en el caso de los niños puede mutar de forma animal, hasta adquirir su forma definitiva. La pequeña Lyra tiene poderes especiales, podría formar parte de un linaje de brujas. 

    Además, aleccionada por su tío, lord Asriel, empieza a saber de que parece que existe una conexión entre nuestro mundo y otros mundos paralelos, algo relacionado con el polvo, cosa que el Magisterio y sus autoridades malignas no desean que se sepa, pues se pondría en peligro su dominio de este mundo, y el potencial de los otros. Además, se dedican a secuestrar niños con siniestras intenciones. Lyra cree encontrar una amiga en la señora Coulter, pero en realidad ésta oculta algo. A cambio, encontrará un inesperado aliado en un oso polar. 

    La película trata de conectar con otros títulos de corte fantástico, mayormente las andanzas de Harry Potter, El Señor de los Anillos y Las Crónicas de Narnia. Lo cierto es que la comparación le viene grande. La trama es sencillamente soporífera, trata de introducir muchos elementos y conceptos obtusos, que no despiertan mucho interés; sus resultados fallidos recuerdan a otros intentos del mismo jaez, como Eragon o Los seis signos de la luz. 

    La trama es líneal, sin apenas intensidad dramática; la niña protagonista resulta simpática y fotogénica, pero es fría como un témpano de hielo; hay una pléyade de buenos actores -Daniel Craig, Christopher Lee, Eva Green, Sam Elliott, Derek Jacobi...- que no aportan nada, están absolutamente desaprovechados; realmente la única que se puede explayar un poco es Nicole Kidman, en su papel de villana con glamour de estrella de cine de los años 30. 

    Falta emoción, épica, sensación de que algo grande está en juego. De acuerdo, hay alguna escena espectacular -sobre todo el duelo de osos polares...-, pero incluso alguna como la batalla nocturna, o la de la máquina experimental, rezuman cierta torpeza; y a la tercera visión con la brújula, el efecto consiguiente empieza a cargar. 

    La verdad es que, si uno lo piensa un poco, no parece una decisión demasiado acertada poner a Chris Weitz a dirigir una película de estas dimensiones, le faltaba experiencia. Pero incluso en su teórico punto fuerte el guión, hay incoherencias y cabos sueltos, como la revelación de los lazos que unen a Lyra con la señora Coulter y lord Asriel, algo que se supone debería ser un auténtico shock, para la protagonista y para el espectador, pero que no deja de ser una información que viene a importar poco más que un rábano. 

    En la estela de El Señor de los Anillos y las Crónicas de Narnia, las novelas de Pullman son una especie de alternativa-antídoto de las aventuras de cosmovisión cristiana de Tolkien y Lewis. La película camufla la patente diatriba anticristiana de la obra literaria y concede el protagonismo a las secuencias de acción y aventura, aunque permanece el olor a libelo. 

    Pullman urde una relato de aventuras en cuyo trasfondo hay un confesado deseo de ridiculizar el cristianismo y hacerlo antipático, presentando a la Iglesia (el Magisterium) como una vetusta y siniestra institución que cercena la libertad de las personas, a las que trata de someter a sus dictados usando el miedo y las técnicas inquisitoriales. De manera especial, el Magisterium se ocupa de los niños que dan señales de heterodoxia, internándolos en un centro-fortaleza de reeducación. 

    La película del neoyorquino de 38 años Chris Weitz (guionista de Antz y Un niño grande) minimiza el tono anticlerical, de forma que es difícil que un niño lo perciba, aunque para un adulto o un adolescente espabilado resulta bastante evidente. Conviene señalar que, aun así, la película es ominosa y violenta para el público infantil. 

    La cinta arranca bien, pero una vez presentados los personajes, la historia se atasca y se torna rimbombante, artificial y repetitiva. Los personajes no caen bien, parecen todos artificialmente airados, una especie de librepensadores mesiánicos con dolor de estómago. El retrato de la familia tampoco es para tirar cohetes, quizás porque Pullman la ha metido en el paquete de la “execrable tradición judeo-cristiana”. 

    Pullman es un hábil escritor y su imaginación es notable; ciertamente hay en la novela (y en la película) personajes y situaciones ingeniosos. Pero el conjunto se desluce por el énfasis adoctrinador con el que el vehemente Pullman pretende dar la vuelta a la enseñanza cristiana sobre la creación, el misterio del pecado y la redención. A la vista del contenido de la segunda y tercera novelas, parece difícil que Weitz o quien dirija las siguientes películas sean capaces de maquillar la agresividad de Pullman. (Aceprensa / decine21 / Almudí JD-AC)