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La cruda realidad

La cruda realidad

The Ugly Truth
Contenidos Imágenes (varias X) Diálogos (frecuentes D), Ideas (machismo, amor reducido a sexo)

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Reseña:

Dirección: Robert Luketic
Intérpretes: Katherine Heigl, Gerard Butler, Bree Turner, Eric Winter, Nick Searcy, Jesse D. Goins
Argumento: Nicole Eastman (Historia)
Guión: Nicole Eastman, Karen McCullah Lutz, Kirsten Smith
Música: Aaron Zigman
Fotografía: Russell Carpenter
Distribuye en Cine: Sony
Duración: 96 min.
Género: Comedia, Romántico

A qué llamamos amor

    Abby es una productora de televisión, cuyo programa no acaba de despegar entre la audiencia. Aunque buena profesional y atractiva, tampoco acaba de encontrar a su 'media naranja', entre otras cosas por uno de sus defectos: le encanta tener el control. 

    Pero su vida va dar un vuelco cuando su jefe contrata al impresentable Mike, que se ha hecho famoso en la televisión local por un consultorio sentimental de carácter machista, donde las relaciones hombre-mujer acaba reduciéndolas a sexo. Aunque sus ideas sean políticamente incorrectas, el fichaje de Mike dispara los índices de seguimiento de los espectadores. 

    Comedia romántica según el clásico esquema de guerra de sexos, a lo que se suman los consejos amorosos del 'celestino' Mike a Abby para conquistar a su atractivo vecino; pero con el lastre de que la palabra 'elegancia' brilla por su ausencia en muchos momentos. 

    Sigue así Robert Luketic un poco los derroteros de los hermanos Farrelly o de Judd Apatow, de chistes guarros -hay uno que es una variación pobretona de aquel célebre de Meg Ryan en un restaurante en Cuando Harry encontró a Sally, que por cierto, en 1989 se consideraba el no va más del atrevimiento, cómo han cambiado los tiempos-, para arrojar un mensaje tan elemental como el que sigue: en las relaciones sentimentales, hay un término medio entre la visión romántica y racional de Abby, y la terrenal y genital de Mike. Ciertamente destaca algún momento divertido, y Katherine Heigl y Gerard Butler tienen cierta química, pero falta sentido del ritmo, y la zafiedad acaba matando el encanto. (Decine21 / Almudí JD-AC)