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La señal

La señal

La señal
  • Público apropiado: Jóvenes
  • Valoración moral: Desaconsejable
  • Año: 2008
  • Dirección: Ricardo Darín, Martin Hodara
Dirección: Ricardo Darín, Martin Hodara
Intérpretes: Ricardo Darín, Diego Peretti, Julieta Díaz, Andrea Pietra, Carlos Bardem, Vando Villamil, Luis Solanas, Martin Slipak, Walter Santa Ana, Luciano Cáceres.
Guión: Eduardo Mignogna
Música: Juan Ponce de León
Fotografía: Marcelo Camorino
Distribuye en Cine: Wanda
Duración: 95 min.
Género: Cine negro

Detective antihéroe 

    Antes de morir, el director Eduardo Mignogna tenía el proyecto de rodar esta película, y la iba a protagonizar su amigo Ricardo Darín. Tras la inesperada muerte de Mignogna, Darín toma también la dirección y dedica el film a su amigo. Se trata de un homenaje al cine negro del Hollywood de los años 40, pero ambientado en Buenos Aires, con dos detectives, la mujer fatal, los mafiosos, los engaños, etc.
 
    Buenos Aires, 1952. Darín interpreta a Corvalán, socio junto a su amigo Santana (Diego Peretti) de la agencia de detectives Santana & Corvalán. El recuerdo de la oficina Spade & Archer de El halcón Maltés surge inmediatamente, y más cuando leemos el slógan de la puerta, donde dice: "Métodos norteamericanos - Discreción garantizada". 

    Corvalán es un tipo solitario, con una vida tristona, que va de hombre duro y sin escrúpulos, aunque en el fondo es un perdedor y no sabe dominar el terreno que pisa. Así, es capaz de meterse en la boca del lobo cuando Gloria, una atractiva mujer, se presenta en su casa y le pide que haga un trabajito de seguimiento a un hombre. 

    Desigual debut tras las cámaras de Ricardo Darín, quien derrocha mucho esfuerzo en la ambientación de la película, claramente su punto fuerte, pero falla en otros aspectos esenciales. La fotografía imita tanto la atmósfera de las grandes urbes americanas de los 40 y 50 –gabardinas largas, sombreros Stetson, coches negros estilo Packard, ajustes de cuentas al más puro método Scarface, etc.–, que todo remite al cine clásico en blanco y negro. 

    Este hecho es agradable en principio, sin embargo, con los minutos las imágenes acaban por resultar demasiado impostadas, copiadas, y el previsible y simple guión llega a aburrir de arquetípico que es. El ritmo es lento, algo tedioso, y también los personajes están pobremente caracterizados –Darín está más soso que nunca–, y es únicamente Diego Peretti quien logra una composición más meritoria y equilibrada. Sus apariciones son lo mejor de la película. (decine21 / Almudi)