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La Venus de las pieles.

La Venus de las pieles.

La Vénus à la fourrure
  • Público apropiado: Adultos
  • Valoración moral: Desaconsejable
  • Año: 2014

Contenidos: Imágenes: varias X); Ideas (complacencia con el masoquismo como opción sexual F)

 Dirección: Roman PolanskiPaís: FranciaAño: 2013. Duración: 96 min. Género:DramaInterpretación: Emmanuelle Seigner (Vanda), Mathieu Amalric (Thomas). Guion: Roman Polanski y David Ives, basado en la obra de David Ives. Producción: Robert Benmussa y Alain Sarde. Música: Alexandre DesplatFotografía: Pawel Edelman.Montaje: Margot Meynier y Hervé de Luze. Diseño de producción:  Jean Rabasse. Vestuario: Dinah Collin. Distribuidora: Wanda VisiónEstreno en España: 31 Enero 2014.

Reseña:

   “El Todopoderoso le sacudió... / Y le entregó a manos de una Mujer...”. Tras este inquietante rótulo, una airosa cámara en etéreo plano subjetivo sobrevuela las mojadas calles parisinas hasta las puertas de un viejo teatro. Dentro de él, Thomas Novachek (Mathieu Amalric) acaba de finalizar un agotador e infructuoso día de audiciones para seleccionar a la protagonista de su nuevo proyecto: “La Venus de las pieles”, adaptación de la homónima novela erótica (1870) del austriaco Leopold von Sacher-Masoch(1836-1895), cuyas obras dieron pie al término “masoquismo”. 

   Tras lamentarse al teléfono por el poco empeño e interés que han mostrado las candidatas al papel, se dispone a volver a su casa. Pero entonces irrumpe en la sala Vanda (Emmanuelle Seigner), un torbellino de energía descarada y desenfrenada. Vanda tiene todo lo que odia Thomas: es vulgar, sin cerebro y no se detendrá ante nada hasta conseguir el papel. Pero el hombre le da una oportunidad, y Vanda le sorprende con una increíble metamorfosis. Provista de accesorios y disfraces, entiende a la perfección el personaje, y ha memorizado cada línea del guion. Mientras la prueba se alarga, la intensidad entre ellos se incrementa y la atracción se convierte en obsesión.

   En “La muerte y la doncella” y “Un dios salvaje”, el veterano cineasta parisino Roman Polanski (“El cuchillo en el agua”, “Repulsión”, “Chinatown”, “Tess”, “El pianista”, “Oliver Twist”) ya demostró sus cualidades para llevar al cine obras teatrales con fuertes aristas dramáticas. Ahora confirma ese talento en “La Venus de las pieles”, basada en la obra del dramaturgo estadounidense David Ives, con el que ha escrito el guion. Narrativamente, la película es un portentoso ejercicio de estilo, que exprime al máximo el escenario casi único del teatro, del que sólo sale en los planos en exteriores de entrada y salida, ambos espléndidos. 

   También exprime Polanski a sus dos únicos actores, Mathieu Amalric y Emmanuelle Seigner, que se meten magistralmente en la piel de sus personajes, inicialmente antagónicos, pero que aprenden a compartir su tristeza y desconcierto a golpe de las violentas escenas que deben ensayar dentro del inapropiado decorado de un musical inspirado en “La diligencia”, de John Ford. Mientras tanto, la agresiva fotografía de Pawel Edelman y la chocante partitura de Alexandre Desplat subrayan muy bien el “tour de force” de los actores, siempre en la frontera entre la realidad y la ficción, entre el pasado y el presente, al estilo de la magistral “Vania en la calle 42”, de Louis Malle, o de la sobresaliente “En lo más crudo del crudo invierno”, de Kenneth Branagh.

   A pesar de la sordidez de los temas que trata, la película mantiene una cierta elegancia hasta su recta final, en la que Polanski rompe el tono y se deja llevar por un facilón exhibicionismo sexual, no demasiado morboso, pero criticable. También es discutible todo el fondo de la trama, marcado por esa fascinación por lo perverso y malsano, tan característica del director de origen polaco, que aquí le lleva a navegar entre una crítica certera al hedonismo extremado —por lo que supone de cosificación de las personas y de establecimiento de crueles relaciones de dominio entre ellas—, y una cierta complacencia, de raíz individualista, hacia el masoquismo como opción sexual y vital. Más sustanciales resultan sus reflexiones sobre el arduo y a menudo doloroso proceso de la creación artística, entre las que incluye algún que otro comentario mordaz sobre el psicoanálisis. En fin, una película difícil e incómoda, decididamente minoritaria, pero con elementos de interés. J. J. M (Decine21 / Almudí JD) LEER MÁS

 

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