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Lincoln
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Lincoln

Lincoln
  • Público apropiado: Jóvenes
  • Valoración moral: Adecuada
  • Año: 2013
  • Dirección: Steven Spielberg
Contenidos: Imágenes (algunas V)

Dirección: Steven Spielberg. País: USA. Año: 2012. Duración: 150 min. Género: Biopic, drama. Interpretación: Daniel Day-Lewis (Abraham Lincoln), Tommy Lee Jones (Thaddeus Stevens), Sally Field (Mary Todd Lincoln), Joseph Gordon-Levitt (Robert Lincoln), David Strathairn (William H. Seward), Tim Blake Nelson (Richard Schell), James Spader (W.N. Bilbo), Lee Pace (Fernando Wood), Jackie Earle Haley (Alexander Stephens), Hal Holbrook (Preston Blair), John Hawkes (Robert Latham), Bruce McGill (Edwin Stanton), Jared Harris (general Ulysses Grant). Guion: Tony Kushner, John Logan y Paul Webb; inspirado en el libro “Team of rivals: The political genius of Abraham Lincoln”, de Doris Kearns Goodwin. Producción: Kathleen Kennedy y Steven Spielberg. Música: John Williams. Fotografía: Janusz Kaminski. Montaje: Michael Kahn. Diseño de producción: Rick Carter. Vestuario: Joanna Johnston. Distribuidora: Hispano Foxfilm. Estreno en USA: 16 Noviembre 2012. Estreno en España: 18 Enero 2013.

Reseña:

Así se filma la historia

   Enero de 1865. Estados Unidos lleva cuatro años desangrándose en una terrible guerra civil después de que los estados del Sur proclamaran su secesión de la Unión. En ese tiempo el presidente Abraham Lincoln ha declarado la emancipación de los esclavos arrogándose poderes especiales en tiempos de guerra, y acaba de ser reelegido para ocupar de nuevo la Casa Blanca. La lucha fraticida podría estar llegando a su final, pues las autoridades del Sur desean negociar una paz honrosa; pero Lincoln tiene intención de lograr antes la votación en el Congreso de la décimotercera enmienda de la Constitución, que aboliría de una vez por todas la esclavitud; el desafío consiste no sólo en lograr los apoyos políticos necesarios –cuenta con los republicanos de su partido, pero debe ganar votos entre los demócratas–, sino en el dilema de posponer la polémica votación, para llegar a la paz cuanto antes, lo que dejaría sin resolver la cuestión esclavista.

   Formidable lección de historia a cargo de Steven Spielberg, que maneja en Lincoln un solidísimo guión de Tony Kushner, quien ya escribió para el director el libreto de Munich, y que aquí parte del libro de Doris Kearns Goodwin “Team of Rivals: The Political Genius of Abraham Lincoln”. Sorprende la fuerza de una película muy discursiva, con numerosos personajes y abundante información histórica, sin apenas desahogos que amplíen el lienzo y que se considerarían muy razonables, ya sea a través de los campos de batalla, o de los discursos memorables de corte épico.

   Spielberg consigue que el ejercicio de la política parezca algo grande en Lincoln; no obvia que es necesario negociar, comprar voluntades, ejercer la persuasión de modo diferentes con personas diferentes. Aquello de que “la política es el arte de lo posible” se entiende en las concesiones que unos y otros deben hacer, la necesidad de tragarse el orgullo, pero también de intentar lo imposible para hacerlo posible.

   Probablemente nunca ha sido Spielberg mejor director de actores que en este film, donde nadie parece actuar, tan naturales son las interpretaciones de todo el reparto, empezando por ese prodigio de la naturaleza llamado Daniel Day-Lewis, transfigurado en Abraham Lincoln, con una modestia y humildad deslumbrantes. No hay villanos ni personajes caricaturescos, y están muy bien introducidos los personajes negros, su presencia no parece forzada.

   Resulta una maravilla la composición de los planos, la dirección artística, naturalista, se diría que se ha rodado con luz disponible, que nada está iluminado artificiosamente, en el Congreso, en la Casa Blanca, o en esos exteriores sucios, donde vemos la crudeza de la guerra, o el deambular de unos y otros. Películas como Lincoln, sencillamente, dignifican la profesión cinematográfica. (Decine21 / Almudí JD) LEER MÁS

   Temática y estilísticamente cercana a “La conspiración”, de Robert Redford, esta nueva película de Steven Spielberg (“E. T. El extraterrestre”, “El imperio del sol”, “La lista de Schindler”) no ha sido demasiado premiada por la crítica estadounidense y sólo ha obtenido un Globo de Oro —al mejor actor (Daniel Day-Lewis)— de los siete a los que optaba. Pero sigue siendo la favorita de cara a los Oscar —con doce nominaciones, incluidas las más importantes— y para los Premios Bafta de la Academia Británica de Cine, a los que opta en 10 categorías. En todo caso, se trata de una gran película histórica, con numerosos pasajes de thriller político, leves apuntes intimistas sobre la familia Lincoln y algunas breves pero intensas escapadas a los campos de batalla de la Guerra de Secesión.

   Ciertamente, “Lincoln” no tiene la enorme capacidad emocional de otros filmes de Spielberg, que esta vez ha primado el rigor narrativo a la hora de retratar los intensos últimos cuatro meses de su admirado decimosexto presidente de Estados Unidos. En este punto, resulta modélico el guión de Tony Kushner, John Logan y Paul Webb, inspirado en el voluminoso libro “Team of Rivals: The Political Genius of Abraham Lincoln”, de la historiadora neoyorquina Doris Kearns Goodwin. El libreto perfila a la perfección todos los personajes, hasta los más pequeños, facilitando así el lucimiento de los actores, entre los que sobresalen un Daniel Day-Lewis sensacional —como casi siempre—, Tommy Lee Jones —que da vida al líder republicano radical Thaddeus Stevens— y David Strathairn, en la piel del Secretario de Estado William H. Seward. Menos rotundos, aunque notables, son los trabajos de la veterana Sally Field —que da vida a Mary Todd, la esposa de Lincoln— y del joven Joseph Gordon-Levitt, que encarna a Robert Lincoln, el hijo del presidente.

   Otro acierto del guión —y, con él, de la película— es que muestra los entresijos de la política de Lincoln de un modo bastante neutral, sin caer en la hagiografía ni en el cinismo, remarcando la enorme talla moral y política del presidente —firme y generoso a la vez con los confederados—, pero mostrando también sus maniobras al margen de la ley para comprar los votos demócratas que necesitaba. Además, el filme subraya acertadamente las profundas motivaciones cristianas de los defensores de la abolición de la esclavitud y su habitual invocación al derecho natural, frente al frío positivismo y a la confusa religiosidad de sus oponentes. Todo esto da entidad a la solidísima puesta en escena naturalista de Spielberg, más atenta esta vez al importante discurso del guión y a los trabajos de los actores, pero, como siempre, de gran vigor visual, enormemente detallista, con una apagada fotografía en tonos ocres de Janusz Kaminski, muy bien montada por Michael Kahn y maravillosamente acompañada por la evocadora banda sonora de John Williams. Quizás no sea redonda, quizás pierda fuelle a ratos, pero se trata, sin duda, de una obra mayor del veterano cineasta de Cincinnati, que puede iluminar el presente con su poderoso retrato del pasado. (Cope J. J. M.)