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Mi nombre es Harvey Milk

Mi nombre es Harvey Milk

Milk
Contenidos Imágenes (varias X); Diálogos (varios D); Ideas (defensa y justificación de las prácticas homosexuales F+)
Reseña:

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Dirección: Gus Van Sant
Intérpretes: Sean Penn, Emile Hirsch, Josh Brolin, Diego Luna, James Franco, Alison Pill, Victor Garber, Lucas Grabeel.
Guión: Dustin Lance Black
Música: Danny Elfman
Fotografía: Harris Savides
Distribuye en Cine: Universal
Duración: 128 min.
Género: Biográfico, Drama

Va por los gays 

    Años 70. Harvey Milk es un gris empleado de una financiera de Nueva York, que conoce al chico de su vida, el simpático Scott Smith. Tan apasionada es la relación, que Milk se muestra dispuesto a dejar su trabajo y vivir sin disimulos su homosexualidad. 

    Así que se traslada con su pareja a San Francisco, al barrio de Castro, lugar donde confluyen otros muchos gays. Milk tomará conciencia de los problemas de la ciudad, y más específicamente de los de la gente con su misma orientación sexual. 

    Hasta el punto de pugnar tenazmente para ser elegido concejal, en lo que supondría un hito, el primer cargo electo masculino de un homosexual confeso en Estados Unidos. 

    Película basada en hechos reales, narrados ya en 1984 en el oscarizado documental The Times of Harvey Milk. Pasados más de veinte años, la idea es dramatizar esos hechos en una gran superproducción militante, con la doble meta no oculta de abogar por los derechos de los homosexuales y llegar a un público más amplio. 

     En cierto momento de la cinta Milk explica que al dirigirse a un público heterosexual comienza con una broma, para romper el hielo y conectar; parafraseando al activista biografiado, cabría decir que el también homosexual Van Sant hace lo mismo, se inclina por un tratamiento estético y narrativo que no produzca rechazo en el espectador, sino que sirva, al contrario, para ganárselo. 

    Es una aproximación didáctica, terreno que domina, y que le lleva a un enfoque donde todo se explica en términos de lucha por los derechos civiles. Recuerda en tal sentido el film a Philadelphia, aunque los tiempos cambian, y ciertos puntos de vista se defienden con menos tapujos. 

    Van Sant evita con inteligencia el choque frontal con los que consideran inmoral el ejercicio de la homosexualidad -aunque insiste en un par de ocasiones en que nada malo hay en ello-, centrando el tiro en las discriminaciones laborales por la orientación sexual, y en mostrar a los distintos personajes como tipos humanos, con los que se puede empatizar, algo a lo que ayuda el estupendo reparto, empezando por Sean Penn. 

    Hay un esfuerzo por no ridiculizar la posición contraria, la idea es persuadir, no ofender. En tal sentido hay que reconocer cierta honestidad en el retrato del protagonista: en su convivencia con dos compañeros sentimentales -tuvo más, de los que no se habla en el film- no se eluden los problemas, actitudes egoístas y tendencias suicidas, ni se trata de maquillar aquello como si fuera algo semejante a una familia. 

    Para apuntalar el punto de vista del film hay ideas ingeniosas: que en un cine se proyecte La aventura del Poseidón, la historia de un barco que da un vuelco y queda boca abajo, parece una metáfora de una sociedad cuyos puntos de vista deben ser vueltos del revés; la mención a la vehemencia de los católicos conversos, que es comparada al activismo de Milk, equipara luchas diversas; la referencia a Ronald Reagan y su oposición a la Proposición 6 de discriminación laboral, muestra que son compatibles unas ideas y el rechazo de una injusticia. 

    ¿Busca la película utilizar las luchas de entonces para acometer las de ahora? Es probable. Quizá suene a sutileza, pero que en el film se mencione dos veces a España, uno de los primeros países en legalizar el matrimonio homosexual y su derecho a la adopción, no parece casual. Serían los nuevos derechos civiles a conquistar... ¿para ser contada su obtención en otra película, dentro de otros veinte años?. (Decine21 / Almudí JD-AC)