películas
Naranjo en flor

Naranjo en flor

Naranjo en flor
Contenido Imágenes (frecuentes S, X); Diálogos (varios D); Ideas (erotismo F)

Reseña:

Para leer la crítica de Decine21 haced clic aquí

Dirección: Antonio González-Vigil
Intérpretes: María Marull, Eduardo Blanco, Dalia Elnecavé, Fausto Collado, Verónica Bonter, Constanza Fiardi Mazza.
Guión: Antonio González-Vigil
Música: Gustavo García Mendy
Fotografía: Federico Juárez
Distribuye en Cine: Aquelarre
Duración: 90 min.
Género: Drama, Thriller

Cúmulo de casualidades 

    Malena (María Marull) es una mujer de mediana edad, atractiva, psicoanalista de profesión y tanguera por devoción. Una noche mata accidentalmente a un policía y oculta el crimen. Casualmente, Malena conoce a Carlos (Eduardo Blanco), compañero del policía muerto y encargado de investigar su desaparición. 

    Carlos es de origen vasco y lo llaman “El Sabina”, porque utiliza versos de las canciones del artista. Es un tipo duro y derecho. Entre Malena y “El Sabina” surge una extraña fascinación, ambos saben que es el hombre que tiene que descubrir su crimen y detenerla. Desde el principio comienza a surgir entre ellos una relación apasionada y transgresora, sin límites… que tendrá un inesperado final.

    La cinta tiene bastante grano y un aire descuidado, especialmente al comienzo del metraje. Deliberadamente oscura, en ocasiones da la sensación de que González-Vigil ha querido ofrecer una visión actual de una película clásica de cine negro. Aún así, se trata sólo de una reminiscencia del género. 

    El tango ayuda a crear esta atmósfera tenebrosa y desconocida. Los amantes de esta música disfrutarán con algunos de los temas que salpican la película, así como los seguidores de grandes de la canción como Joaquín Sabina y Chavela Vargas, también presentes en la banda sonora. De hecho, Eduardo Blanco encarna a "El Sabina", un policía al que el sobrenombre le viene porque cuando habla siempre emplea frases del músico. 

    La película juega mucho al despiste con los constantes giros en el guión. Algunos resultan más aceptables que otros, que pillan un poco por sorpresa, aunque se nota un cierto esfuerzo por parte del cineasta para que las piezas encajen. Aún así, no se trata de una película difícil de seguir, sino más bien, de una de esas cintas en las que hay partes que será mejor aceptar de buena gana, sin cuestionarse nada. 

    Hay, eso sí, un elemento presente durante todo el metraje: el sexo. Existe cierta obsesión por este tema, que se ve no sólo en los protagonistas sino en los pacientes de Malena. Su justificación aparece ligada a motivos tan variopintos como Freud o el tango. Lo que ya no tiene justificación es la voz en off de la cinta. 

    González-Visil abusa de ella al inicio de la película y es que no encuentra una manera mejor de explicar lo inexplicable: el cambio radical que experimenta Malena. Conocemos la vida de la psicoanalista gracias a lo que nos cuenta ella. Es una chica retraída que vive volcada en su trabajo. No vive la vida, la observa. Sin embargo, en cuanto mata al policía, todo cambia radicalmente. 

    Del recato pasa a ser una mujer fatal, que no se siente extraña en el nuevo mundo en el que se ha metido lleno de mentiras, corrupción, vicio, y demás elementos ajenos a su vida anterior. La verdad es que choca la facilidad con la que la chica se amolda a las nuevas circunstancias. La reiterativa voz en off hace ver que ella siempre fue así, pero que nunca se había atrevido a dar el paso. 

    Pero parece difícil de asimilar que alguien pueda adaptarse tan fácilmente a una vida completamente diferente a la que llevaba. Unos diálogos pretenciosos y declamativos y un tono muy sordo dejan en casi nada este culebrón. (Decine21 / Almudí JD-AC)