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S-21. La máquina roja de matar

S-21. La máquina roja de matar

S-21, la machine de mort Khmère rouge
  • Público apropiado: Jóvenes
  • Valoración moral: Adecuada
  • Año: 2009
  • Dirección: Rithy Panh
Contenidos

Reseña:

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Dirección: Rithy Panh
Guión: Rithy Panh
Música: Marc Marder
Fotografía: Prum Mesa, Rithy Panh
Distribuye en Cine: Sagrera
Duración: 101 min.
Género: Documental

Memoria de un genocidio 

    Durante los cuatro años que duró el régimen de los Jemeres Rojos en Camboya (de abril de 1975 a octubre de 1979), un cuarto de la población del país fue exterminada. En un sistema paranoico que veía enemigos en todas partes, cualquier indicio de disidencia bastaba para ser encarcelado en la “Prisión de Seguridad” S-21, un antiguo instituto convertido en campo de exterminio. 

    Los protagonistas de la película (auténticos carceleros y supervivientes del S-21) hablan abiertamente de sus experiencias en aquel infierno: describen el día a día en el centro, los detalles de las torturas que llevaban a reconocer las más delirantes acusaciones, los abusos sistemáticos a las mujeres, la deshumanización de los verdugos… 

    Los antiguos guardianes responden con evasivas y excusas a las inquisitivas preguntas del maestro Vann Nath, representante de los millares de prisioneros que nunca salieron del S-21. Un escalofriante y necesario testimonio de la capacidad de las personas para perder la humanidad.

    Escalofriante documental sobre el genocidio de Camboya, que se llevó por delante a dos millones de personas en la década de los 70 del pasado siglo XX. Para el público general el conocimiento de esta masacre perpetrada por el régimen de los kémeres rojos proviene de la impactante película de ficción Los gritos del silencio. 

    En este documental coproducido por Francia y Camboya se recoge, treinta años después de los hechos, el testimonio de los carceleros del centro de detención Tuol Sleng, más conocido por su nombre en clave S-21; y en forma de vibrante careo, éstos se enfrentan a una de sus víctimas, el pintor superviviente Vann Nath. 

    El resultado tiene un alto valor documental y humano. Se trata de un ejercicio de purificación de la memoria histórica, donde se dejan a un lado el odio o los ajustes de cuentas. Los guardianes, torturadores y asesinos de antaño admiten su participación en los hechos, avergonzados e incluso llorosos, siempre con la pesada carga de su culpa a cuestas. 

    A la hora de explicar cómo pudieron ser protagonistas en acciones tan execrables, los argumentos se mueven entre la juventud, la fe ciega en el partido y la obediencia debida; la responsabilidad personal a la hora de sopesar la moralidad de sus actos quedó como anulada o bloqueada mentalmente. 

    Sobrecoge que se atrevan a confrontar su versión de los hechos ante uno de sus antiguos prisioneros, o la recreación en el siniestro escenario de antaño, la cárcel S-21, de la rutina diaria en las celdas. 

    Tremendo y delicado a un tiempo, es el relato de las vejaciones que debían sufrir las mujeres a manos de sus captores, con el sonido de una suave lluvia al fondo. El plano final, uno de los captores escarbando en la tierra de una celda, es muy gráfico acerca del logrado propósito del film. (Decine21 / Almudí)