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  • Público apropiado: Todos-jóvenes
  • Valoración moral: Adecuada
  • Año: 2009
  • Dirección: Pete Docter, Bob Peterson
Contenido

Reseña:

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Dirección: Pete Docter, Bob Peterson
Guión: Pete Docter, Bob Peterson, Thomas McCarthy
Música: Michael Giacchino
Distribuye en Cine: Walt Disney
Duración: 96 min.
Género: Animación, Aventuras, Romántico

De Pixar al cielo
Los genios del cine actual de animación vuelven a sorprender con una conmovedora historia de amor y aventuras.

    “Up” es una comedia sobre un vendedor de globos de 78 años, Carl Fredricksen, que finalmente consigue llevar a cabo el sueño de su vida al enganchar miles de globos a su casa y salir volando rumbo a Sudamérica. Pero descubre demasiado tarde que la mayor de sus pesadillas se ha embarcado también en el viaje: un optimista explorador de 8 años llamado Russell.

    Carl Fredericksen es un anciano al que, desde que enviudó de su amada Ellie, los achaques le pesan más que nunca. Muy enamorado de su mujer, le quedó la espinita de no haber cumplido el sueño común, que se remontaba a la infancia, de hacer un viaje aventurero a las Cataratas del Paraíso en Sudamérica. Ahora ese sueño parece más lejos que nunca. 

    Y por si fuera poco, la linda casita que Ellie y Carl convirtieron en hogar, se ha convertido en una especie de islote en medio de un montón de obras que pretenden levantar alrededor imponentes rascacielos. 

    Cuando por mandato judicial, Carl está a punto de ser trasladado a una residencia de ancianos, pone en marcha un increíble plan, inspirado en su antiguo oficio de vendedor de globos: con una increíble nube de globos inflados con helio logra arrancar la casa de sus cimientos, y con pericia que envidiarían los mismísimos hermanos Montgolfier, emprende rumbo, volando, a Sudamérica. 

    Lo que no sabe es que se le ha colado a bordo un polizón: Russell, un chico explorador, al que le falta la prueba de haber ayudado a una persona de la tercera edad para convertirse en Explorador Intrépido. 

    Joya animada de Pixar. Obra maestra sin paliativos. Se superan en cada película, hasta poner cada vez más alto el cielo de la perfección. Toda alabanza es poca para las películas de animación que vienen llegando desde aquel año 1995 que alumbró Toy Story. John Lasseter y sus chicos han logrado el increíble milagro de acertar desde entonces con cada uno de los diez largometrajes que han entregado. La clave, por supuesto, es una buena historia, que se entrega con un maravilloso sentido artístico de la animación. 

    En esta ocasión a dos veteranos de la casa, Peter Docter -director de Monstruos, S.A., y coguionista en los Toy Story, Buscando a Nemo y WALL·E- y Bob Peterson -coguionista en Buscando a Nemo y Ratatouille-, se suma como creador de la trama un tercer nombre inesperado, el actor y director de películas con actores de carne y hueso Thomas McCarthy -Vías cruzadas, The Visitor-. 

    El resultado es una historia entrañable, humana, que atrapa. Sorprende, de entrada, poder ser testigos de la primera historia de amor potente en una película de Pixar. De acuerdo que hemos visto amor entre los robots WALL·E y Eve, o con los autos de Cars, o entre el pinche y la chef de Ratatouille, pero nada es comparable a la narración del amor de Carl y Ellie desde su más tierna infancia.

    Ambos sienten la llamada a la aventura, guiados por su común admiración de Charles Muntz, un explorador profesional que se diría un cruce de Errol Flynn y Clark Gable; el modo en que se cuenta en apenas unos minutos, en algunos momentos sin palabras, lo que ha sido su vida en común, su pena por no poder tener hijos, su felicidad en situaciones corrientes, que tiene un eco en el prólogo al clímax de la película, resulta simplemente conmovedor, y apuntala la idea de que no hay nada como las aventuras de la vida cotidiana, la mayor parte de las veces más valiosas que aquellas que llamamos extraordinarias. 

    Además está esa preciosa relación entre Carl y Russell, donde ambos se enriquecen, pues el primero encuentra al hijo que nunca tuvo, mientras que el otro ve rellenado el hueco de la ausencia del padre, divorciado y al que le falta tiempo para estar con él. 

    Además de estar muy bien perfiladas las relaciones entre los personajes, estamos ante un film repleto de sentido del humor, con gags memorables, en que no se para de reír, por supuesto con los personajes humanos, pero también con la presencia de divertidos animales, el "gamusino" y un puñado de perros entre los que sobresale Dug. Y hay además acción trepidante, casi terror con el villano, y emoción sin límites, todo propiciado por la casa volante y un dirigible, que se diría entrañable homenaje al maestro de la animación nipona Hayao Miyazaki, claramente a títulos como El castillo en el cielo y El castillo ambulante. 

    También el original diseño de los "cabezones" personajes recuerda a algunos de los creados por el director japonés. La combinación de elementos de géneros variados convierten al film en un candidato a gustar a toda clase de públicos: los niños, claro está, pero también los abuelitos, la gente joven amante de las emociones fuertes, el público femenino con su corazoncito... Algo parecido a lo que logró Titanic (Decine21 / Almudí FC-JPG)